Madrid es una ciudad llena de restaurantes y sobre todo terrazas, muchas de ellas en altura que se concentran en el centro donde están las mejores vistas de la capital. Las mejores, sin dudas, son las del grupo Azotea.
Su CEO, José Manuel García (Madrid, 1974) se crio en un primer piso de Moratalaz. A muy poca altura del suelo por el que anda y lejos de las alturas, que es donde reina. Como decíamos es el responsable de Azotea Grupo y gestiona las mejores terrazas con las mejores vistas de Madrid.
Si creen que es una exageración, juzguen: la azotea del Círculo de Bellas Artes, en plena calle de Alcalá; la de Picalagartos, en la Gran Vía; la del Mercado de Barceló, en el barrio de Malasaña; el Club Financiero Génova, en Colón y ahora, el Palacio de Cibeles, en el Ayuntamiento de Madrid, con una oferta renovada pero el mismo escenario prodigioso.
Este licenciado en Económicas, de vocación regente de azoteas, supo que el mundo desde arriba se veía diferente un día en el fútbol que le tocó sentarse en las alturas. "Desde arriba ves mejor los espacios y lo que está ocurriendo en el juego", asegura sentado de espaldas a unas vistas que son casi hipnóticas.
Su primera terraza fue en su Moratalaz natal, en 1998, se llamaba Escándalo y era a pie de calle. "Todavía no me daba el dinero para las alturas". Y de ahí, la carrera ascendente ha sido fulgurante. Eso sí, sin perder nunca de vista el suelo.
"Hace años que cerró este local y ahora lo están remodelando. Mi hermano tiene esa parte romántica y quiere que vayamos a verlo, pero cada día me levanto diciendo que este año no voy a arrancar otro proyecto nuevo y luego sigo y sigo. Nos va la marcha", asegura el auténtico rey del sol en Madrid, que entre sonrisas desliza que ahora mismo Azotea Grupo está viendo proyectos internacionales en alguna ciudad europea con buen tiempo, sin querer soltar prenda sobre cuál será el próximo cielo a conquistar.
Pregunta.- El cielo de Madrid es famoso, ¿cuál es su lugar preferido para verlo?
Respuesta.- Bueno, ahora debería decir que el Palacio Cibeles.
P.- ¿Qué tienen las terrazas para volver loca a la gente?
R.- Madrid desde las alturas es absolutamente diferente que a pie de calle. Es mucho más bonito porque cuando subes, te das como aire. En la vida, tanto para lo bueno como para lo malo, dar aire ayuda a soltar ese estrés que llevas a diario e insufla el ánimo en los días bonitos.
P.- ¿Cree que es una moda o que han venido para quedarse?
R.- Por mi bien espero que no sean una moda. Las terrazas han venido para quedarse porque de alguna forma cambias un poco tu día a día de estar abajo a estar arriba. Mola mucho ver Madrid desde arriba. Por eso, en Azotea siempre intentamos que todos nuestros espacios tengan esa singularidad: arriba y al aire libre.
P.- ¿Va por la calle mirando hacia arriba, buscando nuevos negocios?
R.- Yo voy siempre mirando hacia abajo, siempre. De hecho, hice el Titan Desert en Marruecos y los paisajes allí son acojonantes y cuando veo las imágenes de los drones pienso si he estado allí (jajajaja). Me dedico a las azoteas, pero yo no miro las vistas, eso se lo dejo a los demás.
P.- ¿Qué es lo más difícil de gestionar en una terraza?
R.- El tiempo que, como aprendí hace muchos años, es lo único que no soy capaz de manejar. Si llueve, hace viento o calor, tenemos que estar preparados. A las cuatro de la madrugada puede llover, luego al mediodía hacer un sol increíble y 16 grados y por la noche bajar la temperatura. Es lo bonito de las terrazas como cliente, pero lo más difícil de gestionar para nosotros. Yo escribo todas las semanas con la previsión más o menos, pero luego hay que ir revisando día a día. Es lo primero que hago al levantarme.
P.- ¿Cómo se informa de la previsión del tiempo?
