Las prisas y la falta de consenso se imponen en el plan antitabaco
Fumar es muy malo. Todos partimos de esa base y de la necesidad de avanzar en materia anti tabáquica, así como de proteger a los menores de los productos de tabaco o de nicotina. Sin embargo, lo que se está cuestionando desde los sectores implicados, desde las comunidades autónomas y, también, desde el ámbito médico-científico es que este plan quiere ponerse en marcha en tiempo record para que alguien se ponga una medalla política, y no tanto para resolver un problema de salud.
No cabe duda de que si el ministerio hubiese querido ayudar, se habría sentado con tiempo y detenimiento con todos los actores implicados. En cambio, ha dado 24 horas a las comunidades autónomas para adherirse a un plan cuando, una semana antes, con independencia de sus credenciales políticas, habían presentado un total de 180 enmiendas.
De hecho, en la última semana, los directores generales de Salud Pública han vuelto a pedir la necesidad de consenso y voluntad de negociar. Porque para resolver un problema de salud a nivel nacional, hay que sentarse, analizar y negociar. Por ejemplo, algo que reclaman comunidades como Canarias es que haya una ficha financiera que apoye el plan, que muestre la viabilidad del mismo para alcanzar los objetivos pautados. Y es que, uno no puede disparar con pólvora de rey, no puede acordar cosas en un sitio que luego se tengan que aplicar en otro detrayendo recursos de una acción en marcha para aplicarlos en este nuevo plan.
En Canarias que somos una comunidad turística de primer nivel, necesitamos saber en qué escenario se debe limitar o permitir el consumo de tabaco. Este principio se aplica a muchas comunidades ya que, como país somos un gran destino turístico. Digo esto porque no es lo mismo compartir espacios con menores, que con adultos y a distancia etc. Sin embargo, el Plan Integral Antitabaco en el que trabaja el ministerio de Sanidad, no aclara ninguno de estos puntos.
Tampoco se tiene en cuenta la reducción del daño, sobre la que parece se han negado a debatir a pesar de que hemos vivido la época en la que políticas intermedias han servido para la deshabituación de drogas en una España que durante un tiempo vio caer a mucha gente. Si salimos de nuestras fronteras y miramos más allá, países como Estados Unidos, Reino Unido, Holanda o Suecia están haciendo análisis intensos de este tipo de políticas para mejorar la situación de los fumadores, así como para disminuir su número. Apuestan por la evidencia científica y el estudio detallado del tema con el objetivo de aprobar medidas que sean eficaces y salir así de esa inacción en la reducción de la adicción.
Los directores generales de Salud Pública han vuelto a pedir la necesidad de consenso y voluntad de negociar
En cambio, en España, nuestra ministra se siente orgullosa de desempolvar un plan antitabaco que deja de lado los objetivos sanitarios y la evidencia científica, así como los datos que vienen de todos estos países. No olvidemos que en España sigue habiendo 9 millones de fumadores.
Una cifra que el ministerio de Sanidad pretende reducir aplicando medidas hiperregulatorias que son ineficaces para conseguir la deshabituación anti tabáquica como, por ejemplo, el empaquetado genérico del tabaco. No es que lo diga yo, la propia exministra de salud francesa, Agnes Buzyn, ha reconocido que el empaquetado neutro no contribuyó al descenso de fumadores ni al de las ventas oficiales de tabaco en ese país.
Hay que ser rigurosos porque la experiencia internacional nos dice que el empaquetado genérico no va a alcanzar el objetivo sanitario que persigue, pero además va a generar un aumento drástico del tabaco de contrabando con la consiguiente perdida de recaudación de impuestos para el Estado e impacto en la medida disuasoria de consumo que esto supone.
Cuando uno entra en planes tan serios que afectan de forma tan importante a nuestra salud como es el tema del tabaquismo, hay que actuar con rigor y solvencia, aplicando todo el conocimiento y la evidencia científica que haya al alcance. No se pueden abordar estos temas de tan importante calado con prisas, sin tener en cuenta la ciencia, ni tampoco lo que digan las autoridades locales competentes en estos temas, porque la realidad es que necesitamos un plan consensuado y solvente para afrontar con determinación un grave problema de salud pública.
*** José Manuel Baltar es Gestor Sanitario y exconsejero de Sanidad del Gobierno de Canarias.