La pitaya, también conocida como la fruta del dragón, es nativa de América Central y del Sur. Suave y jugosa, con un sabor que recuerda a una mezcla entre kiwi y pera es ligeramente dulce y refrescante. Esta fruta ha ido extendiéndose por todo el mundo hasta aterrizar en Málaga, donde en algunas zonas de la provincia diferentes agricultores tomaron la decisión de dedicar un trozo de sus tierras a cultivar este alimento.
Entre ellos está Mariló Jiménez, una agricultora que tiene la parcela en Cortijo Costilla por el Valle de Guadalhorce, que tiene 700 plantas en unos 400 metros porque se enamoró de ella y quiso que estuviera en su huerto ecológico. Hace unos años esta malagueña decidió que quería cultivar pitaya en su campo porque deseaba tener "una fruta que aportara nutrientes y tuviera muchos beneficios”, cuenta la agricultora a EL ESPAÑOL de Málaga.
De tener un par de plantitas a llenar prácticamente un invernadero. Así ha evolucionado el cultivo de pitaya de Jiménez. Eso sí, cuenta con plantas tanto en esta infraestructura como en el exterior “porque también sobreviven, pero no dan la misma producción que en el interior”.
Durante el primer año y medio, según la agricultora, es complicado que esta planta dé fruto, pero dedicándole tiempo puede llegar a brotar. “El fruto lo suele llegar al segundo año y cada temporada que pasa la fruta sale mejor”, cuenta Jiménez, que añade que este año su hijo le ha comentado que “está mucho más buena”.
Hay quien puede llegar a pensar que cultivar esta planta es complicado, pero todo tiene su trabajo. Para Mariló conseguir que las 700 plantas le den pitayas no ha sido fácil, pero su trabajo está teniendo buenos resultados después de lograr que las plantas se "adapten al terreno, a la temperatura y al clima".
Lo que sí destaca esta agricultora, de manera negativa, de este cultivo es que es vulnerable a las plagas y debe ser constante en su cuidado. “El pulgón ataca mucho a la pitaya y también hay unos hongos que van a por la raíz y el tallo”, remarca.
Debido a esto, está pendiente de las plantas todo el día y si ve “unas pintitas amarillas o algún tipo de hongo le hecho su tratamiento natural”, ya que tiene un cultivo ecológico, por lo que no utiliza fitosanitarios, pero recurre a la cola de caballo o al cobre que se puede emplear un poco en ecológico.
Tipos de pitaya
La pitaya es una fruta ovalada o alargada, de un tamaño similar al aguacate o a la pera, con una cáscara gruesa que puede tener colores que varían en diferentes tonos de rojo, rosa, amarillo o verde. Al mismo tiempo que en su interior, su fruto puede ser blanco, rojo o púrpura con pequeñas semillas negras.
Al hablar de los tipos de pitaya que Mariló tiene en su campo, sostiene que tiene cinco clases diferentes de pitaya: Undatus, Tesoro, Costa Rica, Híbrida y Graffiti. Cada uno es totalmente distinto al otro. “Uno es blanco, otro es rojo. También tienen formas diferentes así que una es más puntiaguda, otra es más redonda y otra se puede cuartear. Lo que sí tienen en común es que hay que echarle mucho tiempo e informarse mucho”, asegura Jiménez.
En cuanto a la polinización, cuanto mayor sea el proceso más posibilidades hay de que el fruto sea mejor y para lograrlo, la agricultora lo realiza a mano. “Esta planta tiene mucho manejo y un tratamiento que no se puede hacer en invierno sino más bien en primavera cuando empiezan a soltar tallos”.
El día a día de Mariló, desde abril-mayo, consiste en estar pendientes cada día de sus plantaciones para “que no se escape ni una flor” para que realicen su polinización. En este punto, sostiene que está muy satisfecha con los resultados porque en un día ha llegado a conseguir 500 flores y en otro 400.
Sequía
Del mismo modo que ha conseguido sacar adelante sus cultivos de pitaya, ha perdido otros por culpa de la sequía. Mira el lado positivo y se alegra porque ha podido mantener su pitaya, pero después de mucho trabajo
“He tenido que comprar cubas de agua y estoy adaptando a la pitaya a mantenerla con muy poca agua. Al principio la regaba más y he podido comprobar que regándola menos también va bien”, remarca. Por otro lado, incide en que entre los cultivos que ha perdido está el de aceituna y no va a tener producción este año.
“Nos ha llegado agua de los pantanos, pero a duras penas. Ahora el día 5 dicen que viene otro riego y a esta zona, que es casi la última, va a llegar muy poca”, sostiene. Ha conseguido guardar algo de agua en su aljibe, pero tampoco es gran cosa. Por ello espera que el próximo año hidrológico venga acompañado de lluvias que levanten el campo y todo vuelva a la normalidad.
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