Multinacionales, sedes e impuestos. Y esto ¿quién lo paga?
Algunas grandes multinacionales son, al mismo tiempo, las empresas que más dinero ganan del mundo, y las que menos impuestos pagan por sus beneficios. Esto no sólo es injusto, sino que también es ineficiente económicamente. En primer lugar, porque se reduce la competencia. Es muy complicado competir con empresas, que además de hacerlo mejor, ya que, si no, no estarían ahí, apenas pagan impuestos.
Pero, además, la actividad económica y también las sedes fiscales no se localizan por razones económicas o de otro tipo, sino a veces, simplemente, para ahorrarse impuestos. Esta reflexión no sólo es algo teórico, sino que en estos días podemos ver el anuncio, por primera vez, de una gran multinacional española que anuncia su decisión de cambiar su sede al extranjero.
Por supuesto, los que toman las decisiones de localización son los accionistas y directivos de las grandes empresas. Sin embargo, y aunque hay casos de incumplimiento de las leyes, en muchos casos donde las multinacionales tributan en el país de “Nunca Jamás”, estas empresas cumplen escrupulosamente con las normas. No nos engañemos, existe una lucha despiadada por atraer las sedes y los centros de decisión de las empresas.
Las sedes fiscales no se localizan por razones económicas o de otro tipo, sino a veces, simplemente, para ahorrarse impuestos
En mi libro, que salió ayer a la venta, Y esto ¿quién lo paga? Economía para adultos (Debate 2023) explico cuánto pagan las multinacionales. Por ejemplo, en 2018, las multinacionales norteamericanas ganaron en el resto del mundo 1,58 billones de dólares —billones europeos, lo que los norteamericanos denominan trillions— antes de impuestos en el extranjero. Se trata de un importe algo superior a todo el PIB español en un año.
De ese importe, las empresas estadounidenses pagaron 120.468 millones de dólares en impuestos en el extranjero. Estamos hablando de un pago medio por impuesto sobre los beneficios en el extranjero del 7,6 por ciento. El punto clave es dónde habían obtenido, supuestamente, estos beneficios.
Efectivamente, los impuestos acaban distorsionándolo todo en esta materia. Por ejemplo, las filiales de las multinacionales estadounidenses vendieron en España en 2018 por valor de 94.647 millones de dólares. Sin embargo, las ventas en Irlanda fueron de 436.290 millones de dólares, en Holanda de 316.393 millones o en Luxemburgo de 83.073 millones.
Eso sí, en el Gran Ducado los ingresos totales de las multinacionales norteamericanas fueron de 246.763 millones de dólares, frente a unos ingresos de sólo 102.920 millones en España. Pensemos que en 2018 Luxemburgo tenía un PIB de 60.000 millones de dólares frente a los 1,42 billones de dólares del PIB español.
[Buscando votos, espantando empresas]
¿Puede vender una empresa cuatro veces más en Irlanda que en España, Alemania o Francia? Es posible, pero ¿pueden vender todas las multinacionales estadounidenses tres o cuatro veces más en Holanda que en España, Alemania o Francia? Eso sólo es posible si se desvían ventas que en realidad se han producido en otro sitio. Y, si estas ventas se desvían, los beneficios también y, con ellos, los impuestos que les corresponden. El dato más curioso es que las multinacionales norteamericanas habían declarado en Luxemburgo unas ganancias cuatro veces superiores al total de la actividad económica allí desarrollada, de su PIB.
Para la solución de un problema global se necesitan soluciones globales, pero no todas son iguales. El problema para los Estados Unidos era que sus empresas no repatriaban beneficios y no tributaban en Estados Unidos por sus beneficios en el extranjero. Para solucionar esto, han