El de Ángel Asenjo es uno de los nombres propios de la arquitectura y el urbanismo de la provincia de Málaga de las últimas décadas. Su estudio está a punto de alcanzar el medio siglo de vida, periodo en el que ha pasado por todas y cada una de las crisis de este país. La peor de todas, admite, la del ladrillo de 2008, cuando "todos los días" firmaba cartas desaconsejando la compra de ciertos bienes inmuebles. No todos le hicieron caso.
Ahora, sentado en la sala de reuniones, a apenas unos metros de la playa de La Malagueta, Asenjo responde a estas preguntas al tiempo que cuenta los días para escapar de Málaga. A él no lo habrán visto entre el gentío agolpado en la calle Larios durante la Feria ni pasear por el Real.
En año y medio su estudio cumple 50 años. Quién se lo iba a decir cuando a principios de los años 70 estaba usted en la Escuela de Arquitectura de Madrid. ¿Se lo imaginaba?
La verdad es que no. Empecé a trabajar en Madrid en un estudio que estaba formado por Antonio Miró, Fernando Higueras y Serrano Suñer. Era un estudio de cierta relevancia. Al principio veía mi vida profesional en Madrid, como parte de un estudio. Luego me encargaron el Edificio Horizonte en Málaga y decidí venirme. Nunca pensé que iba a hacer tantos proyectos como he hecho.
No sé si lo habrá contado.
Hemos hecho más de la cuenta.
¿Más de la cuenta?
Hemos intentado siempre trabajar con rigor, superarnos permanentemente. Hemos tenido la suerte de tener muchos encargos y muchos proyectos en Málaga y toda la costa. Siempre hemos afrontado cualquier proyecto como si fuera la primera vez, con ilusión, con ganas de cambiar permanentemente, de mejorar.
Hay una cosa en la que coinciden muchos de los arquitectos con los que hablamos, que es que en muchas ocasiones lo que el arquitecto puede hacer depende de la valentía del cliente. ¿En eso ha tenido suerte?
Creo que hay clientes que dan muy poco juego, es muy difícil, pero normalmente también al cliente hay que entusiasmarlo, hay que animarlo, hay que enamorarlo del proyecto, y entonces es más flexible. Tiene que ver que esa búsqueda de la calidad es una buena inversión.
¿Son más fáciles los clientes públicos o los privados?
El 90-95% de mis clientes han sido privados. Para mí los públicos son más fáciles.
Hace unos meses tuve la oportunidad de entrevistar a Salvador Moreno Peralta. Hablamos de su etapa en Madrid en aquellos años de dictadura. ¿Cómo los recuerda usted?
Fueron unos años muy emocionantes. Yo era un chico con cara de crío, que venía de provincia y en Madrid me sorprendía todo. Al principio coincidimos mucho con un cierto movimiento liberal, de búsqueda de libertad, de una cierta búsqueda de cultura. Nos hacían leer toda la literatura que estaba prohibida en España.
La buscábamos en un quiosco que había y en el que daban unos libros que eran un poco como de contrabando. Había una búsqueda de la libertad, de ser europeo. Luego vivimos el Mayo del 68, que fue un movimiento muy fuerte. Aquello nos creó muchas inquietudes. De todo aquello salió un cierto compromiso social. Creo que todos nosotros hemos intentado dar respuesta a ese compromiso social, poniendo la profesión por encima de nuestros intereses personales.
Me recordaba que usted coincidió con Salvador y José Seguí en la escuela de Madrid.
A Salva me lo presentó Alfonso Peralta el segundo año que estuve en Madrid. Ya lo conocía de vista, porque Salva siempre es protagonista en cualquier rincón. También conocía a Luis Machuca.
Al final son nombres protagonistas de la arquitectura en Málaga. ¿Es consciente de ello?
Lo asumo con mucha humildad, yo quiero seguir aprendiendo eternamente. No me siento profesor de nadie. Intento predicar en el estudio, pero no imponer ideas; abrir perspectivas, inquietudes, formas de pensar. Los años son los que son, pero yo me siento joven.
Porque pensar en la jubilación no está en su cabeza.
No, no. Mi mujer me lo pregunta de vez en cuando y le digo que nunca. Mientras tenga salud estaré por aquí luchando.
