Óscar Ladoire y Julián Villagrán reivindican las salas de cine: "Si ha vuelto el vinilo y lo analógico..."
Los actores comparten proyecto en el Festival de Málaga, Tratamos demasiado bien a las mujeres, una película "inclasificable" que han disfrutado mucho rodando juntos.
4 marzo, 2024 05:00Noticias relacionadas
Tratamos demasiado bien a las mujeres es uno de los largometrajes que compiten en la sección oficial del 27 Festival de Málaga. Protagonizada por los actores Antonio de la Torre y Carmen Machi, cuenta con un reparto que vale quilates, gracias a Luis Tosar, Óscar Ladoire o Julián Villagrán.
Precisamente los dos últimos han compartido un rato con EL ESPAÑOL de Málaga en una frenética jornada de promoción. Ladoire interpreta a un personaje que para él es "un bombón como pocos he tenido en mi vida". Según explica, se trata de un tipo que ha sido maestro y que es realmente absurdo pese a su avanzada edad. En el caso de Villagrán, encarna al "militar menos militar" del pelotón, al más sensible. "Él es modisto. Creo que ha caído ahí un poco sin llegar a cantar el Cara al sol", comenta. "Los dos son dos seres humanos en una situación tan absurda como es una guerra", resume Óscar.
Cabe recordar que la película trata sobre la guerra, pero desde un tono muy diferente, basándose en el humor negro, rozando lo absurdo y esperpéntico. Habla de las dos Españas y data de 1945. Remedios Buendía (Carmen Machi) defiende su patria y lucha durante toda la película para demostrarlo. Sobre todo cuando un grupo de maquis a la fuga tiene la mala idea de tomar la estafeta donde ella, ilusionada, se prueba su vestido de novia.
A Julián le llegó el proyecto gracias a Antonio de la Torre, que estaba dentro de la película desde el principio. El malagueño le ofreció interpretar a Julián. "No sé si fue el nombre del personaje y mi persona... Pero se acordó de mí", apunta con una sonrisa. Al leer el guion, asegura que se volvió loco por formar parte de esta rara avis. Ladoire leyó hace muchos años la novela que le da nombre y asegura que no se enteró de nada porque "soy un ignorante en cualquier cosa", pero que el guion de Miguel Barros le fascinó. "Pensé que yo tenía que salir sí o sí, aunque fuera de farola", confiesa entre risas el reputado actor.
Gran parte del equipo recibió un asesoramiento militar minucioso antes de comenzar el rodaje. "Estuvimos un mes conviviendo con el fusil y ensayando la dinámica militar para ver cómo entrábamos a la estafeta, cómo nos movíamos por el campo", expresa Villagrán, a lo que Ladoire añade: "No estamos todavía para ir a Ucrania a defenderla".
Les preocupaba que se les viera torpes frente a las cámaras con el fusil en la mano. "Al final se ha convertido en una extensión más de nuestro brazo", apunta Villagrán. "Y yo añadiría una cosa en homenaje a don Fernando Fernán Gómez, que decía 'Yo, yo voy a la marca y digo el texto, pero lo que no puede pretender es que vaya hablando mientras llego la marca'. Pues nosotros igual, ¡nosotros cogíamos el fusil y teníamos que hablar, que tiene narices!", dice.
El rodaje les permitió enamorarse de Galicia. Pasaron algo más de un mes en una pequeña aldea de Galicia, San Simón, "¡la de los quesos!". "Cuando sales de casa y te concentras tipo Gran Hermano para hacer un proyecto, es una gran experiencia; la implicación y la convivencia con los compañeros desde un lugar diferente, no vuelves a tu casa a dormir y desconectar... Es fantástico", relata Julián Villagrán.
El cine
Aunque Óscar Ladoire ya había visto, en el momento de la entrevista, la película, Julián Villagrán aún no lo había hecho. En el AVE camino de Málaga estuvo a punto de ponérsela en el móvil y Ladoire le pidió que esperara a verla con público en el cine, pues considera que es como se debe ver una obra así.
"No quiero sonar a dictador, pero es que aconsejo que esta película debe verse así. Yo no soy nada de vender, pero ver esta peli en el cine es como respirar aire puro del monte, maravilloso", dice Ladoire.
Ante su gran experiencia le hizo caso. "Yo he venido muchas veces a Málaga y el público de aquí es increíble. Le di la razón al maestro y decidí esperarme para verlo arropado con el maravilloso público", cuenta.
- Vuestra directora dice que más que lanzar un mensaje, ha hecho esta peli para divertir
V: Yo en los cinco minutos que me dejó ver este señor en el tren no podía parar de reírme, estoy deseando verla completa
L: ¡Di que es broma! Que no la viste porque no había cobertura (Risas)
Ladoire se confiesa como un amante de las salas de cine. "Yo que he visitado mucho esas salas cuando vosotros aún no habíais nacido y he vivido esa experiencia... Siento que no es igual ver una peli en casa. Entre las interrupciones, que si vas a quitar el microondas, que si llega un repartidor... Así no se puede vivir bien", dice.
Julián Villagrán vive muy cerca de los Cines Embajadores de Madrid, una de las últimas salas que sobreviven en la capital. "Tienen una programación impecable, deliciosa y cuidada. Allí ponen las pelis que me apetece ver. Les va tan bien que han abierto otro al lado", cuenta con una sonrisa.
Para Ladoire, los cines se están convirtiendo en lo que las grandes plataformas quieren, con películas comerciales donde, en su opinión, se resta la experiencia que disfruta el cinéfilo. "Esa se vive en esas pequeñas salas que se asemejan a los cines de arte y ensayo. Con ellas se vuelve a sentir eso. Igual hay que volver a reconquistar el mundo", propone Óscar, con un suspiro nostálgico.
En sus manos, Julián Villagrán sujeta una cámara analógica de la que asegura que no se separa.
V: Pues mira. Ha vuelto el vinilo, ha vuelto el analógico. Pues igual vuelve el cine en pantalla
L: Calla, Julián, que me haces feliz y me emocionas... [Hace como que se seca las lágrimas]
"Ya en serio, ojalá se abrieran los cines", insiste Ladoire. "Ya no se lleva eso de tener una primera cita en el cine, ¿no?", le pregunto. Villagrán se echa las manos a la cabeza. "Yo tuve una primera cita en el cine y me puse a llorar como una magdalena, me fue muy mal... Y fue viendo Inside out, fue realmente bochornoso", suelta, como una confesión Villagrán.
"Es que eres muy sensible, Julián. Ya te lo tengo dicho. Benditas salas... Cuántas cosas habremos aprendido a hacer en ellas", zanja entre risas Ladoire.