Todos los ojos estaban puestos en Serena Williams, el pasado 29 de agosto de 2022, cuando ganó a Danka Kovinic por un doble 6-3 en su estreno en el Abierto de Nueva York. De su victoria fueron testigos su marido, Alexis Ohanian, y la hija de ambos, Alexis Olympia, así como muchos famosos, entre otros, el expresidente de EEUU, Bill Clinton; Eric Adams, alcalde de Nueva York; la actriz Queen Latifah, con una camiseta en la que se leía GOAT (acrónimo, en inglés, de 'Great Of All Times', la mejor de todos los tiempos) y los también actores Hugh Jackman y Rebel Wilson.
No era para menos. Tras una ausencia de un año, el pasado mes de junio, la tenista estadounidense (que el próximo 26 de septiembre cumplirá 41 años) volvió a las pistas en Wimbledon. Considerada la deportista más influyente de la historia, atesora a lo largo de su carrera 23 títulos individuales de Grand Slam y otros 23 en dobles, así como 73 títulos individuales y otros muchos, entre ellos cuatro oros olímpicos.
En 2017 logró su último Grand Slam y ha estado persiguiendo un ‘grande’ más, para igualar el récord de 24 que ostenta Margaret Court. Pero esa no era la única razón de la inusual expectación: récord histórico de asistencia al estadio Billie Jean King de Nueva York, con casi 30.000 espectadores, que sujetaban unos carteles con los que formaron el mensaje "We love Serena".
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Entre los que estaban también el boxeador Mike Tyson y la esquiadora Lindsey Von; la modelo Bella Hadid con el rapero Offset, la cantante Gladys Knight y la diseñadora Vera Wang… Nadie quería perderse el que podía ser uno de los últimos partidos de la tenista, que el pasado 9 de agosto, anunciaba en la revista Vogue estar lista para “evolucionar lejos del tenis”.
Precisamente, a algunos les sorprendió ver a la editora de la revista, Anna Wintour, observando atentamente desde las gradas, pero en el mundillo es muy conocida la estrechísima relación entre ambas, que son admiradas y temidas a partes iguales en sus respectivos mundos.
Las dos son, además, defensoras a ultranza del poder transformador social de la moda, de su función como herramienta de comunicación y denuncia y de su indudable valor como negocio millonario.
Wintour ha ejercido de mentora y consejera de Williams en numerosas ocasiones, tanto en lo profesional (su debut en la moda) como en lo personal. Por ejemplo, cuando la ayudó a a elegir su vestido de novia (diseñado por Sarah Burton para Alexander McQueen) para su boda con Alexis Ohanian, fundador de Reddit.
Tanto Serena como su hermana Venus han coincidido en numerosas ocasiones con Anna Wintour en los desfiles de la Semana de la Moda de Nueva York. Pero mientras Serena adora el diseño y crear estilismos que son siempre toda una declaración de intenciones, Venus prefiere desfilar, así como interpretar pequeños papeles en el cine.
Además, las tenistas aparecieron en la portada del Vogue estadounidense en 1998, fotografiadas por la legendaria Annie Leibovitz. Ya en solitario, Serena protagonizó cuatro portadas más de la revista que dirige Anna Wintour: en 2012, 2015, 2018 y 2020.
Serena además ha asistido a varias ceremonias de la MET Gala y siempre con impactantes estilismos (e incluso a la de 2017 fue embarazada), por lo que siempre es una de las favoritas de los cronistas de moda y los fotógrafos que se agolpan en las escaleras del Metropolitan.
En la película King Richard (en español, El método Williams), estrenada a finales de 2021, puede verse el agotador entrenamiento al que Richard Williams, padre de Venus y Serena, sometía a las deportistas. Interpretado por Will Smith, en un papel que le valió el Oscar al Mejor Actor, puede verse cómo convirtió a sus hijas en dos de las mejores tenistas del mundo.
Aunque nació en Saginaw (Michigan), Serena Williams se trasladó con sus padres y sus cuatro hermanas a Compton (California), donde empezó a jugar al tenis. Las fotos de niña la muestran ya, genio y figura, con vestiditos de tenis estampados (una rareza para la época) y posando como una auténtica modelo.
En 1999, con 18 años recién cumplidos, gana su primer gran torneo. Ese mismo año Serena se matriculó en una escuela de diseño de moda en Florida; hoy tiene su propia línea de ropa deportiva y también de ropa de calle: en 2019 presentó en la Semana de la moda de Nueva York su línea S by Serena Williams.
