"Algo hay que hacer con los que somos de aquí y con la gente que tiene problemas para encontrar vivienda"
- "Los planeamientos que empezamos de cero y que se están trabajando ahora tienen una media de 20 años"
- "En Trípoli nos metieron en una base militar dos semanas para que esperásemos a Gadafi para encargarnos un proyecto; a la semana lo detuvieron".
Los nombres de Javier Higuera y Alejandro Pérez forman parte de la arquitectura desarrollada en las últimas cuatro décadas en Málaga y toda la Costa del Sol. Sus diseños y planeamientos se dejan ver ya en una treintena de países, en los que su estudio, HCP, se ha abierto camino. Son testigos privilegiados del territorio que habitan y transforman.
Empecemos por lo más reciente. ¿Qué supone para HCP formar parte del selecto club de los cien estudios de arquitectura más importantes del mundo?
Alejandro Pérez (A. P.): Sobre todo prestigio. Es importante conocer qué revista es Building Design, especializada en arquitectura y que nació en Inglaterra en 1969. Se trata de una publicación de muchísima tradición. Cuando califica a los estudios no lo hace tanto por el tema de diseño, sino tomando en consideración las sedes que tiene distribuidas por el mundo, el volumen de trabajo, el personal que tiene contratado… Para nosotros ha supuesto una alegría enorme. Es verte en una lista donde aparece Zaha Hadid o el estudio de Norman Foster. Eso siempre es gratificante. Y genera una responsabilidad, porque implica entrar en una especie de círculo importante y hay que tratar de mantenerse en el tiempo.
¿Hay más estudios españoles?
A. P.: Somos cinco en total y, curiosamente, dos proceden de las dos ingenierías más potentes del país: Idom y Ayesa. También están Morph y Cano y Escario.
El estudio empezó a funcionar en 1986…
A. P. Bueno, este señor (en referencia a Javier Higuera) lleva más tiempo que yo, porque es más mayor (risas).
O sea, que la primera semilla la pone Javier.
Javier Higuera (J. H.): Sí, sí, sí. Terminé antes y monté un pequeño estudio para empezar a ganarme la vida. Fue el germen.
¿Y cuándo se sumó Alejandro al proyecto?
A. P.: Me sumé porque puso un anuncio en el periódico buscando arquitecto. Me llamó mi padre y me dijo que había un señor que necesitaba a alguien para trabajar en un estudio de arquitectura. La relación empezó por ahí.
En aquellos primeros momentos, ¿cuántas personas eran?
A. P: Éramos dos socios y tres personas o cuatro trabajadores. Ahora somos unos 100.
¿Podían imaginar lo que hoy es HCP?
A. P: No. En ese momento nos encargaron un proyecto de 50 viviendas de protección oficial y recuerdo que fuimos a celebrarlo.
J. H: Era Soñable.
A. P: Dimos el salto cuando había una crisis inmobiliaria muy potente. No era global como fue en 2007, pero sí había mucho parón en el mundo inmobiliario. Y empezamos a hacer VPO. Ese primer proyecto era en lo que ahora es El Pato.
HCP está casi rozando los 40 años de vida. Les ha dado tiempo a ver y a padecer muchas crisis.
J. H.: Casi 40 crisis.
¿La peor de todas la de 2007?
J. H.: Ha sido la más profunda, la más drástica. Pasamos de facturar 100 a facturar 1.
A. P.: No es una exageración. Hablamos de facturar 20-1. En ese momento éramos 150 personas en el estudio.
Y eso obligó a una reestructuración.
A. P: No hubo más remedio. Lo que pasa es que antes ocurrió una cosa que nos ayudó bastante. Ya habíamos alcanzado cierto volumen de trabajo, hacíamos proyectos de cierta envergadura y teníamos clientes que estaban empezando la aventura fuera de España. Eso nos sirvió para acompañarlos en el tránsito y abrir oficinas fuera del país.
Empezamos en Brasil, donde fuimos con un proyecto brutal que representaba poco más o menos el 50% del término municipal de Torremolinos. Era una auténtica barbaridad. Nunca se hizo, claro. Pero nos sirvió mucho, porque nos dimos cuenta de que éramos capaces de, desde Málaga, generar trabajo en cualquier parte del mundo. Abrimos oficinas en otros países e hicimos muchas asociaciones con estudios de arquitectura de otros países.
