Elena Fraguas
Mirto es una firma de moda española que nació en 1956 apostando por la camisería. Ricardo Fraguas, su fundador, no solamente se encargó del crecimiento empresarial de su proyecto, sino que procuró educar a sus hijos en el amor por la moda y el trabajo.
Las empresas familiares necesitan el relevo o la profesionalización y los Fraguas lo hicieron desde dentro. Hoy, Elena y Ricardo —hijo— son los dignos sucesores de su padre.
El lunes por la mañana fui a dar un abrazo a Elena en la presentación de sus colecciones Alquimia y Auténtico. Siempre digo que me encanta ver crecer todo y a todos. Y en este caso, Mirto está creciendo mucho. La colección de invierno es un sueño: los tejidos bien trabajados, la artesanía, los plisados de distintos tamaños convertidos en arquitectura…
El esfuerzo de la segunda generación va abriendo las puertas de nuestro armario a Mirto cada temporada con más fuerza por su apuesta firme por la sostenibilidad, los tejidos naturales y el trabajo artesanal. Yo me lo pondría todo. Desde un maravilloso vestido rojo largo con el que podríamos ser las invitadas a una fiesta del Gran Gastby hasta un delicado abrigo que presidía la sala, sin dejar atrás los trajes de chaqueta que tanto me gustan.
Miraba de soslayo las manos de Elena. Acarician las prendas de manera sincronizada, mostrando eso que es amor y admiración. Pero más allá de la moda, está la actitud. La actitud de una empresaria gentil que es la muestra del mundo de la empresa en España. Detesto la demonización generalizada de los empresarios que algunos pretenden vendernos desde el radicalismo.
Los empresarios en España son como Elena. Personas trabajadoras, con la responsabilidad de su plantilla a las espaldas, días de jaqueca delante de las cuentas y búsqueda de proyectos sostenibles para poder hacer crecer sus negocios. Luego, salen a la calle, sonrisa en ristre, para ofrecer el fruto de la suma del valor de sus activos.
Por regla general, eso es un empresario. No un diablo, tridente en mano, que piensa en hostigar y complicar la vida de sus trabajadores. Sin empresarios no hay quien pague las nóminas. Necesitamos a todas las Elenas que dedican su vida a proyectos como Mirto.
Marta Rivera
A estas horas, espero que mi amiga Marta esté al frente de la concejalía de cultura de Madrid. Hoy recoge su acta.
Marta Rivera de la Cruz es una escritora y política gallega. Familiar, amable y buena. Lista. También inteligente, por supuesto. Pero sobre todo, Marta es responsable.
Somos amigas porque no nos pedimos imposibles. Respetamos el lugar y la posición de la otra y eso hace que todo sea fácil. Pero estamos cerca para lo posible. Cuando la llamé para presentar Maldito Hamor (Espasa, 2023), allí estuvo. Aquel día de marzo, en la Fundación Telefónica, junto a Margarita Robles, María Tardón, Charo Izquierdo y a Marta me sentí abrumada por el peso de los cerebros y de los corazones de esas mujeres.
Espero que algún día vuelva a casa, a esta casa nuestra que es el periódico. En EL ESPAÑOL, echamos mucho de menos sus columnas de opinión, pero Marta está cincelando paso a paso una trayectoria en el ámbito de la cultura sólida.
Lo de paso a paso no lo escribo por escribir. Si la siguen en sus redes o leen las noticias autonómicas, siendo Consejera de Cultura, ha visitado todos los municipios de la Comunidad de Madrid. Su Instagram ha sido una verdadera lección costumbrista y geográfica durante estos años y también siendo honesta, un refugio y un consuelo.
Esos días que una termina el día, agotada y pensando que tiene que haber una forma más reposada y menos estresada de vivir, viene muy bien sentirse acompañada en la actividad frenética por otras personas.
La noche de las elecciones municipales le envié un mensaje felicitándola. Pensé que sería la concejala que gestionara el presupuesto cultural del Ayuntamiento de Madrid. He de reconocer que me dejó muy tranquila porque Marta es, sobre todo, una buena gestora.
En mi whatsapp le decía que su trayectoria iba a cubrir todas las posibilidades del espectro cultural. Desde ser finalista del Premio Planeta en 2006, periodista, diputada, consejera, concejala. ¿Quién iba a tener un recorrido así?
Pensaba que no podría faltarle nada más hasta que me enteré de una de las noticias de esta semana. Marta ocupa el número dos en la lista de Madrid tras Feijóo. Es cierto que la concejalía es compatible con ser diputada y que Marta lo hará bien esté donde esté. De momento, creo que Madrid gana un activo importantísimo y que el Congreso será un lugar mejor con ella allí.
Moraleja: la cima nunca se corona. Siempre hay un algo por hacer. Y el esfuerzo, el trabajo y la honradez dan su fruto a largo plazo. No pierdan de vista a Marta.
Fiesta 'after' quimio
Llegó el miércoles noche y ya todo costaba un poco más. Es verdad que voy sintiendo el peso del año sobre la espalda y necesito vacaciones. Pero hay citas a las que una no puede faltar.
Y mi cita era con unos amigos que han tenido un año complicado. Hasta hace unos meses, estaban bien, felices y llenos de planes. En una revisión de rutina, ella se dio de bruces con un mal diagnóstico totalmente inesperado. Cirugía, quimioterapia y radioterapia. Subidas y bajadas. Cambios físicos, anímicos, miedo, actitud positiva y sonrisa.
