El Tribunal Supremo ha anulado la condena por falsificación de moneda a un hombre que estafó 5.000 euros a las máquinas expendedoras del Metro de Madrid, pues considera que no es suficiente "engañar" a la máquina sino también a las personas.
El hombre utilizó unas piezas metálicas de las mismas dimensiones, peso y efecto electromagnético de las monedas de dos euros para estafar 5.000 euros a las máquinas expendedoras de billetes del Metro de Madrid.
Para ello, introducía las piezas en la ranura para monedas y luego pulsaba el botón de anulación de la operación, logrando que la máquina le devolviera una moneda de dos euros de curso legal. Esta operación la repitió al menos 2.500 veces con otras tantas monedas, y en numerosas estaciones entre junio y noviembre de 2014.
La Audiencia de Madrid le condenó a 6 años y 6 meses de prisión por un delito de falsificación de moneda en concurso medial con un delito continuado de estafa, con la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas, penas que ratificó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Pero ahora el Supremo estima parcialmente el recurso del acusado y le absuelve del delito de falsificación de moneda, por lo que la condena pasa a ser de 4 meses de prisión por delito de estafa.
No es falsificación de moneda
El alto tribunal explica que el delito de falsificación de moneda - de ocho a doce años de prisión- exige que la moneda imitada sea lo suficientemente parecida a la original como para engañar a una persona media, es decir, ha de ser idónea para acceder al tráfico económico y a su utilización como instrumento de pago intrapersonal.
Y en el caso analizado, el tribunal concluye que, "al margen del grosor y el diámetro que pudiera corresponder al de las monedas de dos euros, la apariencia de las piezas metálicas utilizadas en la defraudación excluye el más mínimo riesgo de confusión con una moneda de curso legal".
"Carecen de todo perfil, de todo relieve, de todo signo identificativo que pudiera hacerles pasar por una moneda de curso legal. Su apariencia es la de una pieza metálica redonda con los dos planos lijados, al modo de las viejas fichas telefónicas que se utilizaban en las cabinas públicas, pero sin hendiduras o a la de las fichas empleadas en las atracciones de feria", explica.
Esa "ausencia de genuinidad" fue precisada en el propio informe pericial y en ello coincidieron los empleados de Metro que extrajeron las piezas de las máquinas expendedoras.
La Sala señala que no era suficiente que las piezas sirviesen para ‘engañar’ a las máquinas expendedoras, sino que para condenar por falsificación de moneda debían parecerse a las monedas de dos euros, aunque el tipo tampoco exija una suerte de "virtuosismo falsario" que haga indistinguible la moneda genuina de la imitada, según explica la sentencia.