J. H.: Y el tema Golfo Pérsico va por otro lado. Vinieron y vieron un proyecto nuestro y les gustó tanto que lo querían replicar. Eso nos permitió demostrar que éramos capaces de hacer un proyecto en Arabia Saudí, con las complicaciones que eso tiene de gestión.
¿El salto internacional de HCP coincide con la crisis del 2007?
A. P: Antes, en 2000 abrimos la oficina de Brasil y a partir de ahí empezamos a hacer un proceso de internacionalización potente. La de Brasil se cerró porque después de las Olimpiadas aquello cayó estrepitosamente. Y abrimos en el Golfo Pérsico, en Baréin, que ahora está funcionando estupendamente porque hay bastante actividad.
En cualquier caso, no habrá sido todo un camino de rosas.
A. P: No, ni mucho menos. Pero tampoco ha sido tan complejo. Hubo compañeros que después del 2007, ante la falta de trabajo, intentaron dar el salto internacional. Y eso es muy difícil en un momento de crisis porque se necesitan recursos. Y para ver el rendimiento necesitas que esa oficina esté asentada, que tengas proyectos. Salir cuando estás en un momento complicado cuesta mucho trabajo. Hay que hacerlo antes. De hecho, ahora estamos buscando un segundo proceso de internacionalización, abriendo oficinas en Arabia Saudí y viendo la posibilidad, más remota, de abrirla en Australia para empezar a tener una diversificación. Este trabajo es muy cíclico.
"Estamos buscando un segundo proceso de internacionalización, abriendo oficinas en Arabia Saudí y viendo la posibilidad, más remota, de abrirla en Australia"
J. H.: La gente piensa que era muy fácil, que ibas a Riad con tu estudio en la mano y te encargaban un proyecto nada más llegar. Y el proceso es muy lento. Después te tienes que acoplar a las variedades culturales de cada país. En el Golfo Pérsico el tiempo no existe y los impagos no existen.
A. P: Los arquitectos españoles están muy valorados fuera porque el nuestro es de los países donde un arquitecto hace una labor global. En otros países está mucho más dividido. Interviene el arquitecto en una fase de diseño, pero después las ingenierías tienen mucha potencia…
Me ha interesado Javier lo que ha comentado de las particularidades culturales de cada uno de los destinos en los que han trabajado.
J. H.: En Trípoli estuvimos esperando dos semanas al segundo de Gadafi. Nos metieron en una base militar para que esperásemos a Gadafi para encargarnos un proyecto.
¿Y se desarrolló?
J. H.: Empezaron a tirar bombas.
A. P.: A la semana siguiente detuvieron a Gadafi.
J. H.: El nuestro fue el último avión que salió porque teníamos que cobrar una cosa y no nos queríamos ir sin cobrar.
A. P.: Cada país es un mundo. Las diferencias culturales, sociológicas, administrativas, burocráticas…
J. H: Pero al final los sistemas son muy parecidos. Por ejemplo, en Brasil el tema medioambiental tiene una fortaleza tremenda y todos los planeamientos se parecen. En Rusia, salvo que el suelo es público siempre, el sistema de tramitación urbanístico es muy parecido. Pero en Rusia hay una corrupción tremenda…
A. P: Los países árabes son muy complicados. Cada uno tiene sus particularidades. Cuando estábamos en Baréin recuerdo que hubo una revolución, la revolución de la plaza de La Perla. En un momento determinado los chiíes se levantaron contra los suníes. Nos pilló allí en medio.
Haber sido testigos del derrocamiento de Gadafi…
J. H.: Y de toda la Primavera Árabe. Cada vez que abríamos el periódico habíamos perdido un cliente.
En el caso de España, una de las grandes quejas tiene que ver con el maremagnum burocrático. ¿Hasta qué punto complica esto su labor?
