La académica británica especializada en estudios clásicos, Mary Beard, analizó el miércoles en el congreso Santander WomenNOW RESET el papel de la mujer en el arte y la literatura clásica y el silencio al que se ha visto sometida desde hace 2.000 años asegurando que "la marginalización de las mujeres no es natural".
Mary Beard, de 65 años, siempre ha defendido que "para entender las desventajas y prejuicios constantes tienes que remontarte al pasado", por lo que su trabajo ha girado en torno al estudio del origen de la civilización occidental. Entre sus obras más aclamadas se encuentra Mujeres y Poder, publicado en 2017, año en el que se le entregó el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.
La catedrática explicó que la sociedad lleva "2.000 años diciéndonos a las mujeres que nos callemos", lo que ha provocado un "silencio forzoso". "Empecé a considerar esta idea leyendo el segundo trabajo más antiguo de la literatura occidental. Un trabajo en el que Telémaco, el hijo adolescente de Penélope (personajes de la obra Clásica, la Odisea), le dice a su madre, una mujer increíble: '¡Cállate! la palabra es cosa de hombres, vuelve a la habitación'".
Su sorpresa al leer esa obra hizo que se plantease que "el fenómeno de que no te escuchen es un elemento central a estar privado de poder" aunque, "obviamente no solo son las mujeres, es un elemento de clases y también raza". Tanto el arte como la literatura en Occidente se han construido "en torno a que la mujer sea callada, sumisa, en contraposición con una mujer fuerte y con autoridad".
Otro mito que "celebra el control masculino de la mujer peligrosa" es el de Perseo y Medusa. "Medusa es violada por Poseidón y, como castigo por haber sido violada, atención a la misoginia, su precioso pelo se transforma en serpientes. Además, cualquiera que la mire a los ojos se convierte en piedra. El héroe Perseo le tiene que cortar la cabeza para matarla. Esa imagen de Perseo sosteniendo su cabeza lleva dos mil años siendo un símbolo clásico de poder masculino sobre las mujeres".
A la académica le sorprende la "persistencia" de este mito (y su significado) en la actualidad. En 2016, algunos de los objetos de merchandising de la campaña de Donald Trump llevaban ilustraciones en las que él era Perseo y portaba la cabeza de Medusa, representada por Hillary Clinton. "Huelga decir que no es la única política que ha sido comparada con Medusa", apuntó.
Incluso ella misma ha sufrido las consecuencias de que, aún hoy, se intente callar a la mujer. Contó que "muchas veces cuando me atacan los troles en internet, me dicen: 'Voy a venir y te voy a cortar la lengua'. Lo que dicen es que no quieren que hable".
Masculinización de la mujer
"El arte celebra la condición de víctimas de las mujeres y no significa que tengamos que quitar esas obras de los museos, la cuestión es que tenemos que enfrentarnos a qué nos dice sobre nuestra propia cultura. Esas imágenes y temas de la Antigüedad sobre la falta de poder de las mujeres perduran en la esfera política de tiempos modernos y en el tiempo popular en general", aseveró.
Por ejemplo, destacó el hecho de que muchas mujeres se "masculinizan" cuando llegan a esferas de poder, "tienen que fingir algo que no son y no pueden hablar como mujeres". "Tenemos que tratar de hacer algo más que ilustrar esta situación. Las mujeres de política muchas veces han tenido que parecerse más a los hombres como Thatcher, que tomó cursos para hablar con una voz más profunda; o Merkel y Clinton, que visten con traje pantalón... Cuando vas a cursos de liderazgo todavía se relacionan las voces graves con la autoridad".
Aunque considera que no es que haya que destruir "el triángulo de masculinidad-autoridad-voz con virtudes femeninas", Beard sí defendió en el congreso organizado por Vocento, al que también acudió la feminista y escritora Gloria Steinem, que "la única manera en que las mujeres puedan sentirse como en casa en las estructuras políticas y de poder es cambiar esas estructuras".
"El poder que nos interesa más a todas es mucho más sencillo: que se nos tome en serio cuando hablamos. En el trabajo, en la tienda o en casa. Tenemos que tener la posibilidad de que nos escuchen", subrayó.
La catedrática admitió con su habitual humor que no tiene la respuesta sobre cómo hacerlo pero insistió en que hay que conseguir que "esas virtudes de las mujeres se vean como una forma de poder". Pese a carecer de respuestas para lograr el cambio, Mary Beard se mostró "optimista" y "convencida de que es algo que igual mis nietos y nietas sí verán".