Tenga que madrugar o no, Antoñito Molina dice que cada día que se levanta ilusionado, como un niño la mañana de Reyes, ante todo lo que la vida le está permitiendo experimentar. "Yo me siento un afortunado, la vida me cambia cada mes y medio y siempre me tiene alguna que otra sorpresa", expresa con una sonrisa.
Hace aproximadamente un año su nombre figuraba en las páginas de este medio con motivo de su concierto en la París 15, una sala de Málaga donde muchos artistas han dado sus primeros pasos.
La entrevista, en ese momento, fue en una cafetería de la calle San Juan de Málaga. Pasó desapercibido entre los que se cruzaba cuando le sacábamos unas fotos. Nadie le paró. Solo recibió un mensaje de una seguidora de toda la vida que estaba por la zona de El Corte Inglés y que le pidió con ilusión que se pasara por allí.
Un año después la cafetería se ha convertido en un brunch, y justo en la pared de enfrente del local se puede ver un cartel promocional de la gira de verano de Antoñito. Anuncia su próximo concierto en Málaga capital, el próximo 5 de julio. No será en la feria. Ni tampoco en la Trinchera o en la París 15. Será en la plaza de toros de La Malagueta y en el marco de un festival de verano que comparte con artistas de la talla de Pablo López o David Bisbal.
Es inevitable no preguntar al protagonista cómo ha vivido esta explosión. Lo suyo es una auténtica carrera de fondo, con apenas 17 años el éxito le llegó con El tren de los sueños y aquello fue un camino de subidas y bajadas, de idas y venidas, hasta que relanzó su carrera, esta vez en solitario. En 2017 sacó su primer disco, Déjame que te cuente; en 2022, La ley de mi naturaleza y a finales de 2024 lanzará su tercer álbum de estudio, que estará formado de las canciones que ha ido lanzando en los últimos meses y un par más que saldrán en primavera, además de "cuatro o cinco" inéditas.
Deja caer que la Navidad es "muy bonita para regalar música" y sostiene que noviembre y diciembre son meses bonitos para estrenar disco: "Es un tiempo bonito para darle a la gente un tipo de canciones quizás diferentes. Termina el año, termina el verano. Hay como una nostalgia de lo que ha pasado y una ilusión por lo que viene. Y todo eso creo que me lleva a componer canciones de una manera distinta".
"Noté que algo estaba cambiando en un concierto en San Fernando. En Bahía Sound. Allí, de repente, sin esperarlo, llegan y se meten cuatro mil y pico de personas. Nunca me había pasado algo así. Nadie se podía imaginar que estábamos en ese momento de la historia. Ni mis promotores, ni mis músicos, ni mi mánager, ni mi madre... Ni yo mismo. En julio saqué Por si mañana, pues ese día me di cuenta de que la gente se sabía mis canciones, cantaban todo, pero cuando llegué a ese tema el rugir de la canción se multiplicó por 18.225. Se la sabían y acababa de salir. Lo mismo me pasó en la Feria de Málaga", relata Molina con emoción.
Para él, el único secreto de no cansarse en esta carrera de fondo que le está dando la gloria no es otro que "hacer lo que siento". Asegura que le costó asimilar que había metido a más gente en un recinto que artistas "de primera", se dio cuenta de que los números de las visualizaciones subían. Pero sigue sin darle demasiada importancia a las cifras. Son algo que forman parte de su trabajo, pero no lo único. Prefiere quedarse con la emoción de cada concierto.
Es por ello por lo que esta nueva gira, explica, vendrá cargada de novedades. "Quiero que no solo me vean cantar en persona viéndome la cara. No es suficiente. Para eso me ponen en YouTube y ya está, qué más da que esté a dos metros o a 18. Quiero que la gente se emocione de verdad y que viva, como dice La Aventura, "en primera fila" en cuanto a emociones. Estamos trabajando un show donde va a haber muchas canciones de antes, pero también nuevas de este año".
