Si el otoño fuera un personaje de las novelas de Mundodisco de Terry Pratchett, sin lugar a dudas uno de los rasgos de su personalidad sería que está locamente enamorado del Bosque de Cobre de la Serranía de Ronda. No se podría explicar de otro modo la arrebatadora belleza que inunda este enclave de la provincia de Málaga durante la estación más melancólica y pejiguera.
Cuando se dice que Málaga tiene de todo, es cierto: la provincia no destaca por lugares donde el otoño vista sus paisajes con una paleta de colores como la que despliega en esta espesura y, sin embargo, puede presumir de un entorno como éste.
La mayoría de las especies arbóreas malagueñas son de hoja perenne, pero este mágico rincón nos hace creer en los bosques encantando de los cuentos infantiles. Visitar este lugar debería bastarnos para acabar con la pereza que nos produce el reciclar.
El Bosque de Cobre se localiza en el Valle del Genal, el cual forma la serranía rondeña junto a la meseta y el Valle del Guadiaro. Y con su mera presencia podría dar nombre a la propia sierra, tal y como la escritora Úrsula K. Le Guin hizo con todo un mundo. Un cúprico paisaje que obsequia con una de las estampas más espectaculares de la provincia y en el que se reparten las localidades que parecen lanzadas sobre esta tierra al azar.
Alpandeire, Benadalid, Benalauría, Cartajima, Faraján, Genalguacil, Igualeja, Jubrique, Júzcar, Parauta, Pujerra y Yunquera resaltan con su blancura como hitos en una tierra dibujada por castaños de gran tamaño que, por fortuna, se vieron poco afectados por el incendio que asoló este verano a Sierra Bermeja. Municipios que durante octubre y noviembre están inmersos en la recogida de la castaña, alimento que marca la gastronomía local durante esta época.
Siete días de oro
De hecho, el próximo lunes 8 de noviembre, y hasta el domingo 14, Jubrique celebra la II Semana de la Castaña, un evento en el que este fruto es el protagonista principal de las recetas de alta cocina. Durante siete días, los visitantes cocinarán mano a mano junto con chefs de reputado nombre, con la instalación de showcookings en mitad de la plaza del pueblo, talleres sobre cómo cocinar con castañas o cómo sembrarlas, mindfulness en plena naturaleza y sesiones de música que inundarán el Valle del Genal.
Los fogones se sacarán, así, a la calle y se prepararán platos, postres y dulces de manos de Iván Sastre, denominado el chef de la castaña, y propietario del restaurante Bandolero. Pero no será el único ya que Sara Martín, regidora de la Bodega Hotel el Juncal; Miguel Herrera, fundador de la escuela de cocina El Golimbreo; y la cocinera Amanda Pérez, entre otros, realizarán muestras para exprimir todo el jugo (metafórico) a las castañas, a lo que se sumarán otras actividades.
Y es que este erizado fruto sirve como alimento base para la creación de innumerables platos desde hace siglos y se mantiene como un elemento fundamental tanto para la economía como para la cultura de la zona. Por ello visitar en esta época del año los pueblos que han surgido a la sombra del Bosque de Cobre es una gran oportunidad para descubrir hermosos paisajes, numerosas fiestas y una sabrosa gastronomía.
Un pantone divino
El locatis Philip K. Dick afirmaba que Dios en persona le había lanzado directo al centro de su mente un láser de un color que no existía en la naturaleza y con el que le había introducido información de vital importancia.
Algo mucho menos alucinado pasa cuando nos enfrentamos al Bosque de Cobre en otoño, cuando las hojas caídas de los castaños cubren la sierra con un pantone divino en el cual los marrones, naranjas, rojos, amarillos y ocres derivan en miles de combinaciones cromáticas en las que descubriremos nuevos colores que nunca habíamos visto.
