El yacimiento romano más importante de la Comunidad de Madrid por tamaño y cronología, ubicado en el distrito de Carabanchel, no va a ser declarado Bien de Interés Cultural y, por lo tanto, no va a obtener la máxima protección patrimonial. Así lo confirma a este periódico Carlos Caballero, presidente del Colegio Profesional de Arqueología de Madrid. Hace un par de semanas, la directora general de Patrimonio Cultural, Elena Hernando Gonzalo, remitió a los impulsores de la propuesta un comunicado en el que se concluía que, tras la elaboración de un informe interno sobre el sitio, no se cumplían los requisitos para adoptar este régimen de protección específico.
El yacimiento, que se extiende más de cuarenta hectáreas por los terrenos del parque Eugenia de Montijo, el recinto de la ermita de Nuestra Señora de la Antigua —la iglesia mudéjar más antigua de la comunidad— y los escombros de la antigua cárcel de Carabanchel, tuvo una amplia ocupación que se extiende desde la época carpetana (siglos IV–III a.C.) hasta la actualidad. La zona ha sido utilizada para cultivos, como cementerio, prisión e incluso línea de frente durante la Guerra Civil. Entre los hallazgos más singulares se cuentan un mosaico de época altoimperial (siglos I-II d.C.) conservado en la actualidad en el Museo de San Isidro o una estatuilla de bronce que representa a una Minerva.
En abril de 2021, y tras la colaboración de un grupo de trabajo multidisciplinar integrado por arqueólogos, historiadores, arquitectos, medioambientalistas, historiadores del arte o voluntarios del barrio, el Colegio de Arqueólogos solicitó al Gobierno regional la categoría de BIC como Zona de Interés Arqueológico para el sitio. En el informe presentado se destacaba la necesidad de estudiar y reivindicar "un yacimiento capital no solo en la historia de Carabanchel, sino también fundamental para conocer el origen de la ciudad de Madrid".
Las justificaciones aducidas por la Comunidad de Madrid han sido que la superficie para la que se había solicitado la declaración era muy extensa, que ya hay varias zonas del área muy afectadas por la urbanización, que la delimitación planteada para el yacimiento estaba basada en materiales muy antiguos y descontextualizados y que parte del sitio ya estaba protegido como "yacimiento inventariado".
"El tamaño es el que hemos considerado: un BIC de estas dimensiones es más pequeño que el del Recinto de la Villa de Madrid, que además sí que estaba urbanizado", responde Carlos Caballero. "Los hallazgos se han indicado donde aparecieron, lo que quiere decir que el yacimiento llegaba hasta allí. En nuestra solicitud ya mencionábamos la pequeña parte protegida como yacimiento inventariado, pero hay zonas que han formado parte del sitio, como el parque Eugenia de Montijo, donde se encontró el mosaico, que no estaban incluidas. Lo que nos ha decepcionado es que zonas que no tenían ninguna protección vayan a seguir sin ella. Creemos que se podría haber hecho más por el yacimiento".
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Las primeras noticias que se conocen se remontan a 1819, cuando la Real Academia de la Historia informó sobre el descubrimiento de las teselas romanas en la quinta del conde de Miranda. Una intervención arqueológica en 2005 a raíz del intento de prolongar una carretera constató que el asentamiento se había iniciado en una etapa prerromana (siglos III-II a.C.) y estaba compuesto por dos zonas de hábitat y de almacenaje. Ya en época romana esta zona de Carabanchel formó parte de los habituales cordones de villae rústicas que circundaban los núcleos urbanos. Aunque hay debate entre los investigadores sobre si en realidad llegó a constituir una ciudad.
Excavación científica
En ese momento, una plataforma de asociaciones vecinales reclamó a la Comunidad de Madrid la protección del sitio. En 2019, cuando una retroexcavadora volvió a aparecer en torno al parque Eugenia de Montijo, se reavivó esta lucha y se logró paralizar la construcción de un huerto urbano. Entre finales de 2021 y principios de 2022 se realizó la primera excavación científica programada en los dos siglos de historia del yacimiento, dirigida por los arqueólogos Luis Hernández y Rosa Domínguez. Estos trabajos se llevaron a cabo en dos áreas de los terrenos de la extinta cárcel, donde está proyectada la construcción de viviendas, dotaciones públicas y zonas verdes.
La primera fue en el interior del recinto. "Los resultados han sido muy variables", explica Hernández, que no forma parte del grupo de trabajo "BIC yacimiento romano de Carabanchel". "Hemos documentado zonas completamente arrasadas por la construcción de la prisión en los años 40 y otras con hasta cuatro metros de escombros; en el área más pegada al actual parque Eugenia de Montijo sí se han descubierto restos que indican la presencia de un asentamiento: zócalos, un muro de cronología romana e incluso vestigios de época calcolítica".
El otro espacio excavado ha sido el flanco este de la cárcel. "Han aparecido restos de época romana relacionadas con zonas periféricas como pozos de agua, pero no es una zona de ocupación, ahí no estaba la vida. No sabemos si era una villa u otra cosa. Y debajo se han documentado restos de cabañas de época carpetana, de la II Edad del Hierro", destaca el arqueólogo. En las prospecciones se han identificado también restos de actividad humana hasta el siglo XIX, relacionados en esta última época con trabajos agrícolas.
Los recientes trabajos arqueológicos han ampliado el área del yacimiento inventariado para que cualquier construcción esté acompañada de intervenciones de control. Carlos Caballero señala que en las zonas que no gozan de esta protección "no tendría que haber cautela arqueológica salvo que la Administración lo estime oportuno". El arqueólogo Luis Hernández, preguntado por si el plan urbanístico podría llegar a frenarse en algún momento, reconoce que lo ve difícil: "Los restos que hemos podido ver están muy arrasados. Son cimientos o arranques de posibles muros/estructuras, no parece que haya nada monumental ni musealizable. No pensemos en mosaicos que se puedan ver en Cartagena o Mérida".