No se conoce todavía la razón, pero hay madres que, los domingos por la mañana, no pueden dejar de llevarle a sus hijos con resaca un tazón, grande como un cántaro, lleno hasta el borde de Cola-cao con algo más de cuatro dedos de miel en el fondo. Tal y como los boxeadores se tragan media docena de huevos crudos, los jóvenes resacosos no tienen fuerzas para luchar contra semejante prueba y, rendidos, se beben a hipo semejante mejunje que, al final, les viene muy requetebién.
Y es que la miel es la reina de los superalimentos (ven, el prefijo super va pegado a la palabra, y no separado): contiene vitaminas, proteínas y sales esenciales, hierro, magnesio, calcio, zinc, fósforo… Vamos, todo lo que el cuerpo necesita.
Lo mejor del asunto es que en la provincia de Málaga existe una gran tradición apícola, esto es, la actividad que se dedica a criar y cuidar abejas para después robarles este preciado e imperecedero manjar. Gracias a ello, podemos disfrutar de un preparado especial llamado, precisamente, levantamuertos.
Éste es un producto elaborado por la empresa Naturdís en Alhaurín de la Torre. Hace ya cerca de una década, en 2014, esta empresa comenzó a ofrecer este preparado artesanal basado en unos ingredientes de los más naturales como son la miel de abeja pura y sin pasteurizar, jalea real, polen fresco y tintura de própolis, amén de otros elementos que proceden de diversas explotaciones agrarias de la provincia. Un auténtico complemento vitamínico que al contrario de los que compramos en la farmacia es totalmente natural y saludable, sin productos químicos. Si esta fórmula magistral no nos levanta el ánimo, nada lo hará.
La dulce senda
Una de las grandes ventajas de Málaga es que en la provincia se ha hecho una ruta de todo. Se pueden visitar bodegas, museos gastronómicos, pueblos donde se elaboran las mejores pasas del mundo… Con cualquier cosa de la que tengamos curiosidad, se puede organizar una visita para conocerlo mejor.
Y la miel, claro, no es una excepción. Es por ello que el turismo apícola tiene su huequito en nuestra tierra gracias a una entretenida y simpática senda de la miel en la que se ensalza esta actividad tradicional, al tiempo que pone el foco en la necesidad de conservar las especies apícolas por todo lo que significa para el medioambiente.
Localizada principalmente en la localidad de Colmenar, siendo el eje principal el Museo de la Miel, los participantes recorren junto a un equipo profesional de monitores, lugares en los que se encontrarán ejemplares de plantas muy relacionadas con la actividad apícola, abejas, floración y miel. Una propuesta interesante para disfrutar de un viaje de turismo gastronómico.
Un museo a mayor gloria de la humilde abeja
Porque el Museo de la Miel de Colmenar es la propuesta idónea si te apetece conocerlo todo sobre este alimento. Allí te enterarás de que, por ejemplo, los veganos no toman miel. ¡Ni siquiera cuando están acatarrados! Y todo el mundo sabe que una cucharadita de miel en la leche de almendras es mano de santo para atajar cualquier resfriado o variante de Covid que se tercie.
En fin, seas vegano o no, visitar este centro de interpretación es muy interesante ya que muestra las variedades que existen dentro de las propias mieles de Málaga, cómo se cultivan y recogen, al tiempo que, como hemos escrito, se inculcan valores sobre por qué es de vital importancia proteger a las abejas. Y es que su papel polinizador es absolutamente fundamental en el sostenimiento de la vida en el ecosistema global.
Para ello, además de una gran exposición en la que se explica cualquier aspecto que rodea a la historia de la apicultura (sus orígenes, la vida y el trabajo de las abejas, herramientas antiguas y actuales…), el Museo de la Miel también organiza actividades y talleres para niños y adultos de todo tipo, como esta ruta en la que, entre otras sorpresas, veremos a las abejas y su actividad al aire libre. Una actividad que está recomendada en especial para los más pequeños y que es totalmente segura. Y recuerda: no es lo mismo la miel da, que la miel regalá.
(Ah, por cierto, lo dejamos para el final por motivos obvios: durante los meses de julio y agosto no se visitan las colmenas debido al calor, pero eso no quita que se realicen las demás actividades. ¡Disfruten!) .