Sarria es uno de esos personajes atemporales, atípicos, embaucadores. Casi un Julio Iglesias chamánico que sigue creyendo en eso del romanticismo por las canciones y la fuerza de la música. No le pasa el tiempo ni las modas, porque no hay nada que esté más de moda que lo que te sienta bien. Y él tiene claro que los pantalones campana y las baladas setenteras le realzan la belleza.
Su nuevo disco ‘El Mundo es Cruel (pero creo en él)’ gira precisamente sobre uno de estos ejes, el paso del tiempo y el cómo reconciliarse con el envejecimiento. A pesar de haber vivido mucho y rápido, el músico malagueño tiene tan solo 29 años, y es que el joven autor de ‘A Tu Vera’ lleva más de 10 años en esta picadora de carne que es la industria musical.
Nacido en el Rincón de la Victoria, Sarria es un músico que debutó a una edad quizá algo precoz en el mundo de la carretera y el rock. La banda sevillana Los Labios lo fichó dentro de sus filas con tan solo 20 años. Primero para llevarles el equipo y luego como guitarra solista, Sarria conoció de primera mano lo que era el mundo de los excesos y los viajes que no terminan.
Ahora, de vuelta de todo eso, y desde el año 2020, Sarria inició un proyecto en solitario que no ha hecho más que escalar y conquistar bastiones con un rock clásico que parecía haber sido soterrado por el indie de los últimos años. Su primer disco homónimo fue el primer toque de atención a una división copada por los Leiva, Sidecars y Los Zigarros. Este segundo álbum le valió el fichaje por ‘Esmerarte’, discográfica de Vetusta Morla y Xoel López entre otros, y el cheque para comer en una mesa en la que pocos privilegiados tienen cubiertos.
Nacho -nombre real de Sarria- vive en un piso en el centro de Málaga. Su vida estos últimos meses ha virado entre levantarse para hacer entrevistas y promos de su nuevo disco e ir al Mercadona con sus características gafas de sol carrera y sus campanas rematados por unas chanclas.
Nos encontramos en su salón, y como no podía ser de otro modo, este está rodeado de una gigantesca colección de vinilos, un stand con guitarras de corte clásico y un cenicero algo ocupado. Un encantador cliché. Me invita a una cerveza casi como un ritual. Nacho es una persona cálida y hogareña. Se siente a gusto y lo transmite con sus gestos. Se nota que le gusta estar en Málaga a pesar de haber vivido en lugares como Sevilla o Las Bahamas, o de haber visitado por trabajo grandes urbes como Sídney o México DF. ‘’Esta ciudad tiene algo, será que geográficamente ya no hay tierra por el sur y eso le da un respiro a la vida’’, dice Sarria casi con un resoplido.
Realmente, Málaga no es el mejor sitio, por su deslocalización, para desarrollar una carrera musical de fondo. De hecho, tu agencia está en Madrid. ¿Qué te lleva a esa insistencia por quedarte aquí?
Mi felicidad. Yo creo que la industria musical está bastante descentralizada en cuanto a grupos se refiere. Ya no hay que estar en Madrid para que las cosas salgan adelante. Mira los Zigarros que viven Valencia o Vera Fauna que son de Sevilla. Málaga te aporta una calidad de vida que a mí me compensa más que vivir en una ciudad ‘donde está la industria’. Aquí tengo cerca a mi familia, mi perro, mis amigos, además se vive muy tranquilo, no hay tanto estrés implícito en la vida como lo puede haber en otras ciudades. El que haya sol, escuchar las gaviotas y que huela a mar me da la estabilidad mental.
Dime algo bueno que la escena musical de Málaga haya ganado con los años
Hay muchos promotores nuevos que en los últimos años han consolidado propuestas de festivales muy interesantes. El Brisa, por ejemplo. Han hecho que Málaga sea una ciudad atractiva para tocar y eso las bandas de fuera lo ven y quieren venir. Por otro lado, creo que las propuestas jóvenes cada vez son menos amateurs. Los chavales se han concienciado de que esto es un curro y de que hay que tomárselo en serio. Además, la ciudad es lo suficientemente pequeña para que los grupos estén conectados, al final todos nos juntamos en el mismo bar y se crea una escena real. Las bandas que hacen bien las cosas destacan más, porque no hay esa competencia brutal que puede haber en Madrid, por ejemplo.
¿Y algo malo?
