Hoy no habrá "efecto mercado"
Cuando esta columna vea la luz ya tendremos un vencedor de las elecciones, pero difícilmente un presidente. Yo al menos no lo tengo nada claro.
En clave bursátil, en las semanas previas se han servido todo tipo de quinielas sobre el resultado electoral para ese jocoso ranking de “beneficiados y perjudicados”. Honestamente, con independencia del color victorioso, nada va a cambiar.
Mi experiencia me hace creer que no hay ganadores ni perdedores en bolsa lo que hay son intereses políticos y liquidación de deudas contraídas. Los partidos con sentido de estado se cuidan mucho de beneficiar públicamente a un sector y, menos todavía, de singularizar sus preferencias. Otra cosa son los populismos, que saben que tienen cuatro años por delante en el mejor de los casos y hay que darse prisa por llevase el botín y mostrar sus iras.
Hablando de odios, los bancos han vivido una legislatura en la que han estado permanentemente en la diana siendo el punchball del gobierno (impuestos, críticas y exabruptos varios).
No creo que los bancos salgan tan malparados como para emerger con un cambio de gobierno. En estos años hemos visto cómo la regulación financiera ha reforzado el coto de caza de la banca en relación con la gestión patrimonial y el asesoramiento gracias al desarrollo de una ley que ha machacado hasta lo indecible a las firmas independientes en favor de los grandes bancos. Sobre esto ningún titular, por cierto. Los bancos controlan de tal forma el ahorro y el efectivo que en España no se puede hablar de competencia y sí de oligopolio.
Los bancos han vivido una legislatura en la que han estado permanentemente en la diana.
También habría que mencionar que dos grandes bancos se han llevado una buena porción de la tarta de los planes de empleo impulsados por el Gobierno justo antes de las elecciones. Nada es casualidad.
Renovables y energía siempre han sido un arma arrojadiza de los políticos quienes lo han tenido fácil pues bastaba con culpar a Putin en lugar de analizar la desastrosa planificación energética. Lo que no va cambiar es que España sigue muy atrás en la carrera por las energías alternativas (hidrógeno, geotérmica, sísmica y offshore) y se le han escapado algunos trenes (nuclear). El fracaso en materia energética es tan estrepitoso que será difícil hacerlo peor, aunque en este país todo es posible.
Aunque lo de Ferrovial se haya vendido como una “huida”, fruto más de la ignorancia que de la práctica, la sensación es que el tejido empresarial pide a gritos un cambio que por otro lado parece imposible por la falta de consenso y voluntad política en los temas esenciales: pensiones, empleo e impuestos.
PP, PSOE, da igual quien figure en la cabecera de gobierno. Nada de lo que ocurra en adelante tendrá hoy una lectura en los mercados en clave de victoria o derrota porque en el fondo, quien realmente está perdiendo en esta democrática lucha sin escrúpulos por el poder, son los españoles.