El estudio de Roberto Torretta se encuentra al norte de Madrid. Para acceder a él hay que atravesar un portón de apariencia industrial que engaña sobre lo que hay al otro lado: un espacio moderno y diáfano, diseñado por la arquitecta Patricia Urquiola, en el que varias decenas de prendas cuelgan de las perchas.
Roberto nos guía con mucha amabilidad por todos los rincones de este lugar, mitad showroom mitad atelier. Se detiene en una sala de paredes blancas acolchadas en el que, nos explica, se hacen las pruebas a las clientas. “Está inspirado en los ateliers de antes”, dice con ese suave deje argentino que nunca ha perdido.
Enseguida se nos une su hija, María, que a sus 36 años cada vez tiene más peso en esta firma de moda fundada hace cuatro décadas. Nuestro encuentro se produce unos días antes del desfile que ambos presentaron en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid.
Lo que vimos sobre la pasarela, este viernes, fue una colección de slow fashion, como a ellos les gusta decir. Chaquetas y pantalones en tonos neutros, abrigos de lana, siluetas de corte midi, vestidos de noche en tejido de punto metalizado en plata y piezas, en fin, muy al estilo clásico de Torretta componen su propuesta para el otoño/invierno 2022/23. Padre e hija salieron juntos a saludar al final del desfile para recoger los aplausos de su público fiel, que llenó el recinto.
Pero ahora, cuando hablamos con Roberto y María, aún faltan horas para que llegue su turno en la pasarela madrileña y ambos nos atienden con calma. Es inevitable preguntarles por Marta Ortega, nuera y cuñada respectivamente (está casada en segundas nupcias con Carlos Torretta, hermano de María), que el próximo mes de abril se convertirá en la presidenta de Inditex.
“Lo va a hacer estupendamente, así lo deseo y se lo he dicho a ella. Está superpreparada y representa la nueva generación, es lo que toca”, responde Roberto. A lo que María añade con firmeza: “Marta es el futuro de Inditex. De verdad creo que no hay nadie más preparado e involucrado en su propia empresa”.
En el fondo hay cierto paralelismo entre ellas, porque ambas son mujeres jóvenes (Marta Ortega tiene 38 años; María, 36) llamadas a dar continuidad al legado de sus respectivos padres. Así lo confirma el propio Roberto: “Confío en María absolutamente. No es que quiera cargarla con una mochila, porque ella corta cuando quiere, pero me encantaría que siguiera con la empresa. Como padre, me estimula mucho que haya una continuidad. Su visión es distinta a la mía, más joven, más moderna, más actual. Y me ayuda con el tema de la digitalización, en el que yo estoy perdido”.
María Torretta no reniega de esa mochila y admite que su papel en la empresa familiar cada vez es más intenso. “Hago un poco de todo. Participo en el diseño de la primera línea, tanto en textil como en accesorios. Y también me ocupo de una parte del negocio, de las licencias, nuestro taller de medida…”.
Admite que tanto ella como Carlos han bebido de la moda desde la cuna, lo cual les ha marcado: “Antes, mis padres tenían la oficina al lado de casa. Mi hermano y yo pasábamos muchas tardes ahí. Desde pequeños íbamos a los desfiles. Para mí, todo eso era un sueño. He aprendido mucho de mis padres. Mi padre es un gran creativo y mi madre (Carmen Echevarría), una excelente comercial. La marca es lo que es gracias a los dos”.
"Nuestras prendas son una inversión, porque perduran"
Y lo que es hoy la marca está muy relacionado con esa preocupación por la sostenibilidad que hemos visto en la Fashion Week. “Hemos detectado una fábrica japonesa que hace tejidos sostenibles, es lo que buscamos en este momento. Nuestras prendas son una inversión, porque perduran”, explica el diseñador.
María se dirige a su padre para añadir: “Creo que hubo un cambio entre tu generación y la mía, pero ahora la gente quiere volver a invertir en prendas más exclusivas; se está volviendo a valorar la calidad”. En su desfile optaron por no hacer ninguna alusión expresa a la invasión a Ucrania, al contrario de otras firmas de moda como Ágatha Ruiz de la Prada o, en el ámbito internacional, Armani o Balenciaga.
“Respeto el posicionamiento de todo el mundo. Pero nosotros lo valoramos y no lo veíamos claro, decidimos que hablar de algo así en un escenario como es una pasarela podría parecer oportunista”, alega Roberto. Su hija apostilla: “Una cosa es la marca y otra las personas. Como personas estamos muy afectados. Hemos hecho un guiño en Instagram y hemos dicho públicamente que estamos a favor de Ucrania, por supuesto, pero lo del desfile… es complicado”.
Lo que sí vieron claro es la necesidad de recuperar los desfiles presenciales, después de que la pandemia obligara a circunscribirlos a las pantallas. “No tiene nada que ver. Ver las prendas moviéndose en directo, escuchar la música, estar con gente cerca… el directo te emociona”, apunta María. Según Roberto, “el futuro cercano es presencial”. Un futuro cercano que padre e hija ya están emprendiendo juntos.