La arquitectura vernácula de la provincia de Málaga se ha convertido en un motivo de atracción para miles de visitantes. Los pueblos blancos, con sus calles estrechas que buscan refrescar el ambiente en los momentos del año de más calor, son un paraje ideal para inmortalizar en las fotografías. Pero no son los únicos.
Con este pretexto, la prestigiosa revista National Geographic elaboró una lista con los 10 municipios más reseñables que conforman el territorio malagueño. De costa a costa; de norte a sur.
Nerja
Sobre este municipio del oeste de Málaga destacan enclaves de gran valor para la memoria colectiva de una generación, como es el caso del "nostálgico Parque de Verano Azul y el Barco de Chanquete". No obstante, más allá de lo mediático, recuerdan el mítico Balcón de Europa y sus vistas.
"Callejear entre sus pequeños edificios blancos y perderse entre balcones llenos de flores y color lleva a conocer lugares como la Iglesia de El Salvador y el Ayuntamiento. Otro punto de interés es la cueva de Nerja", explican desde la revista.
Antequera
National Geographic define al "corazón de Andalucía" como un "viaje al pasado", poniendo en valor lugares como la Alcazaba, Bien de Interés Cultural; la primera iglesia columnaria de Andalucía, la Real Colegiata de Santa María la Mayor o el Convento de Belén, "con sus famosos dulces", instando al carácter artístico de los inmuebles religiosos.
El Acebuchal
Se trata de una aldea ubicada en las proximidades de Frigiliana. Aunque subrayan que los accesos no son sencillos, las vistas que se consiguen hacen que sea un paraje ideal para disfrutar del lugar. "Después de que, en 1949, se despoblase del todo, El Acebuchal quedó abandonado por 50 años, hasta que una pareja cuyos padres vivieron allí decidió volver y darle vida de nuevo al lugar", recuerdan.
Casabermeja
Un clásico en estas listas. Especialmente por las aportaciones al senderismo, las rutas rurales y los parajes naturales. Entre los aspectos a reseñar, cabe mencionar los cuatro lugares declarados BIC: la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro, el Cementerio de San Sebastián, el Conjunto Pictórico de Peñas de Cabrera y la Torre de Zambra.
Ronda
"El trazado de herencia morisca y el conjunto de casas blancas con blasones y refrescantes patios que se arremolinan en el centro histórico acaban por rematar el conjuro de enamoramiento que hechiza a los viajeros actuales.", inciden en National Geographic.
Frigiliana
Este pueblo perteneciente a la Axarquía malagueña, a tan solo unos minutos de Nerja, lleva años consolidándose como uno de los pueblos más bonitos del país. El blanco impoluto de sus fachadas que combina con el color turquesa de sus puertas. Frigiliana ya ganó en el año 1982 el I Premio Nacional de Embellecimiento, por lo que parece que su belleza no viene de un día o de dos.
Casares
Casares, un impresionante a la par que coqueto pueblo malagueño al que muchos reconocen por ser el buque insignia del andalucismo. Entre sus callejones nació y creció el político, escritor e ideólogo Blas Infante en el año 1885. Si algo caracteriza a este pueblo son sus cuestas y calles estrechísimas, por lo que te recomendamos que si vas a visitarlo utilices calzado cómodo. Especialmente reseñable la fortaleza construida por los árabes en el siglo XIII como bastión defensivo del reino nazarí.
Mijas
Si conducimos 34 kilómetros en dirección suroeste desde la capital de la Costa del Sol, llegamos hasta Mijas. Perderse entre sus callejones estrechos es el plan perfecto para desconectar. Pero no se puede llegar hasta aquí y no visitar la Plaza de la Virgen de la Peña donde hay una estatua de bronce con el símbolo insignia del pueblo: el burro.
Archidona
Si Verona tiene la leyenda de Romeo y Julieta, en Archidona está la de la Peña de los enamorados. Se dice que desde la montaña que se ve al oeste del pueblo un cristiano granadino y una musulmana de Archidona se lanzaron al vacío, ya que preferían morir juntos antes que estar separados.
Una vez dentro, hay que ir hasta la plaza Ochavada que cuenta con ocho fachadas. Todas ellas de ladrillo rojo y cal blanca pero diferentes entre sí. No hay que dejar de visitar tampoco la Iglesia de Santa Ana, que fue el primer templo cristiano del pueblo ni el Convento de Santo Domingo.
Genalguacil
Aunque cualquier época es buena para ir hasta Genalguacil, que en árabe significa Jardines del Visir, otoño es la estación por excelencia. Los tonos rojizos de las hojas junto con el arrebol del atardecer hacen sin lugar a duda honor al nombre del Bosque de Cobre.
Cualquier rincón de Genalguacil está repleto de arte, ya que desde 1994 son varios los artistas que cada año dejan constancia de su trabajo en el ya conocido como pueblo-museo.