La formación dual como palanca de la productividad
La calidad y continuidad en la formación que reciba el capital humano de una empresa impacta positivamente en su rentabilidad y competitividad.
La economía española está teniendo un comportamiento muy positivo, en un contexto internacional desfavorable. Pero la productividad sigue siento nuestra asignatura pendiente, y se explica por una evolución poco favorable tanto de la productividad del trabajo como del capital.
Entre 2000 y 2022 la productividad total de los factores ha retrocedido un 7,3% en España, mientras que en países de nuestro entorno como los EEUU, Alemania o Reino Unido experimenta crecimientos (véase gráfico 1); lo que nos hace perder competitividad. Es verdad que desde 2013 dicha productividad inició un modesto cambio de tendencia positivo en España, interrumpido por la pandemia, con un crecimiento del 1,2%, entre 2013 y 2019.
En los últimos años disponibles, 2021 y 2022, posteriores a la pandemia, la productividad total ha crecido un 1,4% cada año en España. El cambio de tendencia se produce por la mayor inversión en activos más basados en el conocimiento.
La inversión en formación es un activo intangible que mejora la eficiencia del capital humano. La productividad del trabajo, calculada dividiendo el PIB por el total de las horas trabajadas por los ocupados, crece a medida que aumenta la calidad y continuidad en la formación que reciban los trabajadores en las empresas.
Recientes investigaciones demuestran que más del 65% del crecimiento en la productividad se explica por factores internos empresariales, como la adopción de soluciones tecnológicas, optimización de los consumos energéticos, promoción de la innovación y la formación de capital humano, entre otros. Las estrategias que impulsen los empresarios en relación con estos factores resultan claves. Especialmente, la formación es muy relevante para lograr mejores en los desempeños y en los niveles de productividad.
España, en relación con los países de nuestro entorno, adolece de carencias formativas, especialmente vinculadas con la formación profesional (FP). La inserción laboral de los graduados en FP es muy elevada, especialmente los de la modalidad dual. El desarrollo de la formación dual representa una oportunidad para afrontar las demandas de empleos que requieren las transiciones demográfica, ecológica y digital. Mejorando a la vez las tasas de desempleo, fundamentalmente entre los jóvenes.
Países como Alemania, Austria, Suiza o Dinamarca, con sistemas de FP dual implantados desde hace décadas, cuentan con modelos de gobernanza que integran agentes sociales, e incluso otras entidades como las cámaras de comercio; han realizado esfuerzos conjuntos para garantizar una formación de calidad; cuentan con centros de formación de ámbito sectorial y con una importante financiación pública y privada; y llevan a cabo una evaluación continua para incorporar las mejoras oportunas.
En España la implantación de la FP dual empezó en el curso 2013-2014 y, a pesar de haber experimentado un fuerte crecimiento, es todavía escasa –representa el 3,7% del alumnado total de formación profesional- y se concentra en pocos territorios -Andalucía, Cataluña y Madrid cuentan con casi siete de cada diez personas matriculadas en FP dual y el País Vasco destaca por su mayor tradición histórica y particularidades en la implantación de este modelo-.
La inserción laboral de los graduados en FP es muy elevada, especialmente los de la modalidad dual
También existe un desequilibrio por género, con una importante subrepresentación femenina en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), que tiene gran potencial de crecimiento en la nueva economía digital y del conocimiento.
El elevado abandono de los estudios profesionales en España exige una estrategia para su mejora, que a través de un diagnóstico y prospección de las necesidades del tejido productivo incorpore ofertas formativas en especialidades con buenas inserciones laborales. La participación de las empresas, también como formadores, es indispensable para lograr un modelo de formación dual extenso y sostenible.
En Alemania, las propias empresas realizan la oferta de puestos de aprendizaje contando con un sistema de acreditación y apoyo de entidades como las cámaras de comercio e industria. Ello permite, además, desarrollar un sistema de formación continua de los trabajadores, haciendo efectiva la formación a lo largo de la vida.
Es verdad que en España el reducido tamaño de las empresas no favorece el desarrollo de centros formativos en las propias empresas que faciliten la implementación de la FP dual. Una solución podría consistir en crear centros de formación sectoriales participados por las pequeñas empresas y financiados en parte por las Administraciones Públicas.
Los recursos del Next Generation EU que se van a destinar al Plan Estratégico de Impulso de la Formación Profesional para mejorar las cualificaciones y la recualificación de la población activa, con atención especial a los colectivos de mayor vulnerabilidad; para abordar la transformación digital de la FP y para la innovación e internacionalización de la FP, con el refuerzo de la oferta formativa con más de 200.000 nuevas plazas, representan una oportunidad para lograr el impulso de la formación profesional en España, ahora configurada como FP dual.
La participación de las empresas, también como formadores, es indispensable para lograr un modelo de formación dual extenso y sostenible
También es una oportunidad el desarrollo de la FP superior en las propias Universidades, lo que daría grandes oportunidades tanto para los centros formativos como para las empresas y los jóvenes. Ha llegado el momento de afrontar los obstáculos e intereses espurios que frenan este necesario desarrollo.
España tiene por delante el reto de mejorar la productividad, para consolidar nuestra competitividad internacional, e incrementar la renta y el bienestar de los ciudadanos. La formación profesional dual se muestra como una formación de calidad útil para mejorar la eficiencia del uso de sus recursos humanos, ya que posibilita a las empresas formar y posteriormente incorporar a personas con perfiles profesionales asociados a una formación específica que se adecúe a sus necesidades y facilite la adquisición de competencias transversales, permitiéndoles, al mismo tiempo, ahorrar costes de selección y de adaptación de las nuevas personas empleadas.
*** Mónica Melle Hernández es consejera de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid y Profesora de Economía de la UCM.