El presidente de la Agrupación de Cofradías, Pablo Atencia, hace balance de cómo ha sido el 2021 y los retos a los que se enfrentan las hermandades en 2022. Señala que el año pasado fue de menos a más, pudiéndose celebrar "prácticamente la totalidad de actividades planteadas por el Centenario". Tras el Congreso, las exposiciones y la Magna, el Viacrucis se plantea como colofón a esta efeméride de los 100 años.
Al respecto de las elecciones en San Julián y su reelección, comenta que es algo ahora mismo "no está sobre la mesa", aunque le gustaría "conocer cuál es el sentir de los hermanos mayores para evitar que hubiera dos candidatos".
El 2022 ha llegado con la gran incógnita de si será el año en el que las procesiones volverán a salir a la calle en Semana Santa. Asegura que las líneas de trabajo van dirigidas hacia el recorrido oficial de 2019, aunque serán las circunstancias las que determinen si finalmente hay que cambiar de trazado de manera extraordinaria.
El inicio del año pasado estuvo marcado por unos datos del covid muy negativos. Sin embargo, al final pudimos cerrar el 2021 con la magna del Centenario ¿Qué balance hace?
Ha sido un año en el que hemos ido de menos a más. A finales de 2020, éramos conocedores de que la vacuna ya estaba en marcha. Comenzamos posponiendo el Viacrucis con motivo del Centenario al próximo 5 de marzo. En algunos casos hemos tenido que desarrollar las actitividades con restricciones y limitaciones, pero se han podido celebrar prácticamente todas.
La Semana Santa fue muy especial porque, aunque no pudimos salir a la calle en procesión, vivimos unos momentos muy emocionantes con nuestros titulares en los templos. Veníamos de un 2020 en el que habíamos tenido que pasar la Semana Santa en nuestras casas. Esperamos que para este 2022 se viva en la calle.
Con respecto al Centenario, hemos tenido las dos exposiciones, los traslados de ida y vuelta, la Magna, el Congreso Internacional y el Foro Paneuropeo. El hecho de ir de menos a más nos ha permitido disfrutar mucho.
Desde el primer momento transmitieron con seguridad que en 2021 se iba a poder celebrar la Magna. ¿Estaban tan convencidos como daba la sensación o había que jugársela?
Nosotros analizábamos los datos de la pandemia con las cifras que ofrecían los medios de comunicación. Ahí íbamos viendo cómo evolucionaba la incidencia a 14 días. Éramos conscientes de que durante el verano íbamos a ir a peor porque los jóvenes no se habían vacunado todavía, pero sí que se apreciaba su resultado en otros grupos de población.
Por tanto, hicimos una extrapolación y vimos cómo en agosto y septiembre la incidencia iba a ir bajando. Pese a conocer esas cifras, teníamos la duda de qué podía pasar. Aun así, se trataba de actividades al aire libre, con mascarilla y en espacios amplios.
Desde un punto de vista sanitario, no se produjo una explosión de casos, como parecían argumentar algunos sectores contrarios a las cofradías.
Eso es. De hecho, hicimos un seguimiento y en las semanas posteriores no hubo ningún incremento de casos. Llevamos dos años conviviendo con el covid y hemos aprendido cómo funciona. Somos conscientes de que mantiendo unas medidas de protección como la mascarilla, la separación o los espacios amplios y al aire libre, se puede garantizar salir a la calle con normalidad. Fruto de ello, optamos por espacios amplios como la Alameda, Marina o el Parque para mantener la seguridad, tal y como se va a hacer con la Cabalgata.
¿Qué repercusión ha tenido la Magna para la Agrupación?
Pusimos a la venta 24.000 sillas, pero el lunes anterior llegó una previsión de lluvia de cerca del 80% y se frenó la venta. Luego remontamos, y conseguimos vender cerca de 15.000, que es un dato muy bueno. La cabalgata de Reyes, en sus mejores años, ha rondado esa cifra de localidades. Creo que es un número muy exitoso.
¿Y desde un punto de vista emocional?
Muy positivo. Estábamos muy necesitados y las hermandades, la sociedad, las administraciones y la ciudad en general sentimos ese rebulsivo. Llegó en un momento muy bueno para asumir que era compatible salir a la calle con nuestras Imágenes, tomando algunas medidas, porque por momentos teníamos la sensación de que las limitaciones nos estaban sobrepasando. En este caso, igual que en los traslados previos y las extraordinarias, nos ha servido para asumir que es compatible el culto público con el covid.
La próxima fecha marcada en el calendario es el Viacrucis del Centenario. ¿Con esta celebración se pone el punto y final a esta efeméride?
A priori es la última actividad. El Viacrucis, con 14 imágenes que saldrán a la calle en andas representando las estaciones de San Juan Pablo II, será el cierre. No obstante, estamos pensando en celebrar algún acto de clausura después del verano, pero tenemos que determinarlo durante el primer trimestre del año.
La Semana Santa en la calle parece una idea asentada. ¿Cómo se está trabajando desde un punto de vista organizativo?
A nivel de administración, todo lo que hemos trabajo en la Magna nos va a servir de base para la Semana Santa. El gran reto está en que los espacios que planteemos, es decir, el recorrido oficial, tengan unas características compatibles, como ya ocurrió en octubre. A priori no hemos visto reticencias, pero vamos a ver cómo evoluciona.
