Ya No Me Muero Por Nadie, su canción más escuchada en Spotify acumula casi cuatro millones de reproducciones, pero los números no le importan demasiado. Prefiere centrarse en las historias que hay detrás de ellos, en esas miradas que se cruza en cada uno de sus conciertos o en cada uno de los mensajes que le llegan a su cuenta de Instagram. "Me importa el público, el corazón de la gente... y ahí no negocio nada", dice con rotundidad.
Los ojos del gaditano Antoñito Molina transmiten humildad y quizá esa sea la clave de su éxito. Camina sonriente en una jornada de promoción por las calles del Centro de Málaga con una gran mochila y chaquetón claro. Es friolero. Pese a que su representante le propone quitárselo para la foto, decide dejárselo puesto. Le representa. También le representa el Carnaval de Cádiz, sus pulseritas de cuero, o un solo de trompeta en Semana Santa. Pese a que todos le conocen por sus canciones llenas de buen rollo, Antoñito Molina es eso y mucho más. Hablamos con él, café en mano, con motivo de que el próximo 11 de marzo inicia su gira El club de los soñadores en la Sala París 15 de Málaga.
Del Falla y las calles gaditanas a una gira por España. ¿Te ha dado tiempo a recuperarte del carnaval? ¿O hay resaca emocional y física aún?
Ha sido maravilloso, pero he podido disfrutarlo muy poquito porque he estado trabajando mucho, pero bueno. He disfrutado mucho con mis amigos, la verdad, todo lo que he podido y al máximo.
¿Qué balance haces de este año con tu chirigota El niño de Isabelita? Ibais muy bien, la verdad
Pues muy bien con los niños de la Isabelita, estaban ellos muy a gusto en el Falla. Tanto, que creo que es la única chirigota con la que sentíamos que podíamos pasar de cuartos y lograr un pase más.
Siempre nos quedamos en cuartos, es una fase a la que solemos llegar con facilidad, por así decirlo, pero este año teníamos la sensación, por culpa de los comentarios de la gente, que íbamos a llegar a semifinales. Eso suele pasar mucho en Cádiz. La gente nos decía que con un buen pase de cuartos estábamos segurísimos en semifinales, pero no ha podido ser.
Pero me da igual. Lo que he vivido en la calle ha sido de locos. Mis amigos, con su cachondeo, me decían "Quillo, me he sentido como tú", por el simple hecho de que les pedían fotos. Nunca habían sentido algo igual. No les dejaban andar con los tipos. Yo me alegro muchísimo porque han flipado.
Menos mal que al final te convencieron... Estuviste a punto de no salir
Yo estaba metido por derecho al principio, pero la realidad es que me salí de la chirigota dos o tres veces este año y les dije que no contaran conmigo en más de una ocasión. Al final yo soy el que monta las piezas, escribo la música... y sentía que me iba a salir la ansiedad por las orejas.
Sin embargo, me acuerdo que un día llegué de Madrid siendo tarde y fui a verlos al sitio donde ensayamos. Uno dijo al verme: "Señores, por primera vez estamos todos juntos. Vamos a hacernos una foto". ¿Y yo qué iba a decir? Pues caí, al final esto es una droga. La chirigota engancha muchísimo y una vez que entras ya no sales porque las ideas están todo el rato brotando en tu cabeza.
¿Qué fue antes? ¿El músico o el chirigotero?
El chirigotero, sin duda. Aunque sí que es cierto que yo siempre he sido muy 'musiquitas'. He dado mucho ruido con la música, pero el carnaval siempre ha estado ahí, desde que he sido niño. Antes de ir al Falla yo ya he cantado en escenarios con mi rollito, pero es cierto que mi afición a cantar y a escribir canciones es por culpa de la Semana Santa y del carnaval, son mis dos fuentes de cultura desde niño. Yo veía un paso de Semana Santa o una chirigota en la tele de chico y yo me volvía loco.
¿La Semana Santa también? Le das a todo
Sí, soy cofrade. Toco la trompeta en mi banda de Rota. No sé cómo saco tiempo para todo (ríe)
Abriendo tu tercera faceta, la de músico con buen rollito, inicias el tour El club de los soñadores el día 11 en Málaga. ¿Qué se va a encontrar el malagueño que vaya a verte en ese concierto de la París 15?