Mi amiga siempre iba a la quimioterapia con algo verde. Así es ella, de símbolos y mensajes. La acompañé en la primera y en la última sesión. En la primera, ninguna de las dos sabíamos qué hacer. Ella hacía como que no estaba asustada y yo saqué el repertorio de anécdotas y curiosidades para darle conversación. A veces, ni las palabras cargadas de buenas intenciones mitigan el peso de la incertidumbre.
Desde ese día, la quiero más, la admiro más. Ni una queja, ni una mala cara a nadie. Solo sonrisas y alguna carcajada.
Y llegó a la última sesión. Ella estaba cansada, pero mantenía la sonrisa. Dio una copa el mismo día a sus amigos para celebrar el alto en el camino antes de la radioterapia.
Este miércoles teníamos que brindar con ellos porque habían superado un año, más bien un curso desagradable. La matrícula de honor la disfrutó con sus amigos. Más de un centenar de personas que la adoran estuvieron brindando por ella, por su familia, por su salud y por su envidiable forma de afrontar las circunstancias.
Al llegar al jardín su casa, escuché a un grupo de músicos interpretar Love is in the air como la banda sonora de uno de los ingredientes de su fórmula magistral para vivir.
Y quiero decirles que la encontré más atractiva que nunca. Un caftán de color turquesa y su cabeza desnuda por primera vez en meses. ¡Pañuelos y pelucas fuera!, como en aquel inspirador discurso de Samantha Jones en Sexo en Nueva York de hace dos décadas.
Pues mi amiga igual. Su pelo corto, muy corto, de ese ‘estar saliendo’ con el que tanto gusta acariciar la cabeza. Un cabello más blanco y menos rubio que le sentaba fenomenal. La naturalidad y la valentía siempre favorecen. Bella, atractiva y con ganas de comerse el mundo.
Noche de celebración en la que todo el mundo se abrazaba y sonreía de verdad. No había photocall ni periodistas. Esas son las celebraciones en las que disfruto más, las de los abrazos y besos cariñosos. No sé si a ustedes les pasará, pero cuando se llega a la madurez, una fiesta así, con gente a la que quieres es una buena reconciliación con tus recuerdos de adolescencia y te hace sentir en ‘pandilla’.
Orgullosa de mi querida amiga. Qué lección de generosidad, con su sonrisa siempre preparada para todos.
Galería de las Colecciones Reales
¡Atención! Nuevo planazo en Madrid. No es broma. Apúntenlo en su agenda. Va a ser uno de los museos españoles de referencia en el mundo. A finales de mes, abre sus puertas al público la Galería de las Colecciones Reales en el Campo del Moro.
El trabajo arquitectónico de Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla ya es en sí mismo un espectáculo maravilloso. Qué belleza y qué deleite de luz, formas y perspectiva. Todo al roble, al granito y al hormigón blanco. La pasión de la modernidad, el abrigo de la tecnología y el diseño del siglo XXI para casi 700 obras de arte pertenecientes a las Colecciones Reales.
Es increíble. Vengo fascinada con tanto arte en tan diferentes formatos y tan majestuosos o tan delicados. Desde el quirogimnasio de Isabel II, una pieza pequeña refinada y deliciosa a los abrumadores retablos, tapices, pasando por armaduras, casullas, tronos, juegos de tocador, esculturas, coronas y cuadros fabulosos de Tiziano, Velázquez, Goya —entre otros—.
Uno de esos sitios que hay que visitar. La tarde del viernes recorrí el museo junto a Ana de la Cueva, la presidenta de Patrimonio Nacional. Qué suerte tener a algunas personas tan capaces al frente de estas instituciones.
La presidenta lo sabía todo y estaba al tanto en los detalles. Cuando nos paramos en la corona de la Virgen de Atocha tuvo la prudencia de comprobar que no se había equivocado al decirme que tardaron solo treinta y cinco días en fabricarla. No se equivocó y sabía hasta en qué línea estaba.
Conocía los detalles y enseñaba la Galería con el mismo orgullo del que fui empapándome en mi visita. Esta recomendación es un aviso a navegantes. En poco tiempo, miraremos tan perplejos a quienes no conozcan las Colecciones Reales como a quienes dicen que no han visitado el Prado.
No se pueden perder los lujos que la vida nos pone al alcance de la mano. Al fin y al cabo, la historia del Patrimonio Nacional es una historia preciosa. En la II República se decidió mantener bajo la propiedad estatal estos tesoros.
No dejen escapar la oportunidad de visitarlo. Es una auténtica maravilla. Gracias, de corazón, a todas las personas que han trabajado para que tengamos esta belleza y esta posibilidad a nuestro alcance. Y gracias, presidenta, querida Ana, por una tarde especial de viernes que me ha hecho descubrir un lugar fabuloso en Madrid y por todo tu empeño y profesionalidad.
Y así acaba este 'Póquer de Magas' en el que hoy hemos ganado con una celebración de la vida, un plan de esos que no se pueden dejar de hacer, un poco de moda y la felicitación a quien habiendo terminado las pasadas elecciones recogiendo un acta en el ayuntamiento de Madrid se prepara para las siguientes. Ahí es nada.