Toda gran ciudad que se preste cuenta con algunos espacios indispensables para la comodidad y el contento del ciudadano, que sean de uso público y lo más accesibles que se pueda. Colegios, hospitales, bibliotecas, centros culturales, parques, pabellones deportivos…
En concreto los parques son uno de los lugares más preciados de un municipio. En ellos coinciden niños, ancianos, adultos y jóvenes, pues cada uno encuentra su lugar entre los bancos y columpios que suelen protagonizar un parque.
En Madrid, el parque del Buen Retiro o el parque de El Retiro es uno de los lugares más populares y visitados de la ciudad tanto por residentes como por foráneos. Sus 118 hectáreas de extensión brindan a cualquiera la oportunidad de perderse entre árboles, dar largos paseos, hacer deporte, tomar algo, montar en barca en su estanque y muchas más actividades, todo sin salir del corazón de la capital.
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Reconocido como Paisaje Cultural Patrimonio Mundial de la UNESCO en el verano de 2021, algunas de las partes más famosas del parque son su gran estanque, el Palacio de Cristal o la fuente del Ángel Caído, entre otras. Estas zonas siempre suelen estar bastante concurridas e incluso puedes encontrar bares y restaurantes donde beber o comer algo, además de los típicos puestos de frutos secos y chucherías.
Pero El Retiro es mucho más que lo típico pues, en su grandeza, hay muchos rincones desconocidos y zonas infravaloradas. Hoy queremos hablarte de una de ellas, no tanto por su ubicación si no por lo que se puede encontrar en ella, que son, entre otras cosas, pavos reales, que se suman a otros animales mucho menos escondidos como patos, cisnes o tortugas.
¿Dónde se puede ver a estos animales? El lugar adecuado, según algunos portales sobre el parque, son los Jardines de Cecilio Rodríguez, a los que se llega por la avenida de Menéndez Pelayo, accediendo por la puerta que se sitúa frente al hospital Niño Jesús. En dicho espacio los pavos se encuentran totalmente libres, sin ningún tipo de vaya o cerca que les impida moverse a sus anchas, e incluso se acercan a los más curiosos que a veces les dan comida, aunque este sea un acto poco recomendable.
Respecto al momento perfecto para admirarlos, lo más espectacular es verlos a partir de marzo, en primavera, su época de celo y apareamiento, debido a que se puede presenciar cómo extienden su enorme abanico de plumas de colores verdes y azules con los que cortejan e intentan atraer a las hembras para reproducirse. Este jardín abre de lunes a domingo desde las 10:00 a las 18:00 horas, y el acceso es totalmente gratuito.