Cinco años... ¡y sigues siendo un extraño! La banda caribeño-andaluza Çantamarta tiene en Florentino su particular himno a la fortaleza del inmigrante, y el proyecto Enjoy the process de la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (ESAEM) debía reinterpretarlo. Su liricista y cantante, el colombovenezolano Luislo, explicó con pelos y señales de dónde nació la canción.
"Me emocionó escuchar las cosas que me contó Luislo que había vivido y otras personas de su país que se habían encontrado con situaciones muy difíciles. Yo tenía que interpretar lo contrario, la voz interior que destruye la fuerza que tienes a la hora de emprender. ¿Y ahora yo, tras escuchar el sufrimiento de este muchacho, tengo que ponerme a meterle el dedo en la llaga?", cuenta la actriz Carmen Navas.
El resultado es el monólogo inicial de la tercera edición de Enjoy the process; un laboratorio creativo en el que han brillado los jóvenes actores y actrices, cantantes, bailarines, diseñadores o editores de la vanguardia artística de Málaga. En esta ocasión, la propia banda Çantamarta se ha implicado como intérprete y productora al servicio de la reinvención ajena de su propio obra. El resultado se ha estrenado en la noche de este domingo en la ESAEM y en formato digital.
"Yo no sé si en futuras ocasiones voy a encontrar un grupo tan perfecto para este tipo de iniciativas", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga la directora del proyecto, la coreógrafa malagueña Lena Zafra: "Han hecho todo lo posible, superando todas las expectativas. Coincidimos mucho en la manera que entendemos el arte"
La experiencia, grabada en febrero de este año en el escenario de la propia ESAEM, ha marcado a ambos lados del espectro: a Çantamarta les ha servido como motivación e inspiración y ahora figuran en los pasillos de la escuela entre Rosalía y Antonio Banderas, mientras que entre los alumnos se ha desatado el amor a la banda por su cercanía y obra.
"Enjoy the process es un catalizador de todo tipo de talento emergente: han surgido relaciones a largo plazo de todo tipo, entre los cámara, luces... Han surgido un montón de proyectos paralelos después de esto", cuenta Zafra. Así, desde jóvenes promesas recién llegados hasta profesores antiguos alumnos que ya se asoman a las grandes plataformas, se han juntado al servicio de, simplemente, disfrutar el proceso.
Justamente, la coreógrafa —que trabaja con Ana Mena, Mala Rodríguez o Justin Quiles— lo defiende como una "lucha contra la inmediatez de tener que estar todo el rato generando contenido artístico que no supone nada": "Es una manera de desahogar y poder hacer las cosas disfrutando y dando valor a lo que hace, cuidar las cosas y que no pierdan la esencia".
El formato es una actuación en directo grabado mediante planos secuencias —"como si el espectador se metiera en el show", explica Zafra— en el que se entremezclan canto, danza y puesta en escena. Algo no demasiado alejado de la actuación con la que Rosalía presentó su álbum Motomami en TikTok en marzo: en la ESAEM llevan experimentando con configuraciones similares desde el año anterior.
Con la forma clara, adaptar el fondo fue el próximo reto. "Lo que más me gusta de la música de Çantamarta es que, aunque hablen de cosas que puedan ser lejanas, lo transmiten de una manera tan bonita que hacen que empatices", afirma la directora del proyecto, que considera que sus canciones "hablan de temas duros pero de forma algo naif".
"Yo quería que la gente de mi escuela recibiera todos esos valores", cuenta: abrazo a la diferencia, empoderamiento o respeto a los referentes, entre otros. "Luis compartió con nosotras y los alumnos la inspiración de cada canción, hay un montón de referencias culturales que las teníamos que investigar", señala Lena Zafra.
Así, surgieron reinterpretaciones como un impresionante Liit en el que la cámara baila con las cadenas de bailarines, un Amapolas cantado por un coro de niños, un Cuando los malandros lloran del que se apodera la alumna Candela Domínguez o ese poderoso Florentino con monólogo inicial.
Pero el resultado es lo de menos, ¿han disfrutado el proceso, como pretendía la premisa del proyecto? Lo sentencian las protagonistas.
Nora Hidalgo Kindelán, 16 años: "Había una conexión entre bailarines y con Çantamarta súper guay, familiar, acogedora, llena de ambición y de querer sacar esto para alante de la mejor manera. Podíamos compartir el arte de la danza y de la música y poder compenetrarlo de esta manera. Es una experiencia de 10".
Alba Wilkes Reina, 10 años: "He aprendido a trabajar en equipo y ver cómo con esfuerzo y ganas sale un trabajo súper bonito. Me ha inspirado mucho a seguir en este camino artístico, ha sido una experiencia que nunca olvidaré. Ha sido muy divertido, nos lo han hecho todo muy fácil y nos han tratado súper bien. Me dio mucha pena despedirme de Çantamarta, les regalé una pulsera con sus nombres porque les cogí mucho cariño".
Carmen Navas, 23 años: "Quise hacer este proyecto porque me encanta lo que hace Lena. Conocer a Çantamarta ha sido muy guay, son gente muy cercana y llana. También me ha gustado mucho explorar diferentes formas de crear música y que ellos lo reciban con los brazos abiertos. Me lo llevo conmigo y me ha sembrado esa semillita de querer hacer mis propias cosillas de experimentar con sonidos. Me lo pasé súper bien".
Candela Domínguez Gómez, 16 años: "Enjoy the Process es crecer. Siento que estoy mejorando mucho como persona, tengo más seguridad en mí. Es gracias a la gente que me rodea, que me apoya mucho".
Mercedes Ruiz aka Valentina, 23 años: "La meta de Enjoy es un poco ser como Çantamarta. Tener tu sello de identidad y que tú, cuando lo escuches, digas: Hey, ese es Luis, no es otro. Hey, esos timbales son de Omar, no es otro. Hey, esa guitarra es de Beni, no es otro. Creo que la escuela te da unas herramientas para que ahora en Enjoy las puedas desarrollar de una manera personal. La primera vez que haces un Enjoy te preguntas: ¿Podré hacer esto, no lo podré hacer? Y lo puedes hacer todo".
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