El Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas se está convirtiendo en la nueva base de operaciones para las redes de inmigración irregular. Esta realidad está detrás del colapso de las salas de asilo de las terminales 1 y 4 del aeropuerto, que desde hace meses no dan abasto con la cantidad de personas que llegan.
Cerca de 600 personas procedentes del África subsahariana y, en menor medida, de Marruecos, viven hacinadas en las zonas comunes del aeródromo tras el desbordamiento de las salas de asilo.
Las mafias se reinventan constantemente y han encontrado en la aerolínea oficial marroquí, Royal Air Maroc, a su mejor aliada, según han denunciado los sindicatos policiales y corroboran trabajadores del aeropuerto. Los inmigrantes, procedentes en su mayoría de Senegal, son embarcados en Casablanca (Marruecos) en vuelos con destino a El Salvador, Bolivia o Brasil, y con escala en Madrid.
"Los senegaleses, por ejemplo, no necesitan visado para viajar a El Salvador o Nicaragua. Tampoco necesitan visado de tránsito para pasar por España", afirma un trabajador de Iberia que lidia a diario con estos vuelos patera en Barajas.
"Lo que hacen al llegar aquí es romper el pasaporte y pedir asilo. Hacen lo que les dicen las mafias", asegura una fuente del sindicato policial Jupol. Una vez perdida la documentación, se dirigen directamente a la Policía.
Otros, en cambio, sí que tratan de llegar a su destino original, principalmente El Salvador, con la esperanza de poder llegar luego a los Estados Unidos. Ahí es donde tienen que cambiar de aerolínea.
"Muchas veces se quedan tirados en Madrid porque los billetes [para cruzar el Atlántico] están falsificados por la mafia", asegura el citado trabajador de Iberia. "A veces, según van haciendo los trayectos, las mafias cancelan los billetes para poder cambiar el nombre y vendérselo a otro en otra fecha".
El Gobierno de El Salvador, conocedor de esta realidad, instauró en noviembre una tasa turística de 1.000 dólares para los viajeros procedentes de esos países. Y la tasa, además, se cobra en el origen. "Todos vienen con la misma tarjeta de crédito que les dan las mafias y con el pin apuntado para pagar esa tasa. Muchas veces esas tarjetas dan error", afirma el trabajador.
"Iberia nos comunicó que teníamos que cobrar la tasa a todo el que pasase por El Salvador, que es de 1.000 dólares. Al final eso es un negocio para El Salvador. El otro día estuve atendiendo a 80 personas. Multiplica…".
"Ahora mismo hay un hombre que se queda para ayudarles y que creemos que es de una mafia", prosigue esta fuente. "A veces no pueden pagar la tasa. También pasa que los billetes están corrompidos". El viajero se queda entonces varado en "tierra de nadie", sin medios para seguir viajando ni autorización para salir del aeropuerto, y no le queda más remedio que pedir asilo.
El Ministerio del Interior es consciente de este problema, tanto que Fernando Grande-Marlaska viajó a mediados de enero hasta Rabat y se reunió con su homólogo marroquí para buscar una solución a este problema. Una de las opciones que se ha barajado es instaurar un visado de tránsito que impida hacer escala en Madrid.
"Es una situación insostenible"
Mientras tanto, cada día que pasa, más personas se acumulan en el aeropuerto en condiciones de vida infrahumanas. Esta situación ha generado tensiones entre los diferentes grupos de inmigrantes.
"Se pelean por la comida y por el territorio, por decirlo de alguna manera", explica la fuente de Jupol, que lleva advirtiendo de la gravedad de la situación desde el comienzo de esta crisis. "No se están poniendo soluciones. Se está improvisando y poniendo pequeños parches".
El pasado sábado hubo un enfrentamiento entre dos grupos de migrantes que no terminó en tragedia por la intervención de las Unidades de Intervención Policial (UIP) desplegadas en el aeropuerto.
Ahora mismo, la Policía Nacional mantiene a 12 antidisturbios constantemente vigilando la zona. Los grupos se reparten en tres grupos: mañana, tarde y noche. Los dos primeros corresponden a UIP y el último a las Unidades de Prevención y Respuesta (UPR).
El citado sindicato critica igualmente la falta personal para gestionar todas las peticiones de asilo. "Hay muy poco personal. Ahora se ha reforzado con agentes de prácticas. Pero son compañeros que todavía no han jurado el cargo, están en formación, y no se les puede dejar solos".
Esto mismo lo corrobora una abogada que trabaja gestionando peticiones de asilo, concretamente, las relacionadas con el colectivo LGTBI, trata y mutilación genital. Las tres casuísticas abundan entre las personas varadas en Barajas. "En mis 15 años de ejercicio nunca he visto un pico como el de noviembre. Y en las últimas semanas ha sido increíble", asegura.
"Es una situación insostenible. Todo lo que te pueda contar se queda corto. En las imágenes se puede apreciar, pero entrar en un lugar donde las personas están tan agolpadas es increíble".
"La gente está sin unas condiciones de higiene mínimas. No hay baños suficientes, no hay sitios donde dormir, las pocas camas que hay están en unas condiciones lamentables, hay chinches, no hay ningún control de posibles enfermedades… Es una situación que vulnera todos los derechos fundamentales básicos, ya no solo de la constitución, sino del derecho internacional".
"Los turnos de limpieza son una vez al día. Imagínate. Si tú vas a un centro comercial y ves la hoja de los turnos, ves que limpian varias veces al día. Pues aquí, una", asegura la fuente de Jupol.
La situación se agravó todavía más la semana pasada con la retirada de la Cruz Roja del Aeropuerto. La ONG criticó que no podía llevar a cabo su trabajo por el gran volumen de personas hacinadas en las salas de asilo. Esto ha propiciado que los agentes de Policía Nacional hayan asumido las tareas de los trabajadores humanitarios. "Esto no es una función policial. Lo hacemos porque somos humanos".
La falta de personal deriva en una gran lentitud en el trámite de las solicitudes que no hace sino alargar el problema. Una persona puede estar fácilmente "10 o 15 días" esperando para ser entrevistada. "No se están dando las garantías a las solicitudes de asilo internacional. Las entrevistas se están haciendo tarde", afirma la abogada.
"Luego está el tema de los traductores, que muchas veces ni se entienden. Para atender a una persona de Marruecos, del Rif, te traen a una persona iraní, que habla persa, o te traen a un turco. Por mucho que estas personas hayan estudiado árabe, no se va a entender con un señor de las montañas del Atlas. Ya no hablemos de Senegal y del wólof, que es súper complicado dar con gente que hable este idioma. Entonces te traen a alguien que habla francés, que tampoco la comunicación es sencilla".
La solución no se presenta cercana. La idea de pedir un visado de tránsito, por el momento, es solo eso, una idea. Asimismo, tampoco constan advertencias a Royal Air Maroc por la laxitud a la hora de permitir estos vuelos patera. Nadie sabe afirmar con rotundidad si la aerolínea es cómplice, o es simplemente una cuestión de dejadez. Mientras tanto, la situación en Barajas se sigue agravando.