En el pueblo malagueño de Jubrique, en la noche de un jueves de enero de 2022, son mayoría las casas que no tienen ninguna luz encendida. En los años 60, esta localidad en el entorno de Sierra Bermeja contaba con casi dos millares de habitantes; el padrón más reciente habla de 559 residentes. A las 22 horas de ese jueves de enero de 2022, solo un bar está abierto, con unos pocos parroquianos dentro.
Cuatro meses antes, un incendio de sexta generación -uno de los mayores del año en toda España- quemó unas 10.000 hectáreas de monte hasta quedarse a pocos kilómetros de ese bar de Jubrique. Fue el "demonio voraz" de Sierra Bermeja, que se cobró la vida de un bombero forestal y al que solo la lluvia pudo terminar de apagar tras una semana de lucha contra las llamas ante la impotencia de los servicios de extinción.
En el año 1 después del fuego, pese a las grandes inversiones anunciadas por las administraciones provincial y autonómica, la recuperación de la superficie avanza lenta por la sequía que ha caracterizado esta temporada el otoño-invierno malagueño. No son pocos los que levantan la voz para lamentar que, en este cachito de la Málaga vaciada, se siguen manteniendo las condiciones que hicieron de ese fuego una bestia tan voraz y, por lo tanto, se podría volver a repetir pronto. EL ESPAÑOL de Málaga vuelve a Sierra Bermeja para comprender cuál es la situación del paraje meses después de que las chocantes imágenes de las llamas dejaran de copar los medios.
La sequía ralentiza
El profesor José Damián Ruiz Sinoga es catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga (UMA) y uno de los mayores expertos en incendios en la provincia en los últimos veinte años. En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, explica que parece que resultará imposible de recuperar en torno a un 30% de la superficie quemada, pero para el resto "la vida sigue".
"Lamentablemente estamos en una situación de sequía que nos está fastidiando mucho; pero hay mucha germinación, mucha rebrotación, una actividad muy interesante", resalta Ruiz Sinoga, que anima a esperar al primer año hidrológico completo; es decir, hasta finales de primavera.
Desde su perspectiva, tras ese primer año se podrá tener una perspectiva más completa de en qué zonas se debe repoblar y en cuáles la naturaleza puede hacer el trabajo por sí sola: "Lo primero es un buen mapa de zonas de afección, que no se hace en tres minutos. Las imágenes en satélite son claves y, del 70% restante, va a haber una recuperación más o menos lenta que dependerá de la lluvia y sus ritmos", plantea el también miembro de la comisión de recuperación de la zona impulsada por la Junta de Andalucía.
Ante una temporada en la que la cantidad de agua caída ha sido poco más de una décima parte de lo habitual, el catedrático de la UMA resalta que el sistema está intentando regenerarse tras un gran estrés con poco más de una décima parte de lo habitual. Con todo, el renacimiento de zonas forestales de Ojén, Mijas o Coín tras grandes fuegos de hace 7 u 8 años marca un precedente de "recuperación bastante interesante".
¿Parque nacional?
Además de los componentes naturales, no son pocas las voces que consideran que es la propia gestión humana la que agravó la virulencia del fuego. Ya durante la vida del incendio, declarado el 8 de septiembre, eran propios bomberos que luchaban contra él los que señalaban la necesidad de haber hecho hecho más cortafuegos, de "realizar clareos dentro del monte", tareas para las que "sería precisa más mano de obra de la que se dispone ahora". Es ahí donde entra el factor despoblación que este periódico pudo comprobar de primera mano.
"Cuando se abandona el monte a su suerte después de siglos de antropización [modificación por la actividad humana], tenemos un polvorín. Eso se junta con la intencionalidad de incendios forestales y está la ecuación perfecta", defiende a este periódico el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Granada (UGR), José Gómez Zotano, que ha estudiado la sucesión de fatalidades de este tipo ocurridas en la zona desde hace casi medio siglo.
Desde su perspectiva, no se trata de un problema de los últimos años, sino que ya hubo desastres similares devastadores en la zona en 1966, 1975 o 1995, entre otros: "Se excusaban de que [el fuego de 2021] era un incendio de 6ª generación... Hay que tener un poquito de memoria. Los incendios forestales en Sierra Bermeja son realmente virulentos desde hace ya años. No se han tomado las medidas de conservación que se deberían haber tomado", asegura Gómez Zotano.
