Paco Lago, Alejandro Picatoste, Toni Albaladejo, Elisabet Valenzuela, Ana Albarracín, Alba Urbano, Víctor Rodríguez, Mauro Steiner, Patricia Montero y Carlos Lago. Todos ellos son Lago Interioriza, el mayor estudio de interiorismo y creatividad de la provincia de Málaga. Cuando se siente a comer en La Cosmo, Palodú, FOMO o Palo Cortado, piense que todo lo que tiene a su alrededor lleva la firma de estos creadores. EL ESPAÑOL de Málaga se sienta a la mesa con Paco Lago y Alejandro Picatoste, sus cabezas más visibles, para hablar largo y tendido de su oficio, de sus proyectos, de la ciudad… Este es el resultado.
Hablemos de quién es Paco Lago.
Paco Lago es un interiorista vocacional, que lleva trabajando más de 25 años. Y que empezó cuando trabajar como decorador en la ciudad era muy complejo. El empresario malagueño no entendía que se le pagara a alguien simplemente por pensar. Entonces, empecé a hacer proyectos llave en mano. Te doy una idea, pero también te la construyo. A raíz de una de las crisis decidí cambiar el rumbo y empecé a dedicarme solamente a la parte de diseño y desvincularme de la parte de obra. En aquel tiempo, Málaga era una ciudad en la que no se prestaba especial atención al diseño. Y eso me llevó a trabajar fuera. El primer sitio fue Granada y eso ya nos parecía una aventura. Ahí fue cuando pasé de interiorista autónomo a conformar un equipo joven.
Ha comentado lo de la crisis…
Cada vez que ha habido una crisis, hemos crecido, hemos podido abrir otras puertas y han aparecido oportunidades. Esa primera expansión, cuando en Málaga no había trabajo, cuando el mercado inmobiliario se cayó y no teníamos mucho que hacer, empezamos a trabajar en un proyecto que se llamaba Tiendanimal. Era una empresa malagueña, que inicialmente se dedicaba a vender por internet y a la que se le ocurrió hacer una tienda física.
Nos conocieron por algún trabajo, nos contrataron y ahí empezó nuestra manera de trabajar en retail, haciendo tiendas con ellos. Hicimos un proyecto de expansión que todavía sigue y que ya cuenta con más de 100 tiendas por toda España y Portugal. Y eso nos llevó a ampliar el equipo. Llegó Alejandro, que es mi socio. Todos los que forman parte del estudio son gente muy joven, millennials y empezamos a crecer. Ahí es cuando aparecen iniciativas en el mundo de la restauración, como con Palo Cortado Y Ta-kumi en Marbella, que hace que se nos empiece a conocer en la ciudad.
¿Qué supuso ese proyecto de Palo Cortado?
Creo que fue el primer disruptivo tanto para nosotros como para la ciudad. Se hizo un restaurante en un espacio que nunca había funcionado, con una estética bastante más cuidada que la media de la ciudad. Ahora estamos haciendo un proyecto para remodelar el espacio de Palo Cortado y volver a construir sobre ese mismo local, pero con otra marca.
Es un proyecto que avanza.
Nuestro principal enemigo es el Ayuntamiento. En ese proyecto ilusionante, tenemos que esperar como un año para que nos dé viabilidad sobre dos locales ya existentes, cuando nosotros vamos a tardar en hacer el proyecto un mes. Eso obliga al inversor a esperar ese tiempo para iniciar la obra.
Por lo que me da a entender, son los mismos males que vienen denunciando desde hace años arquitectos, promotores…
No puede ser que alguien venga con una inversión a Málaga y se tarde tanto. De lo que se trata es de abrir un local al público. Eso va contra la economía. Una persona llega, alquila un local y empieza a pagar. Pero como tenga que hacer un proyecto… Otro ejemplo, La Cosmo. Es una cafetería que se llamaba Eurogallo. Dani (Carnero) se queda el local y cuando vamos a iniciar el proyecto vemos que la normativa obliga a adaptar el establecimiento si modificas cualquier elemento.
Es decir, si cambio la barra, tengo que adaptarla a personas con discapacidad, así como los baños. No pudimos hacer nada porque si tocábamos algo estábamos obligados a cambiar el local al completo. Y eso sería fantástico si el Ayuntamiento fuera a favor tuya. Si resulta que decido cambiar algo y el visto bueno municipal tarda meses y meses.
"Trabajamos en duplicar el espacio del restaurante Messina; de 30 plazas pasará a 20, pero tendrá una planta para espacio de investigación y desarrollo"
¿Ocurre lo mismo en otros sitios donde trabajáis?