Para lograrlo, tiene la cabeza llena de ideas, algunas más complicadas que otras. No sabe si saldrán bien o si se estrellará con ellas. "Pero me da igual. Lo que sé es que lo voy a intentar. Yo soy muy loco y soñador y todas las cosas que mi cabeza plantea trato de hacerlas antes o después. Es mi manera de vivir la vida. Normalmente, te dirán que algo no se puede hacer... Y cuando preguntas que por qué no, al final la gente te dice que lo hagas".
Alegría de vivir
En esa carretera que va recorriendo a bordo de la música y todo lo que le está haciendo vivir, este viernes ha logrado otro hito, pisar su primera alfombra roja y cantar en la gala inaugural del Festival de Málaga. Cuando su oficina le llamó y le contó la propuesta, no dudó ni un segundo en decir que sí.
El tema a interpretar no era otro que Alegría de vivir, de Ray Heredia, una canción que le encanta. "No entiendo a la gente que no puede encontrar la alegría. Me da pena e intento ayudarla siempre para que la viera. Esto, como diría Manuel Carrasco, es otra flecha desde el corazón, otro check a la lista".
Sin embargo, sus valores y los comentarios de su familia le hacen tener siempre los pies en el suelo pese a este tipo de vivencias. "Mi madre se emociona igual por mí si me dedican una levantá en Semana Santa o si me dan un Grammy, lo vive igual. No le da más a importancia a una cosa que a otra, y a mí me pasa un poco lo mismo", confiesa.
Sus padres están viviendo de cerca su carrera, pendientes incluso de lo que sus seguidores cuelgan o no en redes sociales y se pasan el día mandándole mensajes, vídeos y fotografías de sus seguidores. "Ellos son muy felices y yo me siento responsable de esa felicidad que le da todo esto. Por eso intento llevármelos a muchos conciertos para que disfruten conmigo de cerca. Esto que hemos conseguido no es solo mío, es de mucha gente. Yo salgo a cantar, pero al final hay muchas cosas más".
La noche en el festival la ha vivido con una emoción similar a la que sintió en Sotogrande el pasado verano. Fue a ver a Manuel Carrasco, uno de sus ídolos, a uno de sus conciertos. Como se suele decir, iba de paisano, con un colega. No llevaba ninguna acreditación especial, ni nadie le coló por la puerta de atrás. Sin embargo, Manuel le fichó desde el escenario y le subió a cantar con él. "Me tiemblan las piernas todavía. Nada estaba preparado, llegué tarde de hecho y él no sabía que yo estaba, pero me vio", dice.
Aquella noche se cumplió un sueño, pero Antoñito gasta un buen repertorio de ellos. Una vez que consigue uno, va a por el siguiente. "Los sueños no se acaban", asegura, a la vez que reflexiona con que los más grandes son los que están más cerquita, a la mano de cualquiera, y disfruta mucho del proceso para lograrlas. "Yo sueño con una canción nueva, a mí lo que me importa es la ilusión con la que vivo las canciones. No sé dónde quiero cantar ni qué, pero quiero tener siempre una canción nueva, que la siguiente te guste y pueda darle una vuelta de tuerca a todo, a la vida, a una canción, a un concierto o a un videoclip. Me da igual. No me conformo con nada. Me gusta que las cosas tengan todo y un porqué".
Esos pasos agigantados en la música le están haciendo perderse, por ejemplo, actuaciones con su chirigota, El niño de la Isabelita 2, que le dedicó un pasodoble en el Falla por sorpresa alegrándose de sus éxitos. También se pierde ensayos con su banda de Semana Santa. Sin embargo, reconoce que con mucho esfuerzo está sabiendo gestionar bien ese sacrificio. "Es que realmente es algo muy bueno. Hay días que me entra la nostalgia de mi infancia y echo de menos pensar que no estoy ensayando con mi banda si estamos en Cuaresma, pero me doy cuenta de que no puedo tenerlo todo en la vida. Nadie puede tenerlo. De diez cosas, ahora vivo ocho y me pierdo dos. Peor sería estar en Alemania, lejos de todo, sin vivir ninguno. Encima me las pierdo por un trabajo bonito y por mi sueño", zanja