R.- Lo miro en cinco sitios diferentes. Soy un loco de la meteorología. Miro no sólo las predicciones, también los mapas de lluvia, de viento, las imágenes de satélites... porque es clave. A veces sabemos que a partir de las once de la noche va a llover y tenemos que adelantar el servicio de cenas y hacerlo más rápido para que a la gente no le pille a medias. Además, me viene de familia, a mi madre y a mi tío siempre les encantó la información del tiempo.
Aunque no nació en una casa con terraza, José descubre durante esta charla, casi sobre la marcha, que su primera vivienda en alquiler, esa que supuso su independencia, fue un ático. "Y la segunda, también", bromea como revisionando dónde puso la primera piedra de su reinado.
Ahora, con su mujer y sus hijos tiene una casa con terraza, "en cuanto pudimos", aunque no la disfruta todo lo que le gustaría.
P.- ¿Qué diferencias hay entre una terraza a pie de calle y una en altura?
R.- Yo creo que sacamos a las personas de su contexto, del estrés de su día a día. En una terraza a pie de calle, salvo que esté en un patio interior, el mundanal ruido sigue ahí, los atascos, el lío... En las alturas, te olvidas un poco de lo que ocurre abajo, no lo ves.
P.- ¿Y a nivel gestión?
R.- Es mucho más difícil gestionar una terraza en altura. En hostelería se habla del cliente que pasa por la puerta del local, de la terraza, la ve y le apetece sentarse. En las azoteas eso no ocurre. Tienes que ir premeditadamente, hacer tu reserva o decir voy a una azotea de Gran Vía, por ejemplo. Estas terrazas son destinos en sí. Quieres ir, las buscas... porque no vas con tu pareja o tus hijos por la calle mirando hacia arriba a ver si encuentras algo.
P.- ¿Cuánto de importante en una azotea son las vistas y cuánto la comida?
R.- A mí me gusta decir que, como mínimo, el 50%. Esa es una lucha propia porque me molesta que la gente diga que en las azoteas no se puede comer bien y que es sólo para disfrutar de las vistas. Nosotros ponemos mucho empeño para que en nuestros espacios se coma bien. Es obvio que las vistas nos ayudan pero no queremos que la gente solo venga por eso. Y sinceramente, creo que hemos conseguido meter en el identitario de la gente ir a los espacios de Azotea Grupo a comer y no sólo por las vistas.
P.- Con esta floración de terrazas, queda claro que ya no son solo para el verano...
R.- Además del cambio climático, que es evidente, se ha dado un cambio mental en el uso de las terrazas. La Ley del Tabaco y luego la pandemia las hicieron necesarias y posibilitó cambiar ese hábito que sí que había en el norte de Europa y era que el tiempo para ellos no era tan importante para disfrutar de las ventajas de estar en una terraza. Antes, el madrileño entendía que en los meses de invierno no hacía falta ir a las terrazas pero descubrimos que se puede disfrutar de un buen gintonic o de un buen cóctel, con un abrigo y con una estufa al aire libre. Antes llovía dos días y se desmontaban las terrazas, ahora esperamos a que el tercer día salga el sol.
P.- ¿Qué se ve desde arriba que no se ve desde abajo?
R.- Los tejados de Madrid y las cosas desde otra perspectiva. Ves cómo se mueve todo y las vistas dan mucha paz y concentración para vivir ese momento en el que estás. Abajo eso es más difícil.
P.- ¿Cuál es la terraza de todas las que gestiona que más cariño le tiene?
R.- La azotea del Círculo de Bellas Artes porque es la primera que cogimos en 2014 y marcó muchas cosas en mi vida. Desde entonces han pasado diez años de crecimiento de la empresa y todo gracias a esa azotea.
P.- ¿Cómo consigue las mejores azoteas?
R.- Siempre me vienen. Al principio me denominaba como un tío con suerte y luego sabes que la suerte no existe, que hay que perseguirla, que hay que buscarla. Creo que siempre he sido muy trabajador, con los ojos muy abiertos... Un día, un amigo me habló de la terraza del Círculo fui a verla y me enamoré. En mi vida casi todas las cosas que me han ocurrido, en el amor y en el trabajo, han sido flechazos.