Se va a encontrar a un amigo, porque he venido muchísimo a Málaga a cantar. Desde hace unos años es exagerado. El primer concierto que hice aquí, si mal no recuerdo, fue en Torre del Mar. En los peores momentos de la pandemia hice un concierto en una sala para apenas ochenta personas; también me hice el Señorío; luego metí en Jaleo a casi 400 personas... Ahí empezaron a pasar eso a lo que yo llamo como "cosas bonitas". No entendía que 400 personas pagaran 15 euros para verme cantar. De verdad, yo diría que a Antoñito Molina van a verlo más gente en Málaga que en Cádiz. Estoy convencido de ello. Es de locos. Hay un grupo de seguidores que nos sigue a todos los conciertos y muchos de ellos son de Málaga. Estoy muy agradecido.
Mucha gente define tus canciones como el sinónimo del concepto 'buen rollo'. ¿Es cierto que en tus principios te decían tus amigos que eras un 'penita'? ¡Ni que fueras Álex Ubago!
(Ríe) Es totalmente cierto. Yo he sido siempre muy melancólico, muy nostálgico, muy profundo. Es verdad que componía todo triste, lo reconozco. Igual que reconozco que no es mucho más alegre lo que compongo ahora, pero he dado con una forma que la música de mis canciones tiene alegría aunque la letra te cuente algo triste. Ya no me muero por nadie [su canción más escuchada en Spotify], transmite muchísimo buen rollo gracias a la música, y si yo la hubiese sacado en 2007 sería algo más así [la entona triste y cabizbajo]. Con el tiempo he madurado muchísimo y creo que ese cambio es sinónimo de ello. Sigo escribiendo a la 'penita', pero te la canto con un poquito de alegría.
'Hubo un tiempo' es un ejemplo claro de ello, ¿no?
¡Totalmente! Esa mezcla de contar tristeza con alegría me vuelve loco. Al revés no se me da muy bien. Ojalá supiera contar cosas alegres con acordes menores. Podría ser una mezcla muy curiosa.
Para mí la música es la voz y la letra es el pellizco. Por eso me encanta tanto jugar con esto. Cuando hablamos en nuestro día, cuando te preguntan cómo estás, no es lo mismo decir "¡Ahí vamos!", con alegría y salero, que parece que va todo rodando a un "Ahí vamos" más apagado. Y en realidad dices lo mismo. Lo mismo ocurre con las canciones.
Me gusta mucho el mensaje que das en 'Hubo un tiempo'. ¿Deberíamos decir más eso de 'se acabó la paciencia' y pasar página cuando no nos valoran?
Debería ser así siempre. Eso cuesta un tiempo y requiere un aprendizaje que tenemos que vivir cada uno. Yo he dicho un 'no' a alguien y a los dos minutos otra vez estaba ahí a su lado. No me hacía falta que viniera un amigo mío a decirme que me estaba equivocando. Yo ya sé, hijo mío, que me estoy equivocando; pero cuando le coges el punto a la vida, aunque eches de menos a alguien si no te conviene, no te conviene.
Alguna vez has dicho a otros compañeros que no te gustaría contar las historias de otros y por eso prefieres escribir siempre tus canciones. ¿Pero son siempre autobiográficas? Un cantautor, en teoría, no habla siempre de sí mismo.
El 99,9% son autobiográficas, pero en realidad no lo son. No siempre escribo de mis vivencias reales. A ver cómo me explico, yo me invento en mi cabeza cosas que no pasan realmente, pero que me generan un sentimiento que se puede traducir en una canción. Imaginemos que yo pienso en que me da miedo que se muera mi madre y me imagino que eso ocurre y me tiro dos días tristes. De ahí puede salir una canción aunque no haya ocurrido literalmente.
De verdad que yo recuerdo que he echado una jornadita de composición en casa, saco a mi perrito y me doy cuenta de que estoy triste como si me hubiera pasado a mí y acabo pasando dos días con ese sentimiento. Es que normalmente son cosas que aunque no hayan pasado ahora, siempre está la opción de que puedan ocurrir. No sé, es difícil de entender. Pero para mí son todas autobiográficas, porque aunque no me pase, me duele a mí.
Hablemos del futuro. Vas a trabajar pronto con Riki Rivera. ¿Qué me puedes adelantar? ¿Baladón o canción del verano?