De todas sus obras, ¿con cuál se queda?
Hombre, sin duda el Palacio de Ferias, que me encargó personalmente Celia (Villalobos). Me animó mucho a que hiciera algo especial en Málaga. Me dio mucha libertad. Creo que es mi obra más importante.
Llevamos ya algunos años en los que el Ayuntamiento está amagando con afrontar su ampliación. Pero no da el paso.
Una de las cosas más satisfactorias del Palacio de Ferias es que ha tenido un éxito real y que se ha quedado pequeño. Hace falta una ampliación. Igual que Celia tuvo el valor de iniciar ese proyecto, ahora hay que tenerlo para continuarlo. Obviamente me gustaría hacer la ampliación. En casi todas las obras importantes, de arquitectos importantes, si están vivos, se les encarga a ellos. Cuando me preguntan si me gustaría diseñar la ampliación, digo que sí.
"Igual que Celia tuvo el valor de iniciar ese proyecto (Palacio de Ferias), ahora hay que tenerlo para continuarlo. Obviamente me gustaría hacer la ampliación"
De momento no se ha ido más allá de poner sobre la mesa la posibilidad.
No ha habido nuevos pasos. Se había metido en el contexto de la Expo 27. Pero creo que eso se tiene que hacer con independencia de la Expo 27. Málaga tiene que seguir creciendo. Es cierto que era una oportunidad de hacer cosas, pero igual que pasó con la Málaga cultural, también es una reflexión importante para continuar haciendo las cosas razonablemente bien.
El no organizar la Expo del 27 no puede ser excusa para frenar en seco.
No puede quedarse Málaga ahí. Málaga tiene que seguir creciendo porque es una ciudad que tiene una vocación real de crecimiento. Tiene que crecer para convertirse en la ciudad a la que aspira ser. Las ciudades o tienen una dimensión o no funcionan como capitalidad. Lo que se plantea es que Málaga sea la capital de la conurbación de la Costa del Sol.
¿Qué cree que le falta a Málaga para alcanzar esa dimensión?
Probablemente completar algunos equipamientos y algunas infraestructuras. Y seguir potenciando aspectos como la cultura, la tecnología y el turismo.
¿Se atreve a ponerle nombre y apellidos a esas infraestructuras?
Hay varios en marcha que están bien, que son acertados, como el soterramiento del Paso de los Curas, porque integrar el parque en el puerto es muy interesante. Y luego está el tema del Auditorio, que lo veo unido a un lugar para el cine. Málaga necesita un elemento cultural muy parecido al que está en San Sebastián, donde la música y el cine se mezclen en una unidad. Y el sitio es el morro del puerto. No hay otro.
¿El morro? Es un debate interesante. Hablábamos antes de Villalobos, que le encargó el Palacio de Ferias. Y fue Villalobos quien pensó en el Auditorio al final del dique de Levante. Esa es la torre que hoy está destinada a la torre. ¿Cree que es el sitio adecuado para el Auditorio?
Para el Auditorio y el Festival de Cine. Málaga tiene que presentar su Festival de Cine con una arquitectura que lo represente.
Aprovecho para preguntarle por la arquitectura del Auditorio, que fue elegida por concurso. ¿Cree que la idea ganadora es la adecuada para ese proyecto?
No, creo que es un proyecto que se ha quedado fuera de los requerimientos necesita Málaga, que son más complejos que aquellos que se plantearon en el concurso.
¿Y dónde se coloca la torre?
Muy fácil, al lado de la marina del Guadalmedina. Yo haría dos torres parecidas a las de Barcelona o algo así. Una torre más esbelta, más transparente o visualmente menos pesada junto a la marina del Guadalmedina. Ese es el sitio. Y además es un promotor que haría todo conjuntamente. Sería una solución estupenda para la ciudad.
"Yo haría dos torres parecidas a las de Barcelona o algo así; más esbeltas, más transparentes o visualmente menos pesadas junto a la marina del Guadalmedina"
Si le pregunto por la arquitectura de la torre del dique de Levante…
Es que pienso que no se debe hacer. No entro en el juicio de la arquitectura.
Es evidente que ese proyecto tiene la particularidad de plantearse en suelo portuario. ¿Es posible que haya faltado mayor intervencionismo por parte del Ayuntamiento a la hora de plantear alternativas?
