Cuando la Gran Vía era un hervidero de nazis y fascistas ocultos: así fue su vida en Madrid
El libro 'Madrid, metrópolis (neo)fascista' hace un repaso las vidas y negocios de los perdedores de la Segunda Guerra Mundial en la capital.
27 junio, 2023 02:45Hubo un tiempo en que España era el destino predilecto en Europa para los nazis y fascistas derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Nuestro país formaba parte de las llamadas “rutas de las ratas” que servían como vía de escape de todo tipo de criminales de guerra. Y esa ruta, obviamente, pasaba por Madrid.
Los nazis encontraron en nuestro país una dictadura afín y el aislamiento internacional necesario para emprender la huida con calma. Los hubo que estaban de paso y los hubo que se quedaron. En 1944 había cerca de 20.000 en España, según diversas fuentes.
Pierre Daye, Otto Skorzeny, Mario Roatta, Leon Degrelle, Louis Darquier de Pellepoix… La lista de nazis y fascistas establecidos en Madrid es larga. Todo ello viene recogido en el libro Madrid, metrópolis (neo)fascista. Vidas secretas, rutas de escape, negocios oscuros y violencia política (1939-1982), del historiador Pablo del Hierro. Madrid Total ha conversado con el autor para descubrir los puntos calientes de “ratas” ocultas en la capital.
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“La propia geografía de la red fascista en Madrid va cambiando con los años. Pero el inicio de la red lo podemos colocar en el distrito Centro y, en concreto, en el eje de la Gran Vía, Alcalá y el Paseo de la Castellana”, explica Del Hierro. “No tanto porque vivían allí sino porque trabajaban ahí y era donde socializaban cuando terminaba su jornada laboral. Ahí estaban las cámaras de comercio o los bancos. Era el centro económico del país”.
Un ejemplo: el teniente general de la Italia fascista, Mario Roatta (conocido como La bestia negra), tenía su oficina en pleno centro de Madrid. “Otto Skorzeny [coronel de las SS nazis] tuvo su oficina primero en la Castellana, muy cerca de Cibeles, y luego en la calle Montera”.
“Pierre Daye [periodista y militar belga colaboracionista de los nazis] cuenta en sus memorias que a esta gente le gustaba pasear mucho por la Castellana, sobre todo en verano. Él cuenta que se encontraba con muchos refugiados, como él los llama, del Tercer Reich o del Eje. En algunos casos charlan o se van a tablaos flamencos, esto es muy curioso. Les gustaba ir a los tablaos que hay alrededor de la Plaza Mayor. Así pasan los días”.
España, en realidad, se planteó inicialmente como destino de paso de nazis huidos. “En ese momento hay una gran incertidumbre en torno al régimen de Franco. Estamos hablando del año 45. La guerra estaba a punto de acabar y los aliados llegaron a plantear una posible invasión de España. Esto al final no ocurre, pero muchos fascistas huidos no lo saben. Entonces, ante la duda, muchos se marcharon. Diría que en torno al 80% de los huidos acaba fuera de España”.
“Luego habrá algunos fascistas que volverán de Argentina, en el año 55, cuando Juan Domingo Perón es apartado del poder”. El caso más notable es el de Ante Pavelić, dictador croata aliado del Tercer Reich, que terminó sus días en la capital española.
Precavidos y descuidados
Pero, ¿cómo se comporta una persona con una identidad falsa que sabe que está perseguido en muchos países por sus crímenes? Como suele pasar, hay de todo. “Los había muy prudentes y los había que iban a calzón quitado. También hay casos de criminales de guerra que tienen más ojos puestos en ellos, más presión, y otros que menos. Estos toman menos precauciones. Entre ellos no tomaban muchas precauciones, no hacía falta, se conocían de antes y consideraban que en esos círculos estaban en territorio seguro”.
“El caso más paradigmático de hombre precavido, que estuvo en Madrid muchos meses y pudo salir poco es el de Léon Degrelle [político y militar belga colaboracionista de los nazis]. Él aterriza en San Sebastián y en el 46 se orquesta una fuga de película y, a través de gente de La Falange, le llevan a Madrid”.
“Le llevan a un piso del barrio de Salamanca donde él va a estar en el cuarto de la niñera. Él cuenta en sus memorias que sale muy poco y tiene que tener mucho cuidado porque el gobierno belga le está buscando activamente”.
Esa precaución le sirvió, ya que Degrelle murió en Málaga en 1986. Nunca respondió por sus crímenes ni fue extraditado a Bélgica, incluso estando España ya en democracia.
El caso totalmente opuesto sería, según Del Hierro, sería Louis Darquier de Pellepoix. “Este hombre había sido una pieza clave en la organización del Holocausto en la Francia de Vichy. Había supervisado los trenes que llevaron a muchos judíos franceses a campos de exterminio”.
“Vivió en Madrid a calzón quitado. De hecho, hay un periodista francés que le reconoce por las calles de Madrid. Dice que iba vestido igual, con el mismo bigote, el mismo monóculo, todo igual. Además, gastando todo lo que le robó a los judíos que había deportado. Iba gastando a diestro y siniestro”. Darquier de Pellepoix, pese a su despreocupación, corrió la misma suerte que su colega belga, ya que murió en Carratraca (Málaga) en 1980.
Oficinas de nazis
Los nazis y fascistas ocultos no solo encontraron en Madrid un refugio donde vivir. También encontraron su lugar de trabajo. Varios de ellos montaron empresas radicadas en el centro de la ciudad e, incluso, dieron trabajo a otras personas en su situación.
“El personaje más importante a la hora de contratar a gente y en cuanto a actividad financiera es Johannes Bernhardt [empresario alemán y general honorífico de las SS]. Este es quien la Alemania nazi manda a España, al final de la guerra civil española, para articular la incipiente masa de negocios que se está produciendo entre bando sublevado y la Alemania nazi. Se puso al frente de un consorcio de empresas que canalizaba la deuda de la guerra y todas las inversiones nazis en España”.
“Más adelante será el jefe de lo que se llama las Sofindus, este conglomerado de empresas alemanas que operaban en España, que tenía la oficina en la Gran Vía. Este se va a convertir, probablemente, en el personaje más poderoso de la colonia alemana en Madrid. Movía mucho dinero y tenía mucha influencia política”.
“Otro que hace lo mismo es Mario Roatta, que abre una empresa de importación y exportación, y se dedica a hacer negocios entre España, Italia y Argentina. También contrató a fascistas huidos. Último ejemplo, Gastone Gambara, que llegó en el año 47 y que también será un personaje a la hora de establecer negocios entre España e Italia”.