Uno de los medios de transporte más utilizados por los madrileños es el metro. A diario son muchas las personas que recurren a él para acudir a su puesto de trabajo, ir de compras o simplemente dar una vuelta por el centro de la capital. Por rapidez y comodidad se presenta como la solución perfecta para realizar los traslados. Y lo mismo podría decirse del resto de metros que suelen tener las principales grandes ciudades del mundo. Con el tiempo han ido añadiendo líneas y kilómetros a sus recorridos, pero seguramente ninguna sea capaz de tener la peculiaridad que esconde una de las estaciones de Metro de Madrid.
Se puede decir que en una de sus paradas más conocidas se esconde una historia de terror, que mete miedo. Y es que fue construida sobre un cementerio y muchos de los cuerpos que se enterraron todavía siguen allí. Podría tratarse del guion de una película, pero ya se sabe que en ocasiones la realidad supera la ficción.
Para aquellos que estén acostumbrados a utilizar este medio posiblemente no le concedan demasiada trascendencia a esto. La mayoría de los viajeros, como es lógico, solo reparan en el tiempo y en la comodidad que les pueda proporcionar el servicio subterráneo. Por lo general, aquellos que proceden de localidades más pequeñas, que carecen de metro suelen prestarle más atención a todo lo que se encuentran a su alrededor cada vez que se montan en uno de estos vagones y la megafonía les va recordando las distintas estaciones.
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En cualquier caso, para todos ellos resultará muy novedosa esta historia que os vamos a relatar a continuación y que merece la pena esconder. Forma parte de nuestro día a día y no podemos darle la espalda.
Un cementerio bajo la estación de Tirso de Molina
Dentro de la línea 1 del Metro de Madrid se encuentra la estación de Tirso de Molina. Podría ser una más de las muchas que encontramos en el plano del servicio de transporte subterráneo. Sin embargo, lo más llamativo es todo lo que esconde, como recoge el perfil de TIkTok Terrores Nocturnos. En este espacio se detallan todo tipo de historias curiosas, y en ocasiones un tanto sorprendentes que pueden dejarte con la boca abierta.
En unos de sus vídeos hacen mención al cementerio que se localiza bajo la estación de Tirso de Molina, y sobre el que todavía hay unos cuantos cadáveres enterrados.
Es cierto que tiene algo más de 100 años, pero no siempre el metro pasó por allí. Se trata de una obra relativamente reciente, que apenas cuenta con un siglo de historia. Con anterioridad, en el año 1564 se comenzó a construir allí el Convento de la Merced, que constaba de tres plantas.
A partir de 1809, cuando se procedió a la expulsión de los mercedarios de la construcción durante la invasión de las tropas napoleónicas, empezaron a suceder una serie de acontecimientos muy curiosos. Los casi tres siglos de historia que presentaba el edificio quedaron sepultados junto con los restos de las personas que se encontraban en su interior.
Qué ocurrió durante los trabajos de construcción del metro
Alfonso XII fue el encargado de poner en marcha en 1920 un ambicioso proyecto que tenía el propósito de dotar a Madrid de un medio de transporte subterráneo. Con el tiempo, como se ha podido comprobar ha ido a más hasta convertirse en la solución perfecta para moverse por los distintos distritos de la capital.
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Los trabajos de construcción fueron muy rápidos, como demuestra el hecho de que en cuestión de un año ya se pudiera inaugurar. Sin embargo, durante el periodo de excavaciones y de los trabajos, los obreros se encontraron con unas cuantas sorpresas. Hallaron restos y criptas al picar paredes. Aseguran que bajo la estación de Tirso de Molina todavía permanecen los restos de algo más de 200 frailes, que quedaron atrapados una vez que se vino abajo el convento.
Sin lugar a dudas, nos encontramos con una historia muy curiosa y que resulta prácticamente desconocida para la mayoría de madrileños. Seguro que a partir de ahora la veremos de otra manera cada que nos acerquemos por allí.
Las otras curiosidades que esconde el metro de Madrid
El Metro de Madrid se inauguró el 17 de octubre de 1919. En aquel momento, la ciudad contaba con una población de 600.000 habitantes. Para comenzar este proyecto, la primera línea constaba de ocho paradas y un trazado de 3,48 kilómetros, yendo desde Cuatro Caminos hasta Puerta del Sol.
Entre aquellas ocho estaciones se encontraba la de Chamberí, que se mantuvo operativa hasta la década de los 60. Se procedió a incrementar la longitud de los trenes, pero en el caso de esta estación no había la posibilidad de aumentar el tamaño como ocurría con otras. Se decidió cerrarla en 1966, manteniéndose en la actualidad como estaba y convirtiéndose en la estación fantasma del metro de Madrid.
Si decides descender por sus escaleras tendrás la oportunidad de retroceder en el tiempo, de profundizar un poco más en el Madrid de otra época.
Otra de las curiosidades que podemos encontrar en esta red de transporte subterránea hace referencia a la profundidad de alguna de sus estaciones. La que presenta un mayor fondo es la de Cuatro Caminos, que se incluye dentro de la línea 6 y que cuenta con unos 45 metros de profundidad, que es lo equivalente a un bloque de viviendas de 20 plantas.