Así es Cornamusa.
Un restaurante madrileño. El nombre de Cornamusa, el local de Cibeles, homenajea a ese extraño instrumento que aparece en el logo de Correos, el inquilino originario de este palacio. Su apuesta es por una carta madrileña, no sólo en platos, sino también en productos y en el vino. En todo lo que se sirva aquí habrá algo que suena, sepa o huela a Madrid.
El restaurante cuenta con un espacio interior para 60 comensales y una terraza con vistas para 65 personas. La cocina estará en manos de Jesús Almagro, que, junto al chef ejecutivo del grupo, Manu Berganza, han apostado por una gastronomía ligada a la historia y al recetario de la ciudad.
Para José Manuel García, un gran día en Madrid puede empezar por ver una exposición de Centro Centro, como la de Monet ahora. Un desayuno en Café Cibeles. Un aperitivo en la Azotea Cibeles con un buen cóctel y comer algo rico en Cornamusa. "Tendrías una mañana y una tarde maravillosas".
El último en unirse a la familia Azotea Grupo, que abre hoy sábado sus puertas, ha sido el espacio gastronómico del Palacio de Cibeles. En total son más de 1.000 metros cuadrados divididos en tres espacios concretos: Café Cibeles, en la segunda planta, Cornamusa y Azotea Cibeles, en la sexta.
La reforma de las tres áreas, que cuentan con capacidad para 350 comensales a la vez, ha estado en manos de Alejandra Pombo y su estudio de interiorismo, otra de las aliadas del grupo para crear locales elegantes y únicos.
P.- ¿Qué significa para el grupo la llegada de Cibeles?
R.- La consagración de las cosas bien hechas. Llegamos a Madrid con nuestra primera azotea, la del Círculo, y 10 años después cerramos con el Palacio de Cibeles porque hemos demostrado ser capaces de gestionar los espacios tanto en el ámbito hotelero como en el ámbito de edificio público o club privado. Después del Club Financiero, era lo que me quedaba por gestionar.
P.- ¿Qué atmósfera quiere crear en estos espacios?
R.- Intentamos ser honestos y crear espacios a la altura de donde nos encontramos. Y el Ayuntamiento de Madrid es el sitio de todos los madrileños, de todos los españoles, y queremos un espacio donde todo el mundo se sienta identificado. Un espacio democrático, pero no en términos políticos, sino donde todo el mundo pueda venir a disfrutar de una alta gastronomía, de unas vistas increíbles y brindando por lo que tenemos enfrente.
Aunque parezca mentira José Manuel confiesa que tiene muy mala orientación, "no sé ni donde está el norte ni el sur ahora mismo", bromea. Pero su cerebro ha desarrollado una rentable capacidad para determinar qué espacios pueden transformarse en el lugar en el que todo el mundo quiere estar al menos una vez en la vida, como Cibeles.
"Llevo 20 años en esto y sí que veo claramente si el sitio puede funcionar o no; por su distribución, por la amplitud, por si tiene pasillos, por las alturas... Las terrazas tienen que tener anchura y espacio suficiente para desarrollar un servicio que no sea angosto", aclara.
Por eso le pedimos al rey de los cielos madrileños que nos diga cuál es el mejor momento para visitar los esquinazos en altura que gestiona su grupo. Y no vale decir siempre el atardecer que es uno de los momentos más demandados por quienes quieren subir unos metros para olvidarse de lo que arrastran en el suelo.
El mejor momento en...
El Círculo de Bellas Artes. "Tomar el desayuno allí es uno de los mayores placeres porque las vistas son increíbles y estás muy tranquilo".
Azotea Cibeles. "Beber champán mientras ves lo que ocurre en Madrid".
Picalagartos Sky Bar&Restaurant. "Yo diría que el mejor momento es por la noche, ir a tomar una copa".
El Club Financiero Génova. "Ir a cenar viendo la puesta del sol".
Forus Barceló. "Tomarse unas cervezas por la tarde. El ambiente es increíble".