A. P.: Lo que complica el procedimiento es la inseguridad que genera una tramitación urbanística tan larga.
J. H.: La materia prima para nuestro trabajo es el suelo. Los planeamientos que hemos empezado de cero y que se están trabajando ahora tienen una media de 20 años. 20 años en madurar un suelo. No hay empresa que lo aguante ni que lo pueda meter en un plan de negocio normal. Cuando nos preguntan los clientes cuánto van a tardar en hacer un planeamiento, no podemos darle una respuesta. Eso genera inseguridad jurídica.
¿Eso hace que haya inversores que desista de dar el paso para invertir?
A. P.: Con claridad meridiana. Es muy habitual. Los sistemas de financiación de las promociones han cambiado radicalmente. Ahora la financiación bancaria, en muchos casos, se ha sustituido por una financiación de fondos de family office o de otras personas que invierten su dinero buscando una rentabilidad a corto plazo. Eso choca frontalmente con los trámites urbanísticos.
Si ahora viene un fondo y quiere hacer una inversión, lo que busca es suelo urbano o con muy poquito desarrollo. Eso provoca dos problemas: la subida del precio del suelo, porque el que hay disponible es cada vez más caro, y la falta de puesta en carga de nuevos suelos. Ya hay empresas que toman conciencia de que no hay otra forma de encontrar suelo en Málaga si no es mediante desarrollos urbanísticos. Tienen que hacerlo pero con inseguridad. En Brasil, en dos o tres años, tienes un suelo calificado para empezar a poner el ladrillo. Aquí tardamos alrededor de 20 años.
Ustedes han vivido la Málaga de hace casi 40 años y la actual. ¿Era imaginable el salto que ha dado la ciudad?
J. H.: Siempre he creído en sus posibilidades de desarrollo. Su mayor hándicap es que es una zona pobre, siempre ha faltado liderazgo empresarial. Pero el activo que tiene la Costa del Sol por su clima y las infraestructuras, es imbatible.
"Siempre he creído en las posibilidades de desarrollo de Málaga; el activo que tiene la Costa del Sol por su clima y las infraestructuras es imbatible"
A. P. El cambio en la concepción de la ciudad se produjo con el Plan General de Pepe y de Salvador (José Seguí y Salvador Moreno Peralta). Ahí ya se atisbaba una mejora sustancial de la ciudad. De estar cerrada al mar a ser abierta hacia el frente litoral. Se denotaba una ciudad moderna. Fue un avance importantísimo. Después se han hecho muchas intervenciones que han puesto a la ciudad en órbita.
J. H.: Lo de la ciudad de moda no surge de manera aleatoria. Ha habido un trabajo del Ayuntamiento y del alcalde, que ha hecho apuestas que en un momento determinado pudieran parecer incomprensibles, como los museos. Todo eso ha producido un efecto dinamizador tremendo. Había un plan y eso ha coincidido con una serie de cosas en el tiempo que hacen de la Costa del Sol un centro de inversión total.
¿En el estudio notan un aumento de encargos por esa imagen de Málaga?
A. P.: Ahora mismo Málaga está en la punta de la lanza, todo el mundo quiere hacer cosas en Málaga.
J. H.: Ha habido un cambio de modelo de residencial, que es el residencial turístico y el residencial de seis meses.
¿De seis meses?
J. H. Sí, está viniendo gente. Polacos, noruegos, suecos… Que compran para venirse seis meses.
A. P.: Esto hay que ponerlo en contexto. Está estupendo o no, porque genera problemas. Antes hemos hablado de que no hay suelo. Si estamos de moda los suelos son cada vez más caros, los costes de la vivienda cada vez son más altos y cada vez tenemos más entrada de gente que no es de Málaga.
Algo tenemos que hacer con los que somos de aquí y con la gente que, con recursos, tiene problemas para encontrar vivienda. Ya hay problemas no solo en Málaga capital, sino en la conurbación de Málaga. Los precios del Rincón de la Victoria de ahora comparados con los de hace tres años… Ya empieza a hacerse mucho más amplia la zona a la que la gente joven tiene que desplazarse para tener una casa. Hay que hacer una política fomentada por la Administración.
Porque hemos asumido como algo más o menos normal que se paguen 400.000 o 500.000 euros por una vivienda.
A. P.: La gente joven tiene un problema de acceso a la vivienda. Y no solo en régimen de venta, también en alquiler.
El último movimiento que hemos conocido por parte de la Junta de Andalucía ha sido la modificación de los módulos para que los promotores realmente le vean cierto color y atractivo a lo de hacer vivienda de protección oficial.
