El uso de las redes sociales se ha extendido a cualquier edad y gremio, y los narcotraficantes no iban a estar excluidos de ellas. El auge de esta aplicación en el mundo con más de 1.000 millones de usuarios ha creado una comunidad de narcos que comparten vídeos sin temor a ser detenidos.
El delincuente dedicado al tráfico de hachís lleva compartiendo desde hace tiempo toda clase de vídeos en Tik-Tok. De hecho es posible seguir paso a paso el procedimiento desde que la droga se carga en Marruecos en una embarcación rápida hasta que acaba en una playa del litoral de la península ibérica.
Los traficantes graban vídeos y los suben a cuentas de esa red social que pueden durar pocos días porque Tik-Tok las elimina al incumplir sus propias reglas. Son imágenes que se viralizan en un escaso espacio de tiempo por la capacidad que Tik-Tok posee, ya que cuentas con pocos seguidores tienen un alcance de cientos de miles de usuarios.
Las personas relacionadas con el narcotráfico más aficionadas a esta actividad son los conocidos “petaqueros”. Ellos se encargan básicamente de entregar gasolina a narcolanchas que están esperando el mejor momento para alijar la droga en las costas españolas. Estos petaqueros también pueden llevar víveres y otros objetos necesarios para sobrevivir en altamar durante varios días sin muchos problemas.
Ese trasiego de combustible y alimentos lo realizan porque una gran mayoría de narcolanchas esperan en altamar o en puntos cercanos a las islas Chafarinas, las islas de Alborán o la bahía de Alhucemas. Aunque el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil controla la llegada a nuestras costas de cualquier embarcación, los narcos a su vez realizan contravigilancias de los movimientos que las autoridades hacen en todo el litoral.
En estos últimos años se han detectado radares en viviendas utilizadas por narcotraficantes para detectar los movimientos de las patrulleras y helicópteros de Vigilancia Aduanera y de la Guardia Civil. Por lo que las organizaciones criminales saben en todo momento cual es la mejor ocasión para comenzar un alijo. Esto puede provocar que incluso estén más de una semana de espera en altamar encima de una narcolancha.
Se han grabado por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en muchas ocasiones, pero ahora son los mismos narcos los que comparten esa información. La importancia del SIVE se pudo comprobar en diciembre cuando hasta tres puestos de vigilancia fueron atacados en la provincia de Huelva, uno de ellos incluso lo destrozaron a tiros. Los puntos afectados fueron Ayamonte, Lepe y Punta Umbría, ya que Huelva es una de las provincias que más actividad de tráfico de hachís ha tenido en estos últimos tiempos tras ponerse el foco en el Campo de Gibraltar.
En los vídeos que se filtran a redes sociales se ve normalmente como varias narcolanchas amarradas en altamar están cargadas de bidones de gasolina y comida, todo para que en cuanto llegue a su localización la embarcación con hachís tenga todo lo necesario para llegar a la costa sin problemas.
Esa espera que puede ser de varios días cada vez es menos discreta y Tik-Tok está lleno de vídeos de esos momentos. Muchas de estas imágenes que son actuales se intercalan con hechos de hace años, pero se percibe una gran actividad de petaqueros que están muy activos. Algunos incluso intentan encontrar por esa red social a alguna colla para trabajar con ellos y participar en el alijo de turno.
La actividad de estas embarcaciones es incesante. En las costas de Almería esta semana se hundieron dos de ellas y explotaron varios bidones de gasolina. Los servicios de emergencia se movilizaron para rescatar a la tripulación, incluido un helicóptero, pero el aviso se desactivó porque alguien los rescató en otro barco que apareció.
En diciembre otro barco que también transportaba gasolina para narcolanchas se incendió en la bocana del puerto de Almerimar y eso es lo que se descubre. En Manilva también esta semana han aparecido en la playa decenas de petacas que utilizan para transportar gasolina, algo que es bastante habitual tras algún temporal porque muchos grupos criminales tras realizar su cometido lanzan al mar estos objetos que prueban que están colaborando en un delito como es el tráfico de hachís.
Y las narcolanchas, aunque su uso está prohibido, siguen el método más habitual para introducir hachís en España. Solo en Huelva se han detectado esta misma semana dos lanchas semirrigidas transportando unos 9.000 kilos. Y en el puerto de Sotogrande abandonaron una probablemente tras alijar de madrugada. En ella no se encontró nada de droga ni de gasolina. O en Palomares del Río (Sevilla) cuando en la madrugada del martes una narcolancha alijó allí 1.500 kilos que fueron intervenidos tras interceptar la Guardia Civil a la furgoneta que lo transportaba.
Se ha podido ver como una colla de narcotraficantes la emprendían a pedradas contra dos funcionarios de Vigilancia de Aduanera que trataban de detener a unos contrabandistas en la playa del Levante del Peñón. Los agentes acabaron ingresados con el tabique nasal roto y otros huesos de la cara afectados.
En lo que respecta a Málaga la actividad de narcolanchas es menor que en Huelva, Cádiz, o Almería. Las organizaciones criminales prefieren usar la provincia como base de operaciones y desde aquí distribuir la mercancía. Un buen ejemplo de ello ocurrió hace poco cuando se descubrieron 20 toneladas de hachís en una nave industrial de Mollina. Los dueños de este alijo millonario eran una organización criminal de narcos de Córdoba y franceses. Habrá más ejemplos como este el presente año.