Ese año dio comienzo también una carrera fulgurante en el mundo del tenis y un desfile de modelos sobre las pistas que cambiarían el tenis y la moda deportiva para siempre. Acostumbrada al implacable escrutinio público sobre su juego, su cuerpo y su forma de vestir, ha utilizado la moda para reafirmar su talla, su género y su raza.
Es lo que en el mundo de la moda se llama power dressing (vestuario de poder) y Serena ha sido, también, la reina del how to dress to impress (cómo vestir para impresionar) y no solo la del tenis.
Así, durante el US Open de 2013, para el calentamiento previo a uno de los partidos, llevó una chaqueta tipo americana que dejó a todo el mundo boquiabierto. Repitió la jugada en el torneo de Wimbledon, esta vez con un modelo blanco como exige la rigurosa normativa del torneo británico.
Su primer patrocinador fue Puma y la tenista ya dejó muy claro que se iba a distinguir no solo por su juego, sino por modelos de 'uniforme' que se distaban mucho de lo convencional. Por ejemplo, un top con cremallera vertical en el centro abierta que dejaba ver el piercing que llevaba en el ombligo.
También fue muy rompedor el modelo con el que ganó su primer Open de Australia, en 2003: de inspiración setentera, tirante asimétrico y cinturón de color. Pero poco después firmo con Nike y su primer estilismo con su nuevo patrocinador fue un vestido blanco con corsé en color plata que ya la colocó entre los iconos de la cultura pop.
Además, y asombrando al mundo entero, conminó a los diseñadores de Nike a diseñar sin tener en cuenta su comodidad ni su juego e incluso utilizar tejidos que otras tenistas no querían llevar: "Quiero lucir bien en la pista. No tengo que estar cómoda". Y así, tiempo después, fue la primera tenista en llevar zapatillas de tenis de caña alta.
Para delicia de los periodistas no deportivos que cubrían el "salseo" de los partidos, Serena Williams siempre daba buenas historias: si no era la impecable manicura que llevaba para sujetar la raqueta, eran su estampado de leopardo (US Open de 2014) o su minifalda de volantes amarillos o cualquier otro color, corte y diseño revolucionario.
Al año siguiente de asistir a la gala MET embarazada, Mario Testino fotografió a la tenista, que estaba a punto de ser atacada por el presidente de la Federación Francesa de Tenis, Bernard Giudicelli. Serena había tenido problemas de coagulación tras el parto de su hija Alexis Olympia y, en su regreso a Roland Garros, lució una malla negra que mejoraba la circulación y que Giudicelli describió como "una falta de respeto al juego y al lugar", confirmando que sería vetado en ediciones posteriores.
Para su vuelta al torneo francés, un año después, Williams eligió una creación de Virgil Abloh, su amigo y director creativo de Off-White y de la división masculina de Louis Vuitton. Y en el calentamiento llevó una chaqueta en la que podía leerse: “Madre, reina, diosa y campeona” en francés.
Durante su reciente participación en el Open de Australia acaparó de nuevo los titulares con un mono asimétrico negro, rojo y rosa que dejaba su pierna izquierda al descubierto.
Su última aparición sobre la pasarela fue, el pasado mes de abril, durante la Semana de la Moda de París 2022, cuando rindió homenaje a su amigo Virgil Abloh, el diseñador y fundador de Off-White, que murió de cáncer en 2021.
Acompañaron a Serena Williams, modelos míticas como Naomi Campbell, Cindy Crawford y Karlie Kloss, así como las más actuales Gigi y Bella Hadid, Kendall Jenner y la hija de Cindy, Kaia Gerber.
La relación entre Serena y Virgil Abloh dio como resultado algunos de los estilismos más memorables que se recuerdan sobre una cancha de tenis. Por ejemplo, el del Abierto de Estados Unidos de 2018: un vestido, más propio de una bailarina de ballet, que de una tenista, un solo hombro y falda de tul.
Ningún entendido en moda le niega hoy el crédito de haber sido una bocanada de aire fresco en un mundo como el del tenis que, hasta entonces, siempre había sido muy conservador en el vestir y apenas había evolucionado desde que René Lacoste y Fred Perry (dos hombres) y otra jugadora, la española Lilí Álvarez, se empeñaron en cambiarlo.
¿Qué hará ahora Serena Williams fuera de las pistas de tenis? No se sabe a ciencia cierta. Seguramente, seguir incrementando su inmenso patrimonio que, según Forbes, ronda los 50 millones de dólares. Lo que es seguro es que seguirá vinculada a la moda y dándonos grandes titulares. La pregunta que nos hacemos es ¿quién ocupará su lugar como reina del tenis y de la moda?