Celia lo tenía claro y lo habló conmigo y yo lo hablé con ella. Ella defendió esa idea, luego se fue a Madrid y la idea se quedó en nada. La torre se planteó por dos razones que hoy día no existen. Una era que no había oferta hotelera en la ciudad, la otra que el Puerto era deficitario. Pero plazas hoteleras en la ciudad hay de sobra. Que puede haber más, qué duda cabe. Y el Puerto, gracias a dios, es rentable. Carlos Rubio ha hecho una gestión muy buena y la torre ya se convierte en innecesaria, con independencia de que desde un punto de vista paisajístico es, desde nuestro punto de vista, rechazable.
Hablando de altura. Usted recibió un encargo hace varios para repensar la operación de los sueños de Muelle Heredia, en el puerto. Aquello quedó en nada. ¿Una oportunidad perdida?
Creo que sí. Ahora mismo la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento mantienen la idea de retomar lo que está previsto en el planeamiento desde hace décadas. En aquel momento era el proyecto que la ciudad demandaba, porque lo que se buscaba era cerrar Muelle Heredia y el puerto a la ciudad. Era adecuado para la ciudad de hace 30 años, pero esa ciudad no es la de hoy. Y uno de los componentes es el miedo que le tiene a la Gerencia de Urbanismo, lo cual es sorprendente.
Habla usted del miedo a los plazos que dura cualquier trámite urbanístico…
Son interminables. Lo comprendo, pero es que un proyecto tan importante para la ciudad tiene que mover a la Gerencia. La Gerencia hay que moverla. No podemos seguir admitiendo que no resuelva. La Gerencia tiene que cambiar. Esta Gerencia que estamos viendo últimamente es bastante insufrible. Tiene muy buenos profesionales, tiene buena gente allí. Se trata de que se muevan bien y que cambien un poco la mentalidad. Hay un equipo humano muy bueno.
"La Gerencia hay que moverla. No podemos seguir admitiendo que no resuelva. La Gerencia tiene que cambiar. Esta Gerencia que estamos viendo últimamente es bastante insufrible"
Recordemos el proyecto de Muelle Heredia…
Hice un trabajo que hice con bastante dedicación e ilusión. Lo hacíamos con la idea de realizar una oferta terciaria de oficina y comercial, con un techo edificable de hasta 150.000 metros. Este proyecto es vital para Málaga, para crear una componente más de la economía malagueña.
¿Málaga necesita ahora mismo 150.000 metros de oficina? No, si el tema es que un abogado o un médico o un economista se instale. Pero tal y como se planteó el parque tecnológico, vamos a traer grandes empresas a Málaga. Y es el lugar donde se podía hacer un gran aparcamiento al que llegasen los coches que vienen a la ciudad, de manera que todo el mundo se mueva peatonalmente.
Las infografías que salieron a la luz pública mostraban imágenes de gran altura. ¿Quizá eso le perjudicó?
Era una imagen, una infografía. Y era una imagen de búsqueda de modernidad en la ciudad y de búsqueda de permeabilidad visual entre edificaciones en altura. Es decir, no creaba una barrera en absoluto. Era una imagen de variabilidad de altura, de modernidad, de ubicación y de permeabilidad.
¿Le satisface la ola de éxito en la que parece estar Málaga en estos años?
Creo que el éxito es saber digerir el éxito. Hay que tener la cabeza fría, no creerse que se está haciendo algo maravilloso. Todo tiene sus carencias en la vida, tiene su aspecto positivo y negativo y hay que analizarlo con frialdad. No hay que emborracharse de éxito. La responsabilidad de los políticos es saber encauzar el crecimiento de la ciudad y su desarrollo económico
¿Cree que se está haciendo bien?
No se está haciendo mal. ¿Se puede hacer mejor? Quizás. Todo se puede hacer mejor.
Ahora que hablamos de los políticos. Su hermano, José Asenjo, fue político, concejal del Ayuntamiento de Málaga y alto dirigente del PSOE andaluz. ¿Nunca le picó el gusanillo?