Estamos en Marbella con Messina, restaurante que ya cuenta con una estrella Michelin. De lo que se trata ahora es de duplicar el espacio. A Mauricio (Giovanini) le sale la oportunidad de coger también la planta de arriba, que era una oficina. De las 30 plazas que tenía quiere reducir la capacidad a 20. Y dedicar la planta superior a un espacio de investigación y desarrollo. Y en este caso el Ayuntamiento de Marbella va de la mano al 100%. Tiene mano directa con la persona o con el técnico responsable.
¿Usted es de Málaga?
Nací en Sevilla, pero de manera accidental. Viví solamente un mes. Con mi familia he vivido por esta zona siempre (Camino de los Almendrales).
Le pregunto por eso, porque tienen su estudio aquí mismo.
Buscamos un espacio que no estuviera céntrico, porque nuestro cliente no es ocasional, y en el que estuviéramos cómodos. No queríamos un espacio cara al público. Ahora hemos comprado una parcela para hacer un nuevo edificio, porque este ya se nos ha quedado pequeño.
¿Pero el trabajo que tienen es básicamente local?
Trabajamos también con Hilton y hacemos con ellos hoteles por toda Europa. Tienen una gama amplia en su portfolio y una de ellas es Grand Vacations, dedicada a resorts vacacionales, apartahoteles por todo el mundo. Llevamos la cuenta de Europa. Al final trabajamos en remodelaciones de esos espacios, con lo que continuamente estamos viajando y haciendo proyectos fuera de Málaga. Y hemos estado con el proyecto Tiendanimal. Es cierto que en algún momento nos ha tentado esa idea de irnos a Madrid, pero es que la marca Málaga ahora ya es muy evidente. Es algo que veíamos venir.
Cuando dice que lo veía venir, ¿a qué se refiere?
Lo que ha pasado en Málaga lo empecé a ver en Valencia. Fue un empresario que vino un día al estudio. Era chef y se dedicaba a la gastronomía en cruceros de lujo. Tenía clientes para los que cocinaba y daba la vuelta por el mundo. Hubo un momento en que se cansó y llegó a Málaga. Se entrevistó con nosotros porque quería dejar de trabajar en ese formato y abrir un restaurante. Cuando le pregunté por qué elegía Málaga me contestó que Málaga iba detrás de un fenómeno que ya pasó en Valencia, que ya se consolidó como un cambio de metrópoli.
Y eso está pasando en Málaga desde hace diez años. En nuestro caso, al ser un equipo grande, creo que el más grande de Málaga y me atrevo a decir que de los más grandes de Andalucía en cuanto a diseño, estamos obligados a buscar grandes empresas o grandes marcas. Nuestro proyecto de emprendimiento estaba pensando en Madrid, pero desde hace tiempo nuestro rumbo cambió y decidimos que Málaga era el sitio. Era muy evidente lo que estaba pasando. Fíjate en las marcas que están llegando a Málaga en restauración, en talento, con Google. Málaga ahora mismo tiene una marca muy protectora, creo que podíamos sortear una crisis simplemente con el sello Málaga.
No tiene temor a que pueda desinflarse.
Hemos cambiado nuestro plan estratégico. Siempre habíamos pensado que Málaga no era fundamental para poder mantener la estructura que tenemos, pero ahora vamos a hacer hincapié en ello. Si antes el 70% de los proyectos eran de fuera de Málaga, ahora es al revés. Estamos con ocho o diez proyectos de restauración en Málaga, con uno hotelero y con varios espacios de trabajo. Aunque es verdad que la restauración es la parte principal.
Pero la restauración es pilar fundamental.
(Alejandro): Nos podemos considerar, casi, como especialistas en el mundo de la restauración.
(Paco): No solamente hacemos restauración, aunque a lo mejor es por lo que más se nos conoce. En la calle Carretería hemos hecho un espacio muy humilde que se llama FOMO, pensado para millennials y con muy poca inversión, pero con mucha imaginación. Ricardo, que tiene la Cheesequería, ha habido al lado un barecito que está teniendo éxito absoluto. Fue una iniciativa de muy poca inversión económica. Nuestros honorarios son fijos, no cobramos porcentajes dependiendo de lo que se vaya a gastar el cliente. Nos gusta más la idea de que se nos pague por esa parte creativa.
Nos encanta que nos lleguen proyectos de gente joven. Es verdad que puede tener el hándicap de la inversión, pero hace que crezca la imaginación. A eso se suma que la gente joven tiene menos prejuicios. Uno de los problemas que nos encontramos con el empresario malagueño es que no se cree la ciudad, está pensando en que todo vuelva a ser como antes. Y lo que está pasando es que llegan iniciativas de fuera con conceptos completamente diferentes que el empresario clásico no se cree.