Una alfombra viva/muerta que conspira con la luz para acercarnos a la naturaleza y hacernos sentir en paz, y que ahora es cuando debemos visitar aprovechando las numerosas rutas y sendas que recorren este hechizado entorno. Ante este panorama, que no os resulte raro si al caminar por el Bosque de Cobre os da un tabardillo y sufrís un brote del mal de Stendhal.
Eso sí, hay que recordar que los castañares no son lugares públicos, sino que están situados en fincas privadas que dan sustento a gran parte de la población de la zona, por lo que el respeto y el civismo han de ser la norma. Vamos, como deben ser en cualquier espacio natural, sea público o privado.
Rutas para recorrer el Bosque de Cobre
Si visitar el interior de la provincia de Málaga en verano, con sus sendas acuáticas y sus caminos a la sombra, es un gustazo, hacerlo durante el otoño es casi mejor. Son numerosos los trazados de pequeño recorrido que atraviesan esta espesura de castaños que se aprecia de la forma más cómoda y sencilla empleando los caminos locales, aunque también hay rutas de gran extensión.
Una de estas es la Gran Senda de Ronda, la denominada GR-141, que abarca varias etapas que discurren cerca del río Genal, siendo un itinerario que se sumerge por completo en el castañar.
Se ha elaborado una guía de senderos que aglutina tanto los tramos de Gran Recorrido (GR), como los más cortos y fáciles de recorrer en familia, pasando por las sendas de Pequeño Recorrido (PR) o los Senderos Locales (SL).
A la hora de tener en cuenta qué camino recorrer, los enlaces entre los diversos pueblos son una buena elección: de Jubrique a Benalauría (PR-A 291); de Benarrabá a Genalguacil (PR-A 240); de Benalauría a Algatocín (PR-A 238); de Benadalid a Benalauría (PR-A 236); de Atajate a Benalauría (PR-A 235); de Alpandeire a Atajate (PR-A 229); de Júzcar a Faraján (PR-A 227); de Júzcar a Pujerra (PR-A 225); o de Cartajima a Júzcar (PR-A 224).
Lo mejor, tal vez, es que todo este entramado kilométrico se puede ir combinando al gusto y entre los senderos de Gran Recorrido podemos disfrutar de, por ejemplo, el GR-249, que es la etapa 27: Benalauría-Genalguacil; mientras que en los de Pequeño Recorrido encontramos muchos más: PR-A 221 Ronda-Cartajima; PR-A 222 Parauta-Cartajima; PR-A 224 Cartajima-Júzcar; PR-A 225 Júzcar-Pujerra...
Entre los Senderos Locales, perfectos para disfrutar un domingo en familia (suelen ser rutas sencillas de pocos kilómetros y que duran entre una y tres horas), están el SL-A 141 de Yunquera-Los Sauces; el SL-A 164 de Los Saucillos; el SL-A 173 de Charco de la Cal y SL-A 174 Las Caleras, estos dos últimos en Igualeja.
También existen en la Serranía de Ronda numerosos miradores desde donde disfrutar de la vista de los castaños que conforman este cobrizo bosque. Las atalayas naturales de Pujerra, Atajate y Benadalid se unen al de Fray Leopoldo, en Alpandeire. Y no son los únicos. La gracia está en que el visitante los vaya descubriendo.
Una castaña en la boca
Para terminar, vamos a escribir un poco sobre el castañar, ya que esta formación forestal tiene una enorme importancia ecológica, cultural y económica para la Serranía de Ronda. Como hemos visto, desde el punto de vista paisajístico su valor es indiscutible y no tiene rival y, además, da sustento a numerosos oficios y tradiciones, siendo fuente de alimentación y de atracción turística.
El fin de la recogida de las castañas da paso a los tradicionales tostones, donde se asan castañas acompañándolas con anís, aguardientes y licores. Es decir, da paso a una fiesta del copón. Festejos que congregan a vecinos y visitantes para degustar platos cocinados con castañas que se irán, sin lugar a dudas, con un buen sabor de boca y las pupilas llenas de colores recién descubiertos.