Quedan más de 4 meses y en este tiempo es muy dificil determinar lo que va a suceder. Si tiras para atrás, hace cuatro meses estábamos en agosto. ¡Fíjate todo lo que ha cambiado en este tiempo! Hemos tenido meses muy buenos, como octubre, y ahora estamos en una situación con los contagios muy altos, con menos hospitalizaciones, aunque existe una sensación que nos está frenando un poco. Creo que en el próximo trimestre esto se va a relajar y vamos a volver a cotas similares a las de la magna.
¿Se baraja la posibilidad de que las procesiones discurran por otros espacios? ¿Un cambio de recorrido extraordinario por la situación?
No. Nosotros ahora mismo trabajamos con el escenario de 2019. Serán las circustancias las que nos obliguen a cambiar. Para la Magna planteamos un trazado en el que optábamos por espacios más estrechos, pero la situación hizo que tuviéramos que decantarnos por grandes avenidas. A cuatro meses vistas, partimos del recorrido de 2019. Las circustancias serán las que nos obligarán a optar por el recorrido oficial o a buscar otra alternativa.
A colación del nuevo recorrido oficial, se elaboró una lista con un gran número de defectos que tenían que ser subsanados. ¿En qué estado se encuentran?
Tras el nuevo recorrido oficial, se celebró una junta de gobierno en la que recogimos un listado muy amplio de aspectos negativos, positivos y, sobre todo, de mejoras, que era el más extenso. Todas ellas estaban ya trabajadas para la Semana Santa de 2020. Eran cuestiones relativas a la estética y a la adecuación de espacios nuevos (calle Martínez, Atarazanas, Torregorda, la Alameda que estaba en obras, la acera de la Marina...). Hubo muchas carencias de tipo estético que trabajamos con el Ayuntamiento y con los proveedores. El vallado, por ejemplo, vuelve al burdeos.
¿También los techadillos de las tribunas?
Exactamente. Ahí es donde tenemos más dificultad porque, con el nuevo recorrido, teníamos que reubicar a los abonados, por lo que hay espacios con más personas (como la acera de la Marina) en los que tenemos que trabajar por una estética mejor. Se ha buscado haya elementos decorativos alusivos al centenario, mejora de la iluminación y en las terminaciones de los palcos de Molina Lario. Seguiremos en ese proceso.
Después de que no se pudieran celebrar las procesiones en 2020, la Agrupación pidió un préstamos de cerca de un millón de euros. ¿En qué estado se encuentra esta situación económica?
Pedimos un préstamo ICO de 900.000 euros porque, por temas de tesorería, no disponíamos de fondo ya que habíamos repartido parte de la subvención unos meses antes (en enero de 2020) y habíamos hecho frente a parte de los gastos. Por eso pedimos este préstamos, que inicialmente tenía un año de carencia y cuatro de amortización. Como consecuencia de que en 2021 tampoco pudimos salir a la calle, ampliamos un año más la carencia.
Ahora mismo estamos pagando nada más que los intereses y en junio empezaremos con la amortización. En los presupuestos hemos hecho una previsión de gasto y podemos decir que 2020 y 2021 lo hemos salvado económicamente, gracias a un plan de ajuste importante como es esta ayuda. En adelante, haremos frente a este pago, además de la ayuda que habitualmente venimos prestando a las cofradías.
Será algo que a lo que tendrá que hacer frente la siguiente presidencia.
Sí. Es algo que está asumido porque se habló en la junta de gobierno. Pagar este préstamo a 4 o 5 años, con el plácet del Obispado. Era una situación de emergencia, como ha pasado con casi todas las empresas. Lo bueno de estos préstamos es que tienen un interés muy ventajoso que nos ha permitido tener un balón de oxígeno. Junto a las ayudas de Unicaja, Ayuntamiento y Junta, hemos podido coger fuerza. Si en este 2022 hay procesiones, también tendremos los ingresos procedentes de los abonados.
En septiembre finaliza la prórroga que tiene de este mandato. ¿Va a volver a presentarse?
Es un tema que ahora mismo no tengo sobre la mesa. Cuando acabe la Semana Santa lo analizaré; será el momento de sentarnos a hablar, ver cómo está la situación y tomar una decisión. He estado dos mandatos de tres años y una prórroga de uno; tengo la posibilidad de volver a presentarme.
En una ocasión le escuché hablar de un candidato de consenso. ¿Esa persona es uno de los actuales vicepresidentes o vicepresidenta?
No, no, lo que dije fue que yo me puedo volver a presentar. Puede que sí, o puede que no. En caso de no hacerlo, me gustaría conocer cuál es el sentir de los hermanos mayores para evitar que hubiera dos candidatos. Si se puede trabajar en esa linea, bien. Pero es un tema que no toca, no lo estamos barajando, por lo que será después de Semana Santa cuando tomaremos esta decisión.
¿Cómo afronta los retos que tiene por delante?
Quiero transmitir un mensaje positivo, porque creo que estamos superando la barrera psicológica que teníamos como consecuencia del covid. La Semana Santa del año pasado fue algo muy bonito. Sin salir a las calles, lo disfrutamos mucho. Fue el año de las albacerías de culto que trabajaron para que las iglesias, capillas y casas hermandad estuvieran bonitas. El mundo cofrade está muy vivo y es capaz de adaptarse a las circunstancias, como son los proyectos cofrades. Merece la pena ser cofrade. Todo lo que hemos pasado nos va a permitir afrontar el futuro de forma positiva.