Se llamaba Sibora Gagani, pero algunas de sus amigas la apodaban con cariño como Siby. La última vez que la vieron no era más que una niña risueña que amaba quedar con su grupito en cualquier parque de Nettuno, su ciudad, para echar un buen rato de risas y confesiones. Era delgada, alta, de pelo sedoso y tez morena. Su entorno más cercano coincide en que era "bellísima". De ahí su sueño por hacerse un hueco en las pasarelas. Quería ser modelo.
En 2009, la joven conoció a un chico llamado Marco Gaio en Nettuno. Después de tres años de relación, Sibora decidió trasladarse a España con él en busca de una nueva vida y experiencias diferentes; era muy aventurera. Según cuenta la familia, fue el propio Marco quien le dijo que la Costa del Sol era muy buen lugar para vivir. Durante su estancia en el municipio malagueño de Torremolinos, Sibora decidió buscarse la vida en el mundo de la hostelería trabajando como camarera en heladerías y cafeterías. Siempre que podía, no dudaba en volver a Italia para pasar unos días en familia. El contacto con su madre era prácticamente diario, eran uña y carne.
Sin embargo, a finales de 2013, Sibora decide volver a su país tras romper con Marco, pero decidió volver a darle otra oportunidad regresando a España a inicios de 2014. En julio de 2014, a Sibora se la traga la tierra después de cambiarse de piso tras romper con el italiano. El propio Marco explicó a los investigadores que la última vez que habló con ella fue a través de WhatsApp el 7 de julio. A la familia de Sibora, Marco les comunicó que Sibora se había marchado de casa tras una pelea sin dar ninguna explicación. Les llegó a preguntar incluso si su hija estaba en Italia con ellos. Desde entonces, su contacto con la familia de Sibora también se esfumó, algo que les resultó raro con el paso del tiempo.
"No sabía que tenía una bestia al lado", relata una de sus amigas de la infancia después de conocerque este martes 6 de junio, gracias a un novedoso sistema de rayos X, la Policía Nacional hallaba en el interior del dúplex donde ambos vivieron los restos mortales de Sibora. Su cuerpo fue introducido en un cajón de madera de conglomerado, repleto de cal, junto a un cuchillo ensangrentado y un ramo de flores cuidadosamente colocado en su torso. El cajón se ocultó tras una falsa pared en el citado domicilio, situado en el número 34 de la calle García de la Serna, donde desde hace siete años vivían los actuales inquilinos, que no terminan de asimilar este suceso.
La familia y los amigos de Sibora descansarán con algo más de tranquilidad después de nueve años de dudas y dolor, mucho dolor. Tratan de ahogar la pena y la impotencia recordando la "inmensa sonrisa" de Sibora, su alegría y su gracia. Los momentos de diversión que vivieron con ella. "Tenía unas ganas de vivir tremendas", declara una de sus amigas.
Sibora quería ser modelo, era su objetivo primordial en la vida. Se imaginaba el futuro subida a unos tacones y caminando encima de una pasarela. Su entorno asegura que había nacido para ello. Su físico era diez, pero su actitud aún más. Llegó a presentarse a certámenes de belleza en su país. "Tenía una sana picardía y una luz radiante", cuenta otra de sus amigas. Al parecer, Sibora tenía en mente estudiar algún curso de fotografía, algo ligado también a su admirado mundo del modelaje.
En su tiempo libre, Sibora amaba escuchar música y bailar con ella a todo volumen. "Era tan chula, me hacía reír tanto... Recuerdo cuando iba a su casa las mañanas de verano y bailábamos juntas con la música muy alta. Éramos muy jóvenes", recuerdan las mismas fuentes, a la vez que mencionan que su perrita Luna era "su gran compañera". Sibora amaba los animales y trataba de ir a cualquier parte con su mascota. Cuando no podía llevársela, el can le esperaba en casa deseosa de volver a ver a su dueña. No se separaban.
El padre de una de las mejores amigas de Sibora prefiere poner el foco sobre la última Navidad que Sibora pasó en su casa, escribiendo un mensaje a través de un grupo de Facebook que se ha creado para pedir justicia por la joven desde Nettuno. En aquellas fiestas, Sibora le contó con "mucha felicidad" que se iba a ir a vivir a España. "Ahora vivirá con nosotros en su sonrisa. Fue un ángel que tuvo la mala suerte de conocer al diablo. Sé que la ley no funciona así, pero ojalá nos lo entregaran... Sería la condena más correcta", zanja.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 52 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.
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