Resiliencia de la banca española
La banca, desgraciadamente, vuelve a ser el foco de atención a nivel internacional a raíz de los recientes acontecimientos que han afectado a dos bancos estadounidenses (Silicon Valley Bank y Signature Bank) y uno suizo (Credit Suisse) y por motivos bien distintos.
Dado el entorno de inestabilidad financiera que se ha generado también a nivel de la UE, el Banco Central Europeo (BCE), con acierto, ha corrido raudo a declarar que “el sector bancario de la zona del euro tiene capacidad de resistencia y posiciones de capital y de liquidez sólidas”.
En la misma línea se ha pronunciado el Banco de España, que en boca de su Gobernador afirma que “el sector bancario de la zona del euro y, por supuesto, el español entre ellos, se enfrenta a estas tensiones en los mercados con una elevada capacidad de resistencia y con posiciones de capital y de liquidez sólidas”.
Además, en referencia al sector bancario español, el Banco de España afirma que “debido al modelo de negocio de banca comercial orientado al cliente minorista, que es mayoritario en nuestro sistema financiero, el sector bancario español ha mostrado unos resultados notables en el último año”.
En el caso concreto del sector bancario español, la mejor forma de valorar estas declaraciones es acudiendo a lo que nos dicen los datos más recientes disponibles de la salud de nuestro sector: la información recién publicada por el Banco de España ya de cierre de 2022 para el negocio doméstico y por la Autoridad Bancaria Europea a fecha septiembre de 2022 para los grupos consolidados, que incluyen además el negocio que tienen en el exterior las filiales de los bancos españoles. Esos datos muestran lo siguiente:
Uno, que la rentabilidad de los recursos propios (ROE) se sitúa en el 9,1% en el negocio doméstico, por encima del 6,9% de 2021. Para los grupos consolidados, la ROE es del 10,6%, casi 3 puntos por encima del 7,7% de la media de la UE y por encima de la banca alemana (4,7%), francesa (6,2%) e italiana (8,9%). Por tanto, nuestra banca es más rentable que la europea.
Dos, que la eficiencia de la banca española en su negocio doméstico es del 47%, lo que significa que le cuesta 47 euros conseguir 100 euros de ingresos netos. Son 8,7 euros menos que en 2021. Y para los grupos consolidados, esa ratio es del 49,8%, 12,2 puntos inferior a la de la banca europea (por lo que es más eficiente la española), siendo mucho más eficiente que la de los principales países de la eurozona.
En España, el 66% de los depósitos tienen saldos de menos de 100.000 euros.
Tres, que en términos de liquidez, la banca española presenta una ratio de cobertura del 193,2%, lo que significa que posee 193,2 euros en activos líquidos de calidad para hacer frente a 100 euros de salidas de caja durante 30 días. Es una ratio 30,7 puntos superior a la de la banca europea. Por tanto, además de más rentable y eficiente, también presenta una mejor posición en términos de liquidez.
Cuatro, y centrando el foco en el negocio doméstico, el aumento de la rentabilidad que ha tenido lugar en 2022 se explica por varios motivos: por la recuperación del margen de intereses (en un contexto de subida de tipos), por el aumento de los ingresos distintos al cobro de intereses (sobre todo los dividendos) y por la menor necesidad de provisiones (1.860 millones menos que en 2021). Es una buena carta de presentación para afrontar posibles problemas.
Cinco, y en el caso de la solvencia, la ratio de los recursos propios de mayor calidad (llamada CET1) se sitúa en el 12,3%, muy por encima del mínimo requerido aunque 2,5 puntos por debajo de la media de la banca europea. Por tanto, no hay que bajar la guardia en este aspecto.
Y, seis, que la tasa de dudosidad del crédito en España es del 3,6% (dato de enero de 2023) y del 2,7% para los grupos consolidados (septiembre 2022), siendo 0,9 puntos superior a la media europea. Y de los préstamos dudosos, la ratio de cobertura con provisiones es del 42,8%, porcentaje cercano a la media europea (44,1%).
Además de este parte o radiografía de la salud del sector bancario español, su modelo de negocio nada tiene que ver con el que tenían los bancos que han sufrido problemas en EEUU, ya que en aquel caso el peso de la deuda en el activo era muy grande (lo que arrojó millonarias pérdidas al tener que venderla para hacer frente a la retirada de los depósitos) y los depósitos de elevado saldo medio.
En este último caso, como comentó la subgobernadora del Banco de España en una reciente intervención, en España el 66% de los depósitos tienen saldos de menos de 100.000 euros (por lo que están cubiertos por el FGD), mientras que en el Silicon Valley Bank el porcentaje era de solo el 11% (y eso que la cobertura era mayor, 250.000 dólares). En el caso del peso de la deuda pública, en los grupos consolidados españoles es del 13,2%, porcentaje muy alejado del que tenía en el Silicon Valley Bank (cerca del 60%).
Sería altamente improbable que lo acontecido en EEUU tuviera lugar en España por las enormes diferencias en el modelo de negocio.
Estos datos lo que muestran es que sería altamente improbable que lo acontecido en EEUU tuviera lugar en España, por las enormes diferencias en el modelo de negocio y por los mejores fundamentos económicos de partida (liquidez, solvencia). Además, la regulación aquí es mucho más estricta.
Aunque el detonante de los problemas de los bancos estadounidenses ha sido la subida de tipos (por las minusvalías generadas en la renta fija), en el fondo el problema es la mala gestión, por no haber valorado ni cubierto adecuadamente los riesgos de esa subida de tipos.
Esa falta de diligencia en la gestión suele ser denominador común en todas las crisis bancarias, como ocurrió en la española tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria (con una exagera exposición al ladrillo) y como se repite una vez más en las carnes del Credit Suisse. Y para que la historia no se repita, la receta es una buena regulación y una estricta supervisión.
*** Joaquín Maudos es catedrático de economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del CUNEF.