Cada 12 de diciembre, las estrechas y empinadas calles de Casarabonela, un precioso pueblo ubicado en la Sierra de las Nieves de la provincia de Málaga, se llenan de luz y tradición en su emblemática Fiesta de los Rondeles, que se originó en el siglo XVIII. Esta celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía en 2001, es una de las más singulares y curiosas de la región, uniendo elementos cristianos con antiguos rituales paganos en una experiencia que trasciende lo meramente festivo.
La noche de los Rondeles coincide con la víspera de Santa Lucía, que recibe su nombre por la luz. Lucía significa luminosa y llena de luz, motivo por el que se la representa en muchos países con una lámpara de aceite encendida en la mano, según informan desde la web del ayuntamiento de la localidad.
Es por ello también por lo que la procesión de Los Rondeles tiene al fuego como protagonista, ya que el pueblo se ilumina con capachos de esparto empapados en aceite que, encendidos por los rondeleros, proyectan sombras fantasmagóricas en las fachadas blancas del pueblo.
Sin embargo, la celebración no siempre fue como la conocemos hoy. Tras la Guerra Civil española, la fiesta dejó de celebrarse temporalmente debido a la percepción de algunos detractores de que tenía más un carácter pagano que cristiano. Este aspecto se debía, en parte, a la participación activa de las mujeres en el evento, algo que en su forma antigua era inusual. No fue hasta la década de 1970 que la festividad resurgió, aunque con modificaciones significativas, incluyendo la adopción de llevar los rondeles enrollados en lugar de desplegados, para prolongar su combustión y garantizar su duración durante la procesión.
A partir de esa reinvención, la idea de preservar y organizar esta tradición cobró fuerza, lo que llevó a la creación en 1993 de la Asociación Amigos de los Rondeles. Esta entidad no solo revitalizó la fiesta, sino que también impulsó la restauración de la Ermita de la Veracruz, donde desde el año 2000 se venera a la Virgen de la Pastora.
La veneración pagana al fuego está en el origen de esta fiesta.
Diputación
La talla que se encuentra en Casarabonela, inspirada en la hermosa imagen de la Divina Pastora de Capuchinos de Málaga, fue bendecida por el Vicario de la zona el día 11 de diciembre de 1999 con el nombre de María Santísima “Virgen de los Rondeles”, saliendo por primera vez en procesión al día siguiente, 12 de diciembre.
La procesión comienza siempre alrededor de las 10 de la noche con la bendición del fuego que encenderá los capachos. Desde la pequeña plaza junto a la Ermita de la Veracruz, los rondeleros inician su recorrido, subiendo por las empinadas calles hasta la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, situada en la parte más alta del pueblo. A lo largo del camino, el fuego, el humo, el olor a aceite y el sonido de las castañuelas moriscas crean una atmósfera única, casi irreal, que envuelve a los participantes y espectadores en un ambiente de profunda conexión con la tradición y la naturaleza.
Este evento, que en sus orígenes, allá por el siglo XVIII, servía para agradecer la cosecha de aceitunas a la Divina Pastora, ahora se resume en un pueblo unido por la tradición cada 12 de diciembre. En la actualidad, las llamas iluminan a la Divina Pastora desde la salida de su ermita hasta la plaza de la Iglesia, en un recorrido nocturno en el que el fuego de los rondeles que portan los molineros, y el de los candiles que algunos vecinos colocan en sus fachadas, se convierten en la única iluminación del pueblo durante la celebración.
Después de recorrer las calles, el cortejo llega a la Iglesia de Santiago, donde la Virgen hace su entrada mientras los rondeleros esperan en la puerta. Es en este momento cuando se cierra la parte religiosa del evento con una salve en honor de la Virgen de los Rondeles. Sin embargo, la fiesta no termina aquí. Acabada la procesión, los participantes se dirigen a la Plaza de Casarabonela, donde los actos religiosos dan paso a una celebración más lúdica que se extiende hasta altas horas de la madrugada. En torno a una gran fogata, vecinos y visitantes comparten chocolate caliente, buñuelos y "tostones" (rebanadas de pan con aceite y ajo), en un ambiente que te enamorará y te hará volver el próximo año.
La Fiesta de los Rondeles es, por tanto, mucho más que una celebración "rara" o "curiosa". Es un evento cargado de significado cultural y social, pero también religioso e histórico. En esta tradición se refleja la identidad y el espíritu comunitario de Casarabonela cada 12 de diciembre, algo verdaderamente importante en una sociedad donde cada vez olvidamos más nuestras raíces.