Me interesa eso que comenta.
Hay una parte del empresario malagueño que viaja por todo el mundo, que tiene la capacidad de ir a ver y probar la cosa más rara, pero cuando viene aquí dice: "Eso, en Madrid sí, pero en Málaga, no". Ese público joven tiene la mente más abierta, es capaz de entender que somos 11 personas y que nos dedicamos solamente a pensar y a rentabilizar los espacios.
Aludía precisamente al principio de la conversación a que en los inicios de su profesión el empresario malagueño no entendía que se pagase a alguien solamente por pensar. Por lo que me cuenta, eso se mantiene hoy día…
Mira lo que ha pasado en la Plaza de la Constitución con el Café Central, donde ha llegado una franquicia. No tiene sentido que eso haya pasado en la ciudad. No tiene sentido que en el kilómetro cero de la ciudad tengamos ese pub, que se haya perdido un espacio emblemático, con historia. Eso, por ejemplo, en Madrid no pasa. Allí todo ese tipo de iniciativas están súper controladas, pero por el propio empresario. No hace falta ni que el Ayuntamiento participe. Por ejemplo, El Comercial, que es una obra de arte. El empresario malagueño todavía no se ha terminado de dar cuenta y debe de ser consciente de que van a pasar muchas cosas aquí.
"Hay una parte del empresario malagueño que viaja por todo el mundo, que tiene la capacidad de probar la cosa más rara, pero cuando viene aquí dice: 'Eso, en Madrid sí, pero en Málaga, no'"
¿Cómo afrontan el encargo de intervenir en un restaurante?
Uno de nuestros clientes es Los Marinos José, un referente a nivel nacional en cuanto a producto. Está en cualquier guía gastronómica y en la parte alta de la tabla. Tienen una cocina muy de producto y sencilla. Hemos remodelado completamente todas las instalaciones, pero nuestra intervención no le resta protagonismo al producto. No hacemos decoración de autor, nuestros proyectos son diferentes unos de otros y se adaptan al cliente.
Nuestro estudio se llama Interioriza. No es solo una palabra, sino nuestro leitmotiv. Tomamos como referencia el método Stanislavski, que utilizan muchos actores para enfrentarse a un personaje. Lo que hacen es vivirlo. Pues, en nuestro caso, lo primero que hacemos es interiorizar el concepto. La parte final y más fácil es la estética. Lo complicado para nosotros es entender al cliente y este, normalmente, no es el que contrata, sino que el que luego va a visitar el local.
Eso a muchos empresarios malagueños les cuesta entenderlo. No hacemos un local para que te guste a ti, sino porque sabemos al público objetivo al que se destina. Y a eso se suma que llevamos mucho tiempo leyendo entre líneas a los críticos gastronómicos. La mayoría de nuestros locales han sido premiados. Palodú acaba de ser distinguido con un Sol de Repsol y Dani Carnero, con La Cosmo, consiguió la Bib Gourmand en menos de un año.
(Interviene Alejandro para explicar la parte ergonomía de un restaurante)
Hay una parte que está basada en las sensaciones, no ya en la parte visual, estética… Es como una máquina, en la que cocina, camareros, sala, tienen que funcionar bien. Eso tiene un trabajo previo, de conocer. Para que el cliente viva adecuadamente el espacio, es muy importante atender aspectos como la iluminación, el control del sonido, la reverberación, el confort acústico y visual… Muchas veces un cliente entra a un espacio y no sabe por qué se siente bien, pero se siente bien. Hay una parte invisible que denominamos interiorismo invisible, a la que le damos mucha importancia.
"Muchas veces un cliente entra a un espacio y no sabe por qué se siente bien, pero se siente bien. Hay una parte invisible que denominamos interiorismo invisible"
Claro, porque ir a uno de estos restaurantes de nivel ya no es solo ir a comer.
Efectivamente. Cada vez que nos enfrentamos a un proyecto hay dos cosas que nos exigen más. Una es esa experiencia; la otra, que esa experiencia sea instagrameable. Cada vez más estamos diseñando locales para un público millennial que no se conforma solo con comer, sino que quiere que la gente vea lo que ha comido.
Cada vez que ejecutan un proyecto, ¿van después como clientes? Y, en ese caso, ¿la percepción que tienen es la que habían imaginado antes?
Y si no aprendemos de ella. El verdadero resultado de un espacio pasa al año de haberlo vivido. Como diseñador piensas que las cosas van a pasar de una manera y cuando lo visitas, ves si pasan de esa manera. Observas por dónde entra la gente, cuáles son las mesas que tardan más tiempo en ocuparse y cuáles las que la gente quiere. Y cuando no pasa como lo habías previsto es un error. Cuando vamos a un restaurante que hemos transformado no vamos para comer, sino a mirar. Para nosotros es muy importante que el personal de sala esté contento, porque puede ser un martillo pilón para el cliente.