Seguimos con el problema de que no contamos en el centro con un espacio con un buen aforo donde se puedan dar conciertos. La música en Málaga se está alejando a los polígonos y muchas veces parece que estamos haciendo botellón en vez de ir a ver un concierto (risas). Por supuesto también esto es culpa de los movimientos institucionales, los pocos esfuerzos que se intentan están muy mal planteados. Parece que lo hacen más por ocupar la agenda y tachar el tic que realmente por decir ‘’hemos ayudado a las bandas locales’’.
Como comentas, estamos viendo el auge de los grandes festivales en nuestra ciudad y, como en el resto de España, la oferta masiva de estos. ¿Crees que es algo bueno tener una oferta tan amplia o les resta credibilidad?
Creo que la sobresaturación de festivales es algo global. Málaga que es una ciudad muy idónea para albergar ese tipo de eventos, no iba a ser menos. Ahora mismo está de moda montar festivales. Es como los locales de CBD, cuando dieron el bum había uno en cada esquina y ahora pocos se mantienen. El problema de los festivales de Málaga es que buscan mucho el tirón de grupos gordos internacionales, pero faltan festivales locales cuidados que aprovechen la gastronomía y los espacios que tenemos. El Sonidos Líquidos de Lanzarote es el ejemplo perfecto, un festival que se hace en un viñedo volcánico bajo una oferta local superapetecible.
La próxima fecha que tienes en Málaga es el Galaxy Sound, pero el 2 de julio tocas en el 101 Festival en la plaza de toros abriendo para Vetusta Morla. ¿Cómo se siente eso?
Me hace mucha ilusión. El ir con Vetusta te asegura encima una plaza calentita (risas). Ahora en serio, para mí es un honor. Tocar en la plaza de toros de tu ciudad es algo muy significativo. Retomando con lo que hablábamos antes, 101 lo ha hecho muy bien. Cuidar la escena local es muy barato, y el gesto que ha tenido el promotor llamándome a mí para un concierto así me ayuda un montón. Piensa que sí, yo puedo llenar una Cochera Cabaret de 250 personas, pero tocar en la plaza de toros de Málaga es una puerta que se te abre a que un público más masivo te pueda conocer.
¿Te gustan los toros?
No, no me gustan nada. No tengo simpatía por el mundo de los toros, pero es una tradición tan arraigada que, aunque no la comparta, tampoco me atrevo a sentenciarla.
Vives en el centro de Málaga, pero eres del Rincón de la Victoria. Has vivido la descentralización y ahora estás en pleno núcleo. ¿Cómo ves el actual problema de la vivienda?
Es absurdo lo que pasa con Málaga. Cuando solo piensas en hacer políticas para atraer a los de fuera, acabas echando a los de aquí. Lo extraño es que esto lleve así tanto tiempo y que nadie desde arriba le haya dado un tirón de orejas al alcalde. ¿Como puede haberse convertido esto en un problema a nivel nacional y que nadie haga nada? Yo no estoy en contra por supuesto de que Málaga sea una ciudad turística, es normal que lo sea y además parte de ella vive de eso. Pero lo que no puede ser tampoco es que se prime la inversión a la calidad de vida de los propios habitantes. Nadie quiere abandonar su tierra seas de donde seas, pero en Málaga nos están empujando a eso.
¿No has pensado en hacer política con la música?
Yo no, pero hay propuestas super interesantes con un contenido político muy explícito, La Trinidad, por ejemplo. Cada uno utiliza la música para comunicar lo que le nace y yo no soy una persona especialmente politizada, por lo que mis letras no están impregnadas de eso. Pero por supuesto creo que la música tiene una función reivindicativa que defenderé siempre.
Hablemos de la inestabilidad laboral del músico. Comentábamos antes que esto es una trabajo en el que un día puedes estar en la cima y dentro de dos años, con una mano delante y otra detrás. ¿Hay plan b en este sector?
Yo no tengo plan B y además por decisión propia, nadie me ha obligado a dedicarme a esto. Cuando uno elige tomar el camino utópico de vivir de sus canciones tiene que hacerlo consciente de cómo es la realidad. En muchos curros hay temporadas altas y temporadas bajas, pero con tus canciones siempre son temporadas bajas (risas). Igual que un médico tiene que asumir las guardias, a nosotros nos queda aguantar esa inestabilidad y organizar tu economía para no vivir por encima de tus posibilidades. Yo siempre me repito lo mismo, ‘’Nacho si quieres tener un equilibrio vital, haber estudiao’ ‘’.