A. P.: Me parece una muy buena medida.
J. H.: Si eso no va unido a una gestión bancaria, que conceda las hipotecas en determinadas condiciones, el asunto va a seguir siendo el mismo.
A. P.: Si se ajusta el módulo a un precio razonable, si se sube el IPREM necesario para poder acceder a una vivienda de protección oficial. Esas medidas están también. Aunque creo que hay que hacer más cosas, porque no podemos convertirnos sólo en una ciudad de segunda residencia.
Uno de los riesgos con el que se topa la ciudad de moda es que los trámites urbanísticos se eternizan. Desde hace años los promotores y arquitectos vienen denunciando esto.
J. H.: Lo que hay que hacer es borrar. No pueden seguir poniendo más asuntos previos a la hora de dar una aprobación. En el mundo anglosajón haces una propuesta y te exigen presentar un aval por el valor de la edificación que vas a hacer. Si te sales del acuerdo se quedan con el aval.
A. P.: Se perdió una oportunidad magnífica en 2007 para haber hecho una reforma integral del proceso de planeamiento, que cada vez se ha complicado más. Ahora es que se producen cosas que son kafkianas. Por ejemplo, desarrollamos un planeamiento parcial que tiene que pasar por Aviación Civil. Cuando terminas el plan parcial tienes que hacer un estudio de detalle de la parcela que tiene que pasar por Aviación Civil y cuando has terminado el estudio de detalle tienes que hacer una licencia que tiene que pasar por Aviación Civil. Nos ha pasado que hemos tenido que pasar por un informe de Aviación Civil el proyecto de un sótano. Si eso puede generar un problema, yo no me monto más en un avión que aterrice en Málaga.
"Nos ha pasado que hemos tenido que pasar por un informe de Aviación Civil el proyecto de un sótano. Si eso puede generar un problema, yo no me monto más en un avión que aterrice en Málaga"
J. H.: Es de chiste, de película, pero no va a mejor.
A. P.: Quiero romper una lanza en favor de los funcionarios. Hay una lucha como muy dirigida hacia la falta de disposición de los funcionarios en su trabajo. Lo veo y sufren este proceso de extender la normativa urbanística hasta extremos imposibles de asumir. Al final hay unos trámites burocráticos que tenemos que cumplir los de fuera y los de dentro. Los procedimientos son de locura.
Quisiera preguntarles sobre proyectos concretos de Málaga. Uno de ellos, marcado por la polémica es la Torre del Puerto.
J. H.: Yo soy partidario de hacer cosas. Perfeccionarlas. Mejorarlas. Pero decir que no como una contestación global… No al sitio, no a la altura, no a la belleza de la torre. El sitio me resulta un poco complejo de entender porque hay otras zonas en las que tendría mayor encaje, incluso dentro del puerto. Creo que el proyecto no es el definitivo. Es un proyecto que he tenido mucho conocimiento popular. Probablemente no lo hubiese hecho allí, pero no me parece mal trabajar en ese asunto. Lo veo un sitio un poco aislado y poco conectado con la ciudad.
A. P.: Aquí hay mucho de opinión y poco conocimiento por mi parte. Antes hemos hablado de los procedimientos administrativos y de los procedimientos burocráticos. El trámite urbanístico de la Torre del Puerto no ha podido ser más escrupuloso. Ha tenido dos evaluaciones ambientales; la primera caducó y ha tenido una segunda valoración. El procedimiento no ha podido ser más pulcro. De hecho, no ha terminado. A partir de ahí empiezan las sensibilidades particulares de cada uno. He leído muchos razonamientos a favor y en contra y ambos están tremendamente bien justificados. Polémica en Málaga con actuaciones parecidas a esas ha habido 800.000. Es más, todos los cambios que han transformado la ciudad han sido objeto de polémica.
Ha habido cierto movimiento que cuestiona el emplazamiento o que se destine ese suelo a un proyecto privado en lugar de haber apostado por una actuación pública.
