Ésta es una de esas semanas en las que los temas cometen por ser analizados. Se presentó la previsión del Plan Fiscal que el gobierno va a mandar a Bruselas y que debería, pero no va a ir acompañado de los nuevos Presupuestos Generales. La conclusión es que no van a recortar el gasto público, pero nos van a meter un sablazo de 4.000 millones en impuestos que nos va a poner las cosas a los españoles más difíciles. No importará mucho ahora que sabemos que somos todos “ricos” y merecemos sufrir.
Por otro lado, se ha anunciado la concesión del Premio Nobel de Economía a los profesores Daron Acemoglu, Simón Johnson y James A. Robinson por sus estudios sobre cómo la fortaleza de las instituciones influye en la prosperidad económica relativa de los países. Es necesario analizar su obra y por qué es relevante.
Porque he leído muchas críticas por parte de mis colegas y amigos liberales, con razón. Sobre todo por afirmaciones como que para que la libertad surja y florezca, tanto el Estado como la sociedad deben ser fuertes. Yo tampoco comparto esta idea, que ya defendía en el siglo XIX el socialdemócrata Michel Chevalier. Pero es muy relevante que no haya ido a parar a manos de personajes como Mazucatto o Piketty, cosa que tampoco me habría extrañado, dado el "zeitgeist" de nuestro entorno.
Finalmente, el próximo viernes a las 19 horas en la Fundación Ortega Marañón, tendré el placer de exponer las ideas más relevantes de Anthony de Jasay respecto a la democracia, el Estado y la libertad. La relectura de Jasay, un pensador tan grande como poco conocido, ha sido una estupenda manera de recordar dónde estoy y qué hago aquí.
Pero todos estos temas tendrán que esperar, junto con un análisis más detallado del Informe Draghi, en la sala de espera, porque hoy toca poner el foco en Mayte y todos esos autónomos enfermos, o en tratamiento, que se las ven y se las desean para llegar a fin de mes sin tener que cerrar.
Finalmente, el próximo viernes a las 19 horas en la Fundación Ortega Marañón, tendré el placer de exponer las ideas más relevantes de Anthony de Jasay respecto a la democracia, el Estado y la libertad.
Son estos los autónomos más olvidados. Y es a ellos a quienes dedico este artículo.
Este lunes se reunía la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, se reunía con sindicatos y patronal para tratar el tema de una posible baja flexible. Mis amigos médicos me corrigen siempre porque debería ser "alta flexible" ya que la idea es que el trabajador se reincorpore paulatinamente a su puesto, que pueda pactarse con la empresa cómo y de qué manera hacerlo, especialmente en bajas largas, como sucede con el proceso de curación del cáncer, o con las enfermedades crónicas.
Al final, la ministra ha dado un pasito atrás y no ha propuesto un alta voluntaria parcial o flexible, por parte del trabajador.
En mi experiencia, el alta al 100% es una locura después de un tratamiento de quimioterapia. La recuperación real lleva mucho tiempo después del alta. Así me lo advirtió mi oncóloga el pasado julio. En medio del análisis de este tema para el programa de radio en me encontré con Mayte, una autónoma que tiene una tienda regentada por ella misma. Mayte no gana lo suficiente para contratar a nadie, así que cuando le diagnosticaron cáncer y tuvo que operarse, se organizó como pudo para que la baja no le obligara a cerrar el negocio definitivamente.
Porque durante los dos primeros meses de baja se sigue pagando la cuota de autónomos. Y la prestación es parcial: los cuatro primeros días no recibes nada, los 20 siguientes recibes el 60% de la base reguladora y, a partir de ahí, el 75%. Es decir, en esos dos primero meses, ni te acerques al lugar de trabajo, pero sigue pagando la cuota.
Mis amigos médicos me corrigen siempre porque debería ser "alta flexible" ya que la idea es que el trabajador se reincorpore paulatinamente a su puesto, que pueda pactarse con la empresa cómo y de qué manera hacerlo.
A los problemas que ya tienen los trabajadores autónomos como Mayte hay que añadir la terrible situación de desprotección en la que se encuentran cuando tienen una enfermedad grave.
¿Cómo hace Mayte para apañárselas con su tratamiento de quimioterapia? Cuando tiene un día malo avisa a sus clientes por WhatsApp y pone un cartel en la puerta. Ellos saben de su situación y la apoyan. Pero un día sin trabajar es un día sin ingresar, para un autónomo. Así que Mayte va a trabajar a su tienda en pleno tratamiento de quimioterapia. Una complicada situación, muy diferente a la mía, porque trabajo por cuenta ajena.
Quienes hayan tenido que recibir tratamiento de quimioterapia saben lo que significa verse forzado a trabajar para pagar factura. Cada cuerpo reacciona de una forma y alguna compañera de quimio estaba en la cinta de correr al día siguiente. En mi caso, la debilidad era mucho mayor. La cuestión es que Mayte no puede elegir. El alta flexible a voluntad del trabajador, siempre bajo supervisión del médico, es una solución para favorecer al trabajador, que también beneficia a la empresa y ahorra costes a la Seguridad Social.
Pero ¿no sería necesario, primero, mirar qué pasa con los autónomos? Especialmente en un país con el número de autónomos que tenemos. Son el eslabón más débil de la cadena y, al mismo tiempo, quienes sujetan el tejido empresarial cuando vienen mal dadas. Hay que recordar que es la solución para salir del desempleo, cuando no te queda nada. Y que es el primer paso para montar una empresa un poco mayor. Son potenciales emprendedores y les tratamos tan mal, con tal indiferencia, que no les dejamos ponerse enfermos.
No. No tengo la solución, pero seguro que existe una solución mejor que la fórmula actual.
La próxima semana les cuento cómo miraría mi húngaro favorito, Anthony De Jasay, a Acemoglu y Robinson. Pero hoy, hablemos de los autónomos.