Los trajes de flamenca para ir a la Feria de Abril son mundialmente conocidos. Unas fiestas multitudinarias a las que no solo asisten los sevillanos que las han vivido desde la infancia. Miles de personas se compran sus atuendos en las mejores tiendas para asistir a este evento. Por eso, además, hay gran variedad de modistas que se dedican a ello y lugares donde poder encontrarlos. Pero en las fiestas de Madrid, esto nunca ha sido así, hasta ahora.
La tradición madrileña más castiza está caracterizada por el chotis, la zarzuela, la limonada y, por supuesto, la vestimenta típica: los trajes de chulapa y chulapo. Un atuendo para ir a celebrar las fiestas de la capital como San Isidro o la Virgen de la Paloma. Esta última con fecha en pleno verano y su día grande a la vuelta de la esquina: este jueves 15 de agosto.
El femenino está formado por un vestido con la parte de arriba ceñida en la cintura, con mangas de farol y falda de lunares hasta los pies terminada en un pequeño volante. En la cabeza, un pañuelo anudado al cuello con el cabello recogido en un moño y dos claveles. La guinda la pone el mantón de Manila.
Los chulapos, por su parte, se visten con el chaleco de pata de gallo adornado con un clavel en la solapa y pantalones oscuros. Sobre la cabeza llevan la gorra del mismo estampado y un pañuelo blanco al cuello.
Se podría pensar que existen miles de posibilidades para poder adquirir uno de estos trajes típicos, pero nada más lejos de la realidad. Es verdad que hay muchos establecimientos donde se pueden encontrar low cost, como los locales asiáticos, aunque también lo es que no dejan de ser meros disfraces.
Lo cierto es que los lugares donde encontrar un traje de chulapo de calidad en Madrid se pueden contar con los dedos de una mano. Existen unas pocas modistas que se dedican a confeccionarlos como antaño, como Vir's Dreams en Móstoles o la sastrería Palomeque, y tan solo dos almacenes que los siguen vendiendo desde hace años: Maty y Pertiñez.
En concreto, son más de tres décadas las que lleva esta última tienda abierta al lado de la Puerta del Sol, especializada en trajes regionales de todo tipo. Los hermanos Pertiñez empezaron a trabajar en los atuendos de chulapo, tanto masculinos como femeninos, unos cinco años después de inaugurar el local. Sobre todo, para el público infantil.
En su caso, cuentan tanto con tallas estándar que se pueden encontrar en el establecimiento, como con encargos basándose en los diseños clásicos, pero con pequeñas modificaciones, como colores, estampados o bordados.
"Normalmente, solo se vendían modelos para niños y para las asociaciones de grupos tradicionales, que eran clientes habituales", cuenta Jorge Pertiñez, uno de los hermanos propietarios de dicho negocio. Algo que, como asegura, desde hace un tiempo ha cambiado.
El resurgir de los chulapos
"En Madrid nos habíamos desvinculado de la tradición. Muy poca gente se sentía partícipe de las fiestas", opina Sofía Nieto, una de las fundadoras del atellier Carmen 17. "Ahora vemos que nos estamos volviendo a sentir identificados con nuestro territorio y estamos queriendo generar ese folclore".
"Desde hace dos años no damos abasto para fabricar todos los encargos que tenemos", asegura uno de los propietarios de Pertiñez, que alega que la demanda ha aumentado repentinamente en poco tiempo. "Tenemos capacidad para fabricar unos cinco o seis a la semana de los que vendemos siete. Siempre tengo menos de los necesarios para rellenar las estanterías".
"En 33 años no hemos visto una cosa así. Además, viene muchísima gente joven, de entre 24 a 40 años". Un perfil que es la antítesis a lo que habían visto durante su trayectoria, en la que la mayor parte de su clientela se componía de gente de edad más avanzada.
"El año pasado tuvimos a un grupo de 45 chavales, chicos y chicas, que se hicieron la mayor parte de los trajes aquí. Se fueron a comer al restaurante La Bola, que pone el cocido madrileño típico, y luego se metieron a la tienda y se hicieron una foto con nosotros", explica.
Un hecho al que no dan explicación. "Puede ser que fuera porque se vistieran de 'chulos' cuando eran niños en el colegio", opina Pertiñez. También se atañe este crecimiento al auge de las redes sociales.
Y es que influencers como Eme de Amores han dado visibilidad los últimos años compartiendo sus atuendos de chulapa en plataformas como TikTok. En el caso de la creadora de contenido citada, fueron las diseñadoras y modistas de Carmen 17 las encargadas de su confección.
Trajes reinventados
Carmen 17 fue fundado en 2011 por la mencionada Sofía Nieto y Arancha Rodrigálvarez como estudio de diseño de vestuario para cine o teatro, principalmente. En 2017 decidieron incluir en su catálogo el 'Nuevo chulapeo'. "Rodrigálvarez siempre tuvo en mente la revisión de este traje. Quería hacer algo que se adaptase a la personalidad de cada uno. Y que hablase de la cultura de Madrid, porque veíamos que se estaba diluyendo", comenta Nieto.
Su propuesta se basa en un concepto diferente, original y creativo que reinventa el traje típico para darle la personalidad de quien lo lleva sin salirse del aroma castizo: "Vivirlo desde el hoy".
"Primero tomamos medidas con la cliente, probamos un prototipo y cerramos los detalles del diseño. En todo el proceso está la persona presente, como si fuera un traje de novia: en la elección de los tejidos, los estampados, los materiales...", explica.
Un procedimiento que tiene una duración de unas dos semanas y con un precio que ronda los 400 o 600 euros en el caso del vestido para mujer, el más demandado, en comparación con los que se pueden encontrar en Pertiñez por 150 euros.
Aunque también hacen el traje masculino tanto para hombres como en versiones femeninas. "Nos han pedido diseños de chaleco y falda, por ejemplo", añade Nieto. Y es que al ser prendas únicas hechas a medida, la ropa es totalmente inclusiva, ya que se pueden hacer todas las tallas y de la manera que mejor le siente a cada uno.
Los vestidos de Carmen 17 se componen de dos piezas: la blusa y la falda. "Queremos que sea un traje que dure para siempre y que se pueda poner en cualquier ocasión". De esta manera, la blusa se puede conjuntar con unos vaqueros o la falda con una camiseta más sencilla, para hacer un atuendo ponible para otros eventos.
En su caso, también hablan de un apogeo inusual y repentino desde hace, aproximadamente, dos años. "El primer año creo que hicimos solo uno para la temporada de fiestas y el siguiente unos cuatro. Luego más o menos nos manteníamos con una decena. Pero este año hemos hecho 45 trajes", apunta la modista.
"Es una ilusión", afirma Pertiñez. "Obviamente, que vaya bien el negocio me importa y es necesario, porque hay que pagar muchos gastos. Pero moralmente la satisfacción que ha supuesto para nosotros ha sido muy grande. Ya no son solo los clientes de siempre, también estoy trabajando para otra generación"
Pertiñez añade que ve posibilidades de que "el movimiento castizo pueda sobrevivir". E incluso "competir" con la Feria de Abril. "Hace 30 años hubiera dicho que es imposible, pero en los últimos tres años nos han quitado la razón".