A. P.: En eso no estoy muy de acuerdo. No creo que por el hecho de ser público sea mejor. El Palacio Miramar era el Palacio de Justicia y ahora es un magnífico hotel de cinco estrellas. Era público y ahora es privado.
"El sitio me resulta un poco complejo de entender porque hay otras zonas en las que tendría mayor encaje, incluso dentro del puerto. Probablemente no lo hubiese hecho allí, pero no me parece mal trabajar en ese asunto"
Un proyecto que sí conocen de manera directa es el de los antiguos suelos de Repsol. Un desarrollo que está marcado desde hace años por el contencioso judicial planteado por Bosque Urbano.
A. P.: Es importante analizar de dónde viene. Repsol viene de un plan especial previo al Plan General de 2011, que tuvo su información pública, que se recoge como anexo del propio PGOU, que se desarrolló mediante un estudio de detalle en donde se asignan parcelas, edificabilidad, altura, volúmenes. Es importante que contemos las cosas como son y que cada uno tenga su opinión.
Ahora se está haciendo un proyecto de reparcelación, un proyecto de urbanización y una remediación para descontaminar. Todo eso tiene su tramitación y su evaluación ambiental. Es decir, el procedimiento es escrupuloso al 100%. Se habla de Bosque Urbano y asociaciones políticas que defienden la ejecución de un parque de 177.000 metros cuadrados.
Repsol es un ámbito de planeamiento en donde hay una serie de viarios públicos importantísimos como la Avenida de Europa, la Avenida de Juan XXIII, el bulevar Adolfo Suárez, la calle Sillita de la Reina… Son unos 30.000 metros cuadrados de suelo que hay que quitar de ese parque de 177.000 metros. Pero en el resto del sector, no todo son edificios residenciales.
En ese ámbito hay demanda de equipamientos y en Repsol hay 40.000 metros para equipamientos. Ya estamos hablando de unos 100.000 metros de parque. Pero es que dentro de esa parte hay suelo para vivienda de protección oficial y todos los espacios intersticiales. Quiero decir con esto que si contamos la historia hagámoslo bien.
J. H.: Es muy fácil hacer el engaño con los metros cuadrados, es muy cinematográfico. Paralizamos la construcción de grandes torres para no contaminar el parque que queremos aquí. Es muy demagógico y vende muy fácil. Y esa es la venta que está haciendo el Bosque Urbano. Como ha dicho Alejandro, hay una parte de equipamientos, una parte de viario y hay un parque. Y la reflexión es que llevamos discutiendo 22 años. Ahora es cuando viene la gente con dinero a hacerlo y ¿les vas a decir que no, con todo lo escrupulosa que ha sido la tramitación?
¿Qué proyecto creen que necesita Málaga?
A. P.: El malagueño es bastante inconformista, no tiene igual. A un malagueño le dices que Málaga está regular y te puede sacar un montón de errores más. Málaga tiene que estar en constante progreso. El Plan Litoral, el Guadalmedina son importantes, pero yo destacaría una que tiene que ver sobre por dónde va a crecer Málaga. Ahí tenemos el reto de organizar ese crecimiento de una manera más ordenada que como se hizo en Teatinos. La tendencia actual es hacia Sánchez Blanca, Cortijo, Merino, Lagar de Oliveros y deberíamos repensar cómo queremos que se crezca. Hay que darle una pensada para que ese crecimiento sea modélico.
J. H.: Alejandro es muy soviético en el urbanismo. A mí no me gusta tanto. No hace falta tanta uniformidad, hace falta repensar qué es lo que quiere la ciudad para el futuro y ver las cosas que faltan. El tema del Auditorio es importantísimo y tiene que salir el tema de las parcelas logísticas. Ahora hay una paralización del tema de transporte porque no hay parcelas grandes en la ciudad. Lo que está faltando es, sin hacer un plan general nuevo, hacer un catálogo de necesidades reales y algunas modificaciones puntuales.
Está lo de la VPO y la exigencia del 30%. Nadie puede pensar que en todos los sitios tiene que haber ese 30% de VPO. En algunos se podrá haber el 40% o el 50% y en otros de cero, porque hacer guetos no tiene ningún sentido. Y hay que tener una visión metropolitana. Si Dios quiere que salga el tren a la costa, desde Algeciras hasta Nerja.