En los orígenes del PSOE en Málaga me propusieron ir en la primera legislatura, incluso. Tenía unos amigos que eran parte de lo que era el centro del PSOE en Málaga y habíamos hablado mucho del socialismo. En general, la juventud tenía un pensamiento más de izquierda, más liberal. Nunca quise entrar en política. Primero porque me gustaba la arquitectura y, segundo, porque era muy tímido y no me veía hablando en público.
¿Le veré estos días por la Feria de Málaga?
No, me voy porque es la única manera de descansar, porque tengo la deformación personal de que si estoy en Málaga me voy al estudio. Mi mujer ya lo ha asumido, le ha costado pero lo ha asumido y creo que ella está convencida y yo también de que es bueno trabajar. Mentalmente estás mucho mejor y estás más en el mundo.
Estos días he tenido la oportunidad de entrevistar a Teresa Porras y ponía en valor la expropiación de los terrenos del Cortijo de Torres, dando por bueno que seguirá siendo el Real. ¿Es necesario replantear la posibilidad de darle un uso diferente?
Creo que sí. Yo conocí la Feria en Martiricos, luego en el Parque, en Teatinos, en El Cónsul… Y casi siempre ha tenido una implantación temporal y luego ha ido buscando otros lugares. Tener un suelo que el crecimiento de la ciudad lo absorbe es un lujo innecesario. O no es tan lujo porque durante el invierno el espacio deja de tener uso y deja mucho que desear. Es lógico que en torno al Palacio de Feria se cree lo que en Madrid se ha creado junto a IFEMA, con usos terciarios, oficinas. El entorno del Palacio de Feria tiene vocación terciaria. Tardará unos años más o menos… Creo que el Plan General de 2011 preveía su traslado a Campanillas.
"Es lógico que en torno al Palacio de Feria se cree lo que en Madrid se ha creado junto a IFEMA, con usos terciarios, oficinas. Tener un suelo que el crecimiento de la ciudad lo absorbe es un lujo innecesario"
Pero se eliminó.
Se eliminó por razones políticas, porque hay un miedo tremendo a que pudiera tener una contestación política negativa. Desde un punto de vista urbanístico y de crecimiento de la ciudad, el entorno del Palacio de Feria tiene potencial de terciario.
Su nombre estuvo ligado hace algunos años a la construcción de una universidad en Nigeria. ¿Qué pasó con ese proyecto?
Sí. Nos encargaron el proyecto, hicimos los proyectos básicos de 24 edificios, con la biblioteca, las facultades, un centro de salud, una estación de bomberos. Estuvimos cerca de tres años trabajando. Pero después de tener el visto bueno, se hizo el concurso internacional para ejecutar la obra en tres fases, con una inversión próxima a los 1.000 millones de dólares. Hicimos todo el comparativo y se lo entregamos a los responsables políticos.
Con las empresas adjudicatarias ya elegidas, el gobernador del estado decidió aplazar el arranque porque había elecciones próximas. Al final el que ganó las elecciones fue alguien que no estaba de acuerdo con el proyecto. Varios años después me llamaron interesándose por el proyecto, para recuperarlo y querían que me hiciera cargo. En ese momento tenía muchísimo trabajo y no sabía cómo iba a afrontar la situación el nuevo gobernador. Al final les mandé toda la documentación y me puse a su disposición para ayudar en lo que fuera, pero no podía asumir la dirección de obra. No sé si se ha hecho algo.
¿Al final les pagaron los trabajos realizados?
Sí, nos pagaron, y de hecho gracias a ese proyecto estamos hablando en el estudio. La crisis inmobiliaria de 2008 fue tremenda.
Usted que está directamente vinculado a la industria del ladrillo, ¿le preocupa lo que está ocurriendo con el tema de la vivienda?
Es evidente que falla la vivienda de promoción oficial, ha sido abandonada durante muchos años. Cuando empecé, en los años setenta y muchos y en los ochenta, el 90% de los proyectos que hacíamos eran de promoción oficial. Había dos tipos: la VPO y el grupo primero. Y todas tenían subvenciones, estaba el crédito promotor y el crédito constructor. En el Paseo del Limonar hay vivienda de grupo primero y en La Malagueta. Hay que revisar los módulos, que sean reales y que se den ayudas al comprador. Y eso permitirá que el mercado se vuelva a agilizar.