Se ha anunciado recientemente que abres el WiZink Center para Sidecars en diciembre en su 18 aniversario. Cuéntame un poco como surgió esto.
Lo que ha pasado con ellos es un ejemplo muy romántico de lo que es la música. Y digo romántico porque muchas veces este tipo de ‘’tratos’’ tienen que ver mucho con las discográficas y las oficinas. En este caso fueron ellos los que nos vieron en directo y me enviaron un mensaje proponiéndome lo del Wizink. Que un grupo tan grande como Sidecars decida desinteresadamente llamarte simplemente porque ellos creen en tu banda, es un gesto muy bonito e hippie que pasa pocas veces (risas). Para nosotros salir a tocar a un estadio lleno de gente por el hecho de que a ellos se les haya metido en la cabeza me hace recuperar la fe. La inestabilidad de la que hemos hablado antes se compensa con este tipo de cosas.
¿Todavía existe esa imagen mágica de película del cazatalentos que va a verte una sala y te ficha?
Sí, totalmente. Igual las compañías no mandan a un cazatalentos al ZZ Pub a ver que se cuece (risas), pero en algunos lugares sí sigue pasando. Mi compañía misma, Esmerarte, se enganchó al proyecto por una cuestión meramente romántica. Lo bonito de la música es que muchas veces se mueve por fuerzas que no tienen nada que ver con el dinero o los intereses.
He visto en otras entrevistas y reseñas que normalmente te suelen comparar con Jim Morrison o Bunbury, supongo que todo por la estética de ser un tipo alto con el pelo rizado. ¿Crees que este encasillamiento estético a veces te ha favorecido a la hora de venderte?
Sí, puede que me haya favorecido. Al final los medios siempre tienden a referenciarte con algo y en algunos casos te puede ubicar en una escena. Es un defecto sin maldad que tienen los periodistas, pero que a mí a veces me parece muy pobre. El reducir la esencia de una banda a dos nombres como Jim Morrison o Bunbury, que en el primer caso todavía porque siempre he sido siempre muy fan de él, es algo corto de miras. Es muy fácil meter a un grupo en un saco y encasillarlo, pero muchas veces es por pura vagueza del periodismo, por no haberte escuchado o analizado.
La portada de tu nuevo disco, un cuadro al óleo en el que apareces tú sujetando un mundo en llamas. Una idea bastante megalómana propia de un superventas. ¿Qué idea hay detrás de esta?
Realmente no hay mucho razonamiento detrás. Paco Loco, el productor de este disco, me enseño una canción que tenía un cuadro como portada y me gustó mucho. De repente me vino a la cabeza que una pintura mía sujetando el mundo ardiendo, que si tiene que ver con el concepto del disco, era algo visualmente llamativo.
‘’Yo me niego a ser una víctima inocente del tiempo / Lo he sabido ver justo antes de poderme atrapar’’. Es una de las frases de ‘El mundo es cruel (pero creo en él)’, la última canción de tu álbum, y una lápida que resume perfectamente el concepto del disco. ¿Le tienes miedo a envejecer?
Esa canción es un buen resumen del concepto del disco. El paso del tiempo es muy jodido en la música, va sonando el reloj, te vas haciendo mayor y ya no tienes 20 años sino casi 30. Me refería más a dejar que el tiempo solucione las cosas o que el mundo arregle tus problemas, que tu felicidad dependa del estado del mundo o del momento en el que vives. Ojalá yo me lo aplicará más a menudo, a veces es liberador.
El mundo es cruel, pero ¿estás en un momento feliz de tu vida?
Estoy en uno de mis mejores momentos desde hace años. Tengo estabilidad, tengo un proyecto sólido en marcha con un buen respaldo detrás, una bandas ilusionada, vivo en mi ciudad. Estoy optimista. Tengo la sensación de que después de mucho tiempo estoy recogiendo los frutos de muchos años de pelea. Es un momento guay y raro a la vez, es como cuando te enamoras, te da miedo a perder a esa persona a la que tanto estás apegado. También ahora siento más responsabilidad que nunca. Tengo que hacer las cosas mejor que antes, tengo un equipo grande que está mirando y currando conmigo.
Recomiéndame un sitio para comer y un artista andaluz.
Un sitio para comer, ‘La Venta el Molino’, que está en costa lago. Fríen muy bien el pescado y además tienen una cocina árabe que me gusta mucho.
Un artista andaluz, Riverboy que es de Sevilla.