A ras de suelo, se pueden ver edificios altos, diáfanos, como producidos en serie, todos con un característico color amarillo pálido. Por eso se las conoce coloquialmente como "las casas amarillas". Vista desde el aire, la colonia tiene forma triangular y simétrica. Por eso su nombre oficial es Pico del Pañuelo.
Esta peculiar colonia fue construida entre 1927 y 1930 en el triángulo que forman el Paseo de la Chopera, el Paseo de las Delicias y la calle Guillermo de Osma. Su propósito fue albergar a los obreros de la zona, especialmente, los trabajadores del matadero. Por aquel entonces, el matadero hacía honor a su nombre y no era precisamente un centro cultural.
"A esto se le llamaban las 'casas baratas'. Tenían precios muy asumibles", explica Jaime Fernández, antiguo trabajador del matadero que conoció a varios compañeros que vivieron en Pico del Pañuelo. "Son casas muy majas [de tamaño], están muy bien".
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Actualmente, hasta donde él sabe, no queda vivo ningún trabajador del matadero que resida en la colonia. "Había bastantes", recuerda este hombre de 84 años que trabajó como matarife o, en sus palabras, "matando bichitos".
"Siempre fueron casas de alquiler. Luego pasaron equis años y ya pudieron optar a compra", explica. "Antes no se podían hacer comercios. La única zona donde había comercios era en la fachada de Paseo de las Delicias, entre Legazpi y la Plaza Beata María Ana. Poco a poco se fue abriendo a los comercios. Antes era todo viviendas".
Esta colonia es obra del arquitecto Fernando de Escondrillas, responsable de otras obras similares como la Colonia del Retiro o el Jardín Municipal en Chamartín. Pico del Pañuelo lo componen 74 edificios con más de 1.500 viviendas.
"Supusieron un cambio sustancial en la tipología de casas baratas de la época. Este cambio pudo tener que ver con el régimen de alquiler de la colonia", se puede leer en el estudio Análisis constructivo y estructural de la colonia Pico del Pañuelo realizado por los arquitectos Amaia Mateos y Tomás Villanueva en 2015.
"Al ser un barrio de pisos en régimen de alquiler ubicados frente al matadero, se convirtió en una oferta asequible cerca del lugar de trabajo para numerosos inmigrantes, muchos de los cuales provenían del entorno rural", prosigue el citado estudio.
"No hubieran invertido sus ahorros en comprar un piso, porque tal vez fuera un concepto muy moderno. A pesar de ello, para una temporada era una solución asequible, cómoda y habitable; cuando hicieran dinero podrían permitirse una 'casa' o en el momento en que su situación cambiara, volver al pueblo".
La vida de las "casas amarillas" han ido muy ligadas a la vida del matadero. A medida que avanzaba el siglo XX, el régimen de alquiler fue pasando paulatinamente a la compra de las viviendas. Para principios de los 80, la actividad del matadero se terminó y el grueso de las viviendas estaban ya en manos privadas.
En la actualidad, la vecindad de Pico del Pañuelo es tan heterogénea como en cualquier punto de Madrid. "Hubo una época fastidiada, porque había mucha concentración de gente", explica una mujer que eligió este enclave por su buena comunicación con Mercamadrid, donde trabajaba. "También había unos bares que eran conflictivos, pero ahora se vive muy bien", asegura.
Esta opinión la comparte Gerardo, vecino originario de Canarias. "Tiene sus momentos, pero en general es un barrio tranquilo. Después de la pandemia la cosa se ha suavizado, pero antes había unos cuantos locales de ambiente latino y los fines de semana había ruidos y peleas. Pero en la pandemia cerraron, así que estamos más tranquilos", explica este propietario, que vive aquí desde 2016.
Ahora su queja no son los bares, sino la basura. "Hoy está más o menos decente la calle, pero hay mucha gente un poco incívica y te puedes encontrar restos de basura, o las papeleras llenas de basura. Y como la limpieza no pasa a diario, pues bueno".
Gerardo vive con su mujer en una casa de unos 50 metros cuadrados por la que pagó 112.000 euros. Pero la colonia no se libra de haber sufrido una subida desmesurada de los precios, igual que el resto de Madrid. "Para que te hagas una idea, hace dos años, se vendía uno igual por 260.000 a reformar. Y he visto pisos como el nuestro, reformados, por 300.000 euros. Es algo salvaje".
"Hemos pensado en vender, pero sí que nos gustaría seguir viviendo por la zona. Nos gustaría algo más espacioso y eso implica vender caro, pero también comprar muy caro", concluye.