De acuerdo con su análisis, el punto de inflexión estuvo en el momento en el que la industria resinera entró en decadencia frente al aguarrás u otros derivados. Sierra Bermeja está llena de pinos resineros -y, por tanto, altamente inflamables- que anteriormente eran vaciados. Actualmente, son combustible disponible para el fuego; lo que, sumado al fuerte viente de la zona y otros aspectos, hace que sea tan difícil extinguir un incendio en la zona y estos terminen resultando ser tan dañinos.
Otro ejemplo del impacto positivo de la actividad humana moderada en el monte para prevenir la gravedad del fuego lo traen los últimos ganaderos de montaña de Jubrique, Josefa y Juan, con 300 cabras de raza malagueña que suben diariamente al monte. Según explicaron en un reciente reportaje con la televisión pública andaluza, la alimentación de las cabras de algunos elementos de los árboles les arrancó los componentes más inflamables y los salvó de ser pasto de las llamas. Con todo, son minoría.
"Este fuego ha quemado más pinsapos que todos los incendios forestales producidos en la zona desde 1950, nosotros estimamos que más de mil. Es una especie en peligro de extinción, igual que el lince, y sería impensable que, de repente, en una catástrofe se muriese un millar de linces. Ha sido catastrófico ambientalmente", plantea este catedrático de la UGR.
Para él, ante ese panorama y la particularidad de esta vegetación, la verdadera reconstrucción sería declarar Sierra Bermeja parque nacional, una petición que lleva años de trayectoria: "No es que la calificación evite por sí misma que se produzca un incendio forestal, pero favorece el aumento de inversiones en medidas de prevención, conservación de especies, turismo sostenible...", defiende José Gómez Zotano.
No obstante, José Damián Ruiz Sinoga disiente y opina que, si el fuego hubiese comenzado en el vecino parque nacional de Sierra de las Nieves, "hubiese sido de las mismas características": "No está la zona más abandonada por no ser parque nacional. La guardería forestal en Sierra Bermeja funciona igual que en Sierra de las Nieves", defiende. Asegura también que ya había cortafuegos en la zona que fueron traspasados igualmente por las llamas.
Colaboración institucional
La tercera pata de las complicaciones en la reconstrucción del paraje natural malagueño tras el desastre son las complicaciones políticas. El alcalde de Genalguacil -que, como su vecina Jubrique, vio el terror de cerca-, Miguel Ángel Herrera, explica en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga que ha habido "muchísimas tensiones" tras el incendio porque -según denuncia- desde el gobierno regional y provincial "en ningún momento se está teniendo en cuenta a los vecinos que perdieron su finca".
"Hubo muchísimos problemas en la gestión caótica del fuego a los que, a día de hoy, todavía no se ha dado respuesta. ¿Cómo pretendemos que en el futuro no vuelva a ocurrir esto cuando no nos hemos sentado a ver qué errores hemos cometido cada uno? Parece que no les interesa que se hable del fuego", señala Herrera, que asegura que tampoco se está "compensando" el "batacazo" que se ha pegado el turismo en la zona tras el incendio.
Desde la Junta de Andalucía, se anunció que se iban a invertir 4,6 millones de euros en actuaciones de emergencia, que se suman al fondo de 8 millones presupuestado por la Diputación y, entre otras medidas, la atención psicológica a más de 243 personas afectadas en la zona. El paso de ese primer año hidrológico al que se refería Ruiz Sinoga servirá para concretar el diagnóstico de cómo empezar a recuperar los valores medioambientales perdidos.
Por su parte, el alcalde de Genalguacil pone de límite hasta finales de enero para recibir una contestación del gobierno autonómico a su demanda de hacer una retrospectiva sobre qué hay que mejorar para evitar. ¿A partir de febrero? "Tendremos que tomar acciones. No me voy a quedar pasivo, llegaremos hasta donde tengamos que llegar", afirma Miguel Ángel Herrera.
"No se permite conciliar la vida en el campo. Permiten que la Costa del Sol pueda seguir creciendo y nosotros, no. Vamos para atrás, y la conservación de Sierra Bermeja siempre ha sido gracias a que la gente vivía en el campo...", reflexiona. Así, si creciera el número de parroquianos en aquel bar abierto de noche en Jubrique, habría más manos para prevenir volver a ver una tragedia de las dimensiones de la de hace nada más que cuatro meses.