Hace poco más de un mes que la Universidad de Stanford publicó su reporte anual sobre la Inteligencia Artificial. Algunas conclusiones son que la IA aún no supera a los humanos en muchos campos y menciona el sentido común o la planificación entre otros.
La industria, es decir, las empresas son las que dominan la investigación y la inversión en grandes modelos de lenguaje que se ha multiplicado por 8 superando los 25.000 millones de dólares en 2022.
El coste de entrenar los modelos se está disparando. Si entrenar a Chat GPT4 costó 78 millones de dólares, entrenar a Gemini Ultra, le ha costado a Google 191 millones. Los EE. UU. lideran con 61 modelos destacables, frente a los 21 de la UE o los 15 de China. Faltan estándares robustos e iguales para poder verificar todos los modelos de manera comparable. La normativa y regulación sobre IA se está disparando. Los trabajadores que usan IA son más productivos y realizan trabajos de mayor calidad. La consciencia en todo el mundo sobre la IA ha crecido tanto como el nerviosismo que produce. La producción científica ha mejorado gracias a la IA con modelos como AlphaDev que mejora los algoritmos de clasificación o GNoME, que facilita el proceso de descubrimiento de nuevos materiales.
Los chicos del Centro para la 4ª Revolución Industrial del World Economic Forum han publicado una síntesis del trabajo de Stanford con sus propias conclusiones. Llama la atención que el tercer país del mundo en número de grandes modelos de lenguaje sea Francia con 8, frente a Alemania con 5.
La IA está generando empleos en múltiples sectores, y no siempre obvios, desde la energía, el agua, la gestión del calor, las redes de comunicaciones, y emplea a ingenieros de casi todos los campos, a matemáticos, a informáticos, pero cada vez más también a abogados expertos en las cada vez más complejas regulaciones o a entidades de certificación que deben acreditar que los modelos cumplen con las normativas.
Entre 1958 y 1975 el PIB de España pasó de 164.110 millones de pesetas a 1.184.100 millones de pesetas. Un crecimiento del 623% en 17 años. En el mismo periodo la renta per cápita creció más de un 300%. Hace 70 años España realizó la mayor transformación económica de su historia y uno de los pocos milagros de la historia económica mundial de la mano de los tecnócratas del Opus, de ingenieros y economistas que consiguieron en un tiempo récord convertir un país destruido por la guerra en una potencia industrial europea, en uno de los pioneros en el uso civil de la energía nuclear, en un gran fabricante de vehículos, entre otros méritos.
Lo primero que hicieron fue incidir en la formación. Desde las Universidades Laborales (gran invento) a la formación de directivos. Nace en julio de 1955 la EOI, la Escuela de Organización Industrial, fruto de un acuerdo, tomen nota, entre Ministerio de Educación y un potente Ministerio de Industria que cuenta con el INI, entre cuyas empresas se contaba Telefónica. Sólo un año después nace ESADE en 1956, el IESE en 1958 y EADA en 1963.
Poco después, Ricardo Valle, impulsa un instituto financiado por empresas del INI para enviar a las mejores universidades europeas y norteamericanas a los mejores postgraduados de ingenierías.
Lo primero, formar mucho y bien a muchos.
Veo a Francia a la cabeza de Europa en LLM (Large Language Models) para IA y me acuerdo de que es uno de los países que nos ha dado más y mejores matemáticos (Descartes, Fabri, Fermat, Lamy, L´Hôpital, Blaise y Etiene Pascal, d’Alambert, Carnot, Condorcet, Lagrange, Laplace, Ampère, Biot, Coriolis, Navier, Poincaré, Poisson…) Desde el siglo XVI en adelante suman centenares.
La unión matemática internacional concede desde 1936 la medalla Fields, “el Nobel de las matemáticas”, cada 4 años y de las 19 entregas, al menos 7 han ido a matemáticos franceses.
Cuando leí la autobiografía del científico antequerano Antonio Alcaide, me impresionó mucho sus relatos de sus primeros años en París, de los medios con los que contaba y de la excelencia científica de todos sus colegas. También que allí había dos niveles de doctorado y que, habiéndose doctorado en Madrid, volvió a hacerlo con el máximo nivel en Francia.
Ciencia básica. Hoy, las titulaciones de matemáticas exigen las mayores notas en la mayoría de las universidades de España. En la Universidad de Málaga el Grado en Matemáticas tiene una nota de corte de 11.96 superado sólo por el doble grado en Matemáticas e Ingeniería Informática con 13.45 de nota de corte.
Necesitamos cientos de matemáticos e informáticos. La UMA ha sido la primera Universidad de España en ofrecer un Grado en IA y Ciberseguridad. Lo paradójico es ofrecer sólo 65 plazas y la nota de acceso es 12.2 en una ciudad que emplea a más de 25.000 profesionales en el campo de la tecnología, que destaca por su clúster creciente de ciberseguridad y que está atrayendo a empresas de todo el mundo a implantarse. No podemos permitirnos la escasez de talento. No solo porque estos empleos son de calidad y están mejor remunerados que la media sino también porque necesitamos tener masa crítica en los campos que van a transformar el mundo y uno de ellos es sin duda la IA.
Según GP Bullhound, de los 100 potenciales unicornios europeos, 21 son franceses, fundamentalmente parisinos y fundamentalmente empresas tecnológicas. ¿Por qué Meta, Google o Microsoft han creado centros potentes en París? Seguro que no es ni por los días de sol, ni por el tráfico, ni por la playa, ni el coste de la vivienda, entre otras cosas. Van allí porque hay talento, conocimiento y mercado.
Pero en los últimos 8 años la UMA, solo en salarios, ha incrementado su gasto muy por encima de la financiación autonómica total, comiéndose primero sus reservas y generando desde 2022 un agujero que le pone plomo en las alas para hacer lo que debería, aumentar drásticamente la oferta de las titulaciones con 100% de empleo. Esto creará más empleo, mejorará la economía del sector tecnológico y, por consiguiente, siendo del orden del 15% del total, mejorará la de toda la comunidad.
Para ponerse al nivel de la media europea, Andalucía debe subir los peldaños de dos en dos y ello requiere poner las velas a favor del viento de los sectores más pujantes y que más crecen formando y atrayendo a los mejores.
En un mundo en el que la inmensa mayoría de los activos de las empresas que superan el trillón de dólares son intangibles, seguimos invirtiendo con más facilidad en ladrillos que en personas. Craso error.
Si la Consejería de Universidades no tiene fondos, Empleo o Industria podrían bien emplearlos aquí, ya que como vimos en la gran transformación de Francia en el siglo XVIII y XIX, o en la España de los planes de estabilización de finales de los 50, lo primero para obrar una gran transformación económica es la formación. Sería un error estratégico cerrar el grifo del talento matando la gallina de los huevos de oro.