Hay cuestiones que no se pueden solucionar a nuestra microescala humana. Por ejemplo, sería imposible la identificación de todos los tejados que tengan amianto —el material cancerígeno que tanto se usó en la construcción en décadas pasadas— yendo una persona casa por casa con una libreta. Y el cambio climático, argumentan desde la startup de origen malagueño AgForest, es similar en ese sentido: una problemática que se debe afrontar desde las soluciones exponenciales que ofrece la tecnología.
"Tenemos que afrontar problemas que crecen de forma exponencial como la contaminación, el CO2, la escasez de agua o los eventos climáticos adversos", analiza el jefe de tecnología o CTO de la compañía, Pablo Quesada, en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga: "No podemos atender esto con actuaciones locales y pensamiento lineal. No vamos a solucionar el cambio climático porque un Ayuntamiento cambie las farolas por luces LED. No es suficiente".
AgForest combina el uso de imágenes satélite con el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial para conseguir "ver aquello que el ojo humano no ve": "Es una tecnología que ha llegado para ayudarnos a afrontar esos cambios exponenciales", argumenta Quesada. Empezando por algo tan concreto pero impactante como la retirada de material cancerígeno de los tejados de las casas y polígonos.
"Nuestra entrada fuerte al mercado ha sido a través del amianto. Fue una oportunidad que apareció en el mercado a través de la legislación", relata el también cofundador de la compañía: "Es un material súper cancerígeno por el que se ve afectada cualquier persona que viva debajo o pase por debajo del material; pero, si te vas a cualquier polígono industrial, vas a ver que casi todas las cubiertas son de euralita".
¿Por qué trae complicaciones? "Es peligroso porque la vida útil del material son 35-40 años y, a partir de ahí, empieza a soltar esas partículas finas que se quedan en el aire que, si las inhalas, son las que provocan cáncer", explica Quesada, que además está doctorando a tiempo parcial en biotecnología avanzada por la Universidad de Málaga.
"Hemos conseguido llegar a ese grano fino [de detección de materiales mediante imágenes satélites]", apunta: "Somos capaces de detectar hasta superficies menores de cuatro metros cuadrados, con satélites que nos dan una resolución de 0,25 metros/píxel; es decir, muy chico. Es un algoritmo único en el mundo, actualmente no tenemos ninguna competencia desde ese punto de vista. Tiene una precisión increíble".
El planteamiento de este emprendedor en serie es que esta tecnológica "realmente es diferencial" y otorga la capacidad de "abordar problemas a escala mundial": "Los satélites no están solo en España, no están vinculados a un único mercado, sino que los podemos posicionar en cualquier ubicación para que tome la imagen que necesitamos en el momento que necesitamos", indica.
"Nos permite hacer un análisis, que además puede tener en cuenta el aspecto multitemporal porque tenemos un catálogo de imágenes desde hace 6 o 7 años, para entender qué está ocurriendo en un sitio y a partir de ahí iniciar una monitorización a lo largo del tiempo que nos permite ir controlando", continúa Quesada: "También hacemos un modelo predictivo que a largo plazo nos permite entender por dónde van a ir un poco los distintos escenarios que me puedo llegar a plantear".
Además de esa puerta de entrada al mercado mediante la retirada de amianto para Administraciones públicas, desde el principio se plantearon que estas innovaciones se podían aplicar al sector agrario o al seguimiento de la deforestación. También han desarrollado proyectos de análisis posincendios —como la medición de la severidad del incendio de Sierra Bermeja por zonas— o la monitorización del agua —turbidez, aparición de algas en exceso, incluso para la detección de plástico—.
"El objetivo de AgForest es I+D+i para la sostenibilidad. Hemos participado en proyectos de investigación para detección de la presión turística en distintos emplazamientos de la montaña, con financiación europea", explica Pablo Quesada: "También hemos colaborado en otro aquí en Málaga para el cálculo de sumideros de carbono e islas de calor urbanas, concretamente, para la medición del índice de biodiversidad de la ciudad".
AgForest nació en la capital de la Costa del Sol en 2021 y empezó a comercializar sus soluciones en verano de 2023. Desde entonces hasta final de aquel, llegaron a facturar unos 300.000 euros. Ahora, sus previsiones pasan por superar el millón de euros en 2024 e invertir 6 millones hasta 2028 en inteligencia artificial geoespacial para la sostenibilidad.
"Y nos gustaría que esos 6 millones aumentasen", avisa Quesada: "Nuestra idea es reinvertir todos los beneficios de la empresa, no queremos ser una startup que venda humo y por eso hemos querido ser comedidos". Su idea es abrir una ronda de inversión en el futuro, pero actualmente no: "Estamos creciendo orgánicamente muy bien y, en todo caso, sería en los próximos dos años para crecer aún más rápido".
Actualmente, unas nueve personas trabajan desde Málaga en AgForest, a lo que se suman un colaborador en Sevilla y varios socios en Madrid y Londres, con vistas a una pronta internacionalización. Para fidelizar al equipo, dice su CTO, es clave la gratificación personal que sienten al trabajar en un proyecto con impacto positivo en el planeta.
"Seguro que en el futuro vamos a ver soluciones similares. Ahora no somos de los únicos, pero sí de los pocos. Y la verdad es que tenemos un equipazo... Esto va como una moto", sentencia.
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