En la Plaza de Tirso de Molina, en pleno centro de Madrid, Teresa se para delante de un comercio cerrado. Son poco más de las 18:30 horas del martes. El calor aprieta y esta señora se fija en los cierres echados del negocio: "Me he acordado de ella". La mujer se refiere a Concha, la tendera de 61 años asesinada a puñaladas presuntamente a manos de Jesús, el delincuente madrileño que perpetró el atraco que acabó con el fatal desenlace. "Hay que ver qué mala suerte, se iba a jubilar, iba a tener el nieto y murió de esta manera", lamenta.
El crimen se produjo el 3 de julio, pero de hace un año. Sobre las 13:25 horas, cuando Concha estaba a punto de cerrar Vistebien, el ladrón entró a la tienda para llevarse la recaudación de la caja. Entonces, la hipótesis que se barajó es que la comerciante opuso cierta resistencia y el delincuente la asestó varias puñaladas que acabaron con su vida. El autor huyó del lugar del asesinato junto a Estrella, que entonces era su pareja sentimental.
En poco más de 24 horas, la Policía Nacional 'cazó' a los dos sospechosos. El varón, madrileño, acumulaba antecedentes por robo con violencia, tenencia de armas y tráfico de drogas. En el historial delictivo de su compañera figuraban antecedentes contra el patrimonio. Ambos eran viejos conocidos de la zona y acabaron en prisión comunicada y sin fianza.
Hoy, sobre los tres cierres de Vistebien están pegados tres papeles con el mismo mensaje: "Cerrado temporalmente". Además, se avisa a la clientela de que se les seguirá atendiendo en José Luis y sus Chaquetillas, el local que regenta el marido de Concha, José Miguel, a pocos minutos a pie de Tirso de Molina.
La historia de José Luis y sus Chaquetillas -situado en la calle Ave María- y Vistebien -Tirso de Molina- comenzó hace varias décadas. El primero de los negocios lo fundó José Luis, padre de José Miguel, en los años 50. El control sobre el segundo establecimiento llegó más tarde. Con el tiempo, estas tiendas de venta de uniformes de trabajo pasaron a manos de los hijos. En los últimos tiempos, eran José Miguel y su mujer Concha quienes estaban en el día a día; el en las Chaquetillas y ella en Vistebien.
Manolo, dueño del restaurante asador La Carpa, conocía a Concha: "Era una persona normal, afable, sencilla". Su local hostelero está prácticamente enfrente de Vistebien. "Ella venía a desayunar muchos días (...) y yo la compraba toda la ropa de cocina, de camareros...", recuerda. "Me dio mucha pena porque en agosto se jubilaba, tenía ella toda la ilusión del mundo con una nieta que iba a tener", añade.
Concha rompió a José Miguel, que sigue trabajando al pie del cañón en la tienda de Ave María. También dejó huérfanos de madre a su hijo y a su hija, que tuvo un nieto [no una nieta, como apuntaba Manolo] poco después. Un año desde el trágico suceso, los cierres echados de Vistebien traen a la memoria un episodio que alcanzó una repercusión mediática notable y que abrió el debate sobre la seguridad de este punto del barrio de Embajadores.