Por lo que cuentan, son infinitos los detalles a tener en cuenta…
Se hace un estudio profundo de cómo trabajan, de cómo se mueven por el espacio… Hace poco coincidimos con Dani Carnero en Palodú y nos decía que habíamos hecho un restaurante Michelin. Es un restaurante que está hecho para la Guía Michelin. Es un diseño pensado para estar en guías. Tienen una cocina que se degusta a través de un menú. Son dos chavales jóvenes con una gran energía y lo que hace falta es que la ciudad la entienda.
Ahora hay mucho turismo gastronómico que viene referenciado por guías. Y cada una de ellas tiene un criterio diferente. Una parte importante de nuestro trabajo consiste en pensar cómo piensan esos inspectores, entender a cada uno de ellos. Dentro de la experiencia, aportamos una pequeña parte, pero esa pequeña parte es vital.
Ninguno de los restaurantes se lleva un reconocimiento por el interiorismo. Muchas veces le decimos a nuestros clientes que creemos tener la capacidad de llamar la atención a la primera visita, pero la segunda ya se la juegan ellos. En la segunda visita a un restaurante no vas porque sea bonito…
"Una parte importante de nuestro trabajo consiste en pensar cómo piensan los inspectores de las guías, entender a cada uno de ellos"
Hablaba de la existencia de un turismo gastronómico…
José Carlos (García) tiene mucho contacto con turistas a través del puerto; Dani está en el Centro y gran parte de su cliente en Kaleja es un cliente gourmet. Es un cliente que va buscando esa experiencia a través de guías especializadas. Ahí te la juegas. Porque es un cliente que tiene un criterio, una cultura.
Hace poco contábamos en EL ESPAÑOL el resultado de un informe encargado por el Ayuntamiento a la Basque Culinary Center sobre el sector gastronómico de la ciudad. El trabajo apuntaba potencialidades, pero también amenazas claras como la gentrificación, la proliferación de franquicias y la saturación del Centro.
Fíjate cuando pasó la pandemia, el montón de restaurantes que murieron porque son restaurantes para turistas. Los hosteleros se han dado cuenta de ese riesgo, de que la gente llega como en paracaídas, pasa delante tuya y ya nunca más los va a ver. Durante la pandemia el malagueño no iba a ninguno de esos restaurantes. Y parece que nos hemos olvidado de eso. Porque vuelven a aparecer oportunidades como la de esa cafetería espantosa en el Centro. Ese punto de oportunidad empresarial está ahí, pero creo que debe haber un proyecto de calidad y el Ayuntamiento debe proteger esos puntos tan históricos.
Cómo testigos de la Málaga actual, ¿qué paso debe dar la ciudad?
Debería de haber un trámite de calidad en materia de aperturas y que se vigile para que cada uno de los proyectos que se presenten aporten algo a la ciudad, no solamente el valor económico para el que lo va a montar. Y en especial en sitios clave. Si el Ayuntamiento estudia el proyecto de interiorismo que presento, también debe estudiar el tipo de establecimiento que se asienta en según qué zonas. Hay mil sitios, hay mil barrios, mil centros comerciales, pero nuestro Centro, que es tan pequeño… Debería existir ese filtro.
"El Ayuntamiento debe contar con arquitectos, interioristas, diseñadores y generar uniformidad y orden en las terrazas, porque no lo hay"
¿Les gusta lo que ven cuando camináis por el Centro o la Alameda?
(Alejandro): Le falta un poquito de orden estético, sobre todo en fachada. Por ejemplo, cuando paseas por la plaza de Uncibay… Se observa cómo ha perdido el orden urbano. Ves cada fachada que es de su padre y de su madre, con rotulaciones hechas con muy mal gusto. Ese control, para mi gusto, falta.
(Paco): Y falta que se atreva con las terrazas, Es patético pasear por las terrazas de Málaga, que en algunos casos parecen pequeños chambaos, con los toldos… Hemos dejado una ciudad muy bonita, con el centro peatonal, pero se lo cargan las terrazas. Debería haber un criterio estudiado, con un equipo técnico y consensuado con los hoteleros, para que los restaurantes también sean atractivos en esa parte.
Nosotros hemos terminado un proyecto en Beluga, donde hemos diseñado una terraza. Tiene cierta estética, cierto orden al tratar la iluminación. Es un negocio que está en lista para competir por una estrella Michelin. En algún momento, el Ayuntamiento debe contar con arquitectos, con interioristas, con diseñadores y generar una uniformidad y un orden, porque no lo hay.