Pues sí, hay un tema grabado con Riki Rivera que estamos buscando una fecha concreta para sacarlo. Él es un crack y el tema... el tema huele a primavera, a primavera, a polen y olivo... (Ríe)
La semana que viene empieza en Málaga el festival de cine y me ha venido a la cabeza que Riki ganó hace unos años un Goya con India Martínez a la mejor canción original, con Niño Sin Miedo. ¿Tú te verías poniéndole banda sonora a alguna película?
¡Ojalá! Lo digo en serio. Yo he estado estudiando piano y durante mucho tiempo he estado haciendo cosas que nunca he dicho, como marchas de Semana Santa que tengo en mi casa. Nunca he encontrado la forma ni el tiempo para que vean la luz. También he hecho algunos jugueteos con el piano creyéndome que estaba haciendo algo similar a una banda sonora, que nunca haré, vaya.
No soy un músico tan preparado como para crear una banda sonora completa y nunca haría algo si siento que no estoy preparado, pero es verdad que una melodía, algo con el piano, una piececita... una canción... ¡Ojalá! A mí me encanta el rollo instrumental y me imagino poniéndole sonido a imágenes como el paso de un tren. Soy un melancólico. Lo dicho, algo completo no me veo haciendo, pero es cierto que tonterías sí se me han ido ocurriendo y ahí están... en la carpeta de las tonterías (ríe).
Siendo tan melancólico como eres, ¿eres fiel al disco? ¿Vamos a tener todos estos temitas recopilados?
Yo estoy sacando canción a canción ahora mismo porque me gusta ir descubriéndole mi vida a la gente por partes. La gente no tiene tiempo para escuchar mi vida del tirón, pero poquito a poco sí. Cuando ya haya muchas cositas explicadas, a mí me encantaría recopilarlas en un disco, aunque no haya nada inédito. Solo por quitarle el plástico y olerlo... Sin duda, yo voy a tener un disco mientras que no digan lo contrario [mira a su representante]. Algo haremos. Estoy seguro.
La industria y su funcionamiento está haciendo que cada vez se hagan menos discos. ¿Qué piensas tú de ello?
No me gusta ser del grupo de gente que es muy moderna y se adapta a todo ni a la gente que por cojones se ancla a una idea del pasado. Soy un híbrido. Pienso que la industria funciona como tiene que funcionar ahora y, particularmente, no me importa demasiado su funcionamiento ahora mismo. Me importa el público, el corazón de la gente... y ahí no negocio nada. Si yo saco un tema que ayuda a la gente, para eso estamos. Evidentemente, hay que estar en Spotify y es la polla que estemos ahí y que la gente se monte en el coche me busque y suene yo.
Yo no sé si alguien que me lea me va a llamar tonto por decir esto, pero a mí me parece ya eso un súper adelanto, es de locos. Estamos ante muchos cambios y hay que avanzar poco a poco. No me veo preparado para hablar de la industria general, pero sí de la personal. De esa te digo que me encanta, porque hago las canciones que quiero y a la gente le está encantando, algo que nunca me había pasado antes y que me motiva para seguir adelante. Sigo el camino de verdad, que no es la industria ni la moda. Lo mismo algún día no me funciona, pero yo me siento muy cantautor y hay una conexión preciosa con mi gente.
De hecho, hay artistas cansinos en redes. Tú pasas, por ejemplo, de redes como Twitter.
El Twitter, ojú. Qué feo es el Twitter (ríe). Ay, lo que he dicho. Que ahora lo ha comprado un hombre que es capaz de bloquearme y todo... Hablando en serio, no me gusta nada. Yo no lo abro apenas y mira que seguro que si lo abro me encuentro sorpresas y palabras bonitas, pero es que no me gusta.
También me he plantado. Con tantas redes, ¿cuándo lee uno un libro?, ¿cuándo saca uno un acorde?, ¿cuándo está uno con los suyos? Yo paso. Se lo dejo a esas personas bien vestidas que van en el tren leyendo noticias. Yo me quedo con mi Tik Tok y mis reels de Instagram.
Tú a lo tuyo. Con tu música. ¿Qué sería de ti sin música? ¿Alguna vez te has replanteado qué hubieses sido si no era músico?
He sido muchas cosas antes de ser músico. He pelado muchos pollos para poder comprarme un piano en una pizzería de Rota, en el Burguer Ton, por cierto. Si mañana la música no me da de comer yo sería un gran camarero porque me gustan los bares y mis días libres serían para tocar la guitarra y escribir canciones, por lo que seguiría siendo músico.
Los pies siguen el suelo pese a que tu carrera va para arriba.
Es que el día que eso falle no haré buenas canciones. Las personas que se olvidan de dónde vienen, dejan de aprender. Yo no quiero dejar de aprender. Cada uno en su vida privada hace lo que quiera, uno juega al golf, otro va al gimnasio... yo soy feliz haciendo lo mismo que antes. Me gusta sacar mi perro, me gusta mi gente, mi banda mi carnaval, mi pueblo. Me gusta llevar pulseras de cuero, esas que regalo por ahí. Me sigue gustando comer más que la mar... Todo es igual.
El tour se llama 'El club de los soñadores', como tu tema. ¿Con qué sueñas tú?
Sueño con que sigan saliendo canciones. A mí no hay cosa que me haga más feliz que tener una canción en mi cabeza aunque sepa que sale dentro de seis meses. Me da igual. Vivo con esa ilusión tan preciosa de mejorar la letra, pedirle al bajista que haga algo concreto... Ese es mi sueño.
A ver, ojalá pasen cosas bonitas. A todos nos gustaría cantar en un sitio enorme o con un artista al que admiramos. A veces lo pienso y si he alucinado llenando una sala con cuarenta personas, imagínate miles. Sin embargo, yo lo veo más desde el otro lado. Yo me veo cantando en un sitio enorme, pero me imagino en mi cabeza mirando de reojo a mis padres sonriendo al verme o a mis amigos bebiendo, muy contentos, diciendo 'Ay que ver, el hijo de puta este'. Pienso que soñar con eso pensando solo en ti es como tener un chalé guapísimo y vivir solo. El sueño es, además de tenerlo, compartirlo. Que uno esté viendo una película en el sótano, otro en la piscina y otros comiendo en la barbacoa. ¿Sabes?
¿Y con qué artista te ve tu troupe cantando en ese sueño?
Con Manuel Carrasco. Es mi sueño. Si yo canto con él, ya me puedo morir. Para mí es mucho más que un cantante. Hace dos o tres años, tuve unos problemillas personales que no eran nada del otro mundo, pero que realmente me afectaron a través de la ansiedad.
Cuando hablo, de hecho, siempre me sale un poquito de ansiedad todavía. Desde aquella época, veo a mi psicóloga, Marisol. Estoy enganchado a ella, de verdad te lo digo. Es una persona maravillosa. Me encuentro bien, pero sigo yendo para aprender de ella. Me ha enseñado mucho.
Un día, hablando con ella en terapia, me dijo que el fisio te sana cualquier problema corporal o el dentista, el dental, pero también decía que hay una rama de la vida donde no hay nadie, esa en la que necesitamos que alguien nos levante de la cama y nos motive. Me dijo que los coaches personales existen, pero solo para un sector como el de los deportistas, por ejemplo. Yo le llevé la contraria. Para mí, Manuel Carrasco ha sido mi coach personal. Yo cerraba la persiana en esa época de mi vida y me ponía su concierto del Wanda Metropolitano. Durante dos horas y pico no pensaba en nada más que en querer cumplir mi sueño, yo me imaginaba que era él. Salía de mi habitación y me invadían unas ganas tremendas de salir, coger la guitarra y trabajar en cumplir mi sueño... Es como que me decía que si él lo ha conseguido yo también podía.
¿Y le has podido decir esto que me estás contando?
He coincidido con él alguna vez, pero nunca me atrevo, intento evitar que él piense que estoy fatal de la cabeza. Creo que si se lo digo me va a vetar y cada vez que su equipo me vea se va a encerrar en el camerino (ríe). Lo admiro mucho y tengo que estarle agradecido porque ese tío a mí me ha levantado de mis peores momentos. Me imaginaba que era él aunque sé que él es él y yo soy yo. No tenemos nada que ver, ojalá yo cantara y transmitiera como él, pero me ha dado mucha energía. Ojalá pasaran cosas bonitas algún día y le pueda contar todo sin que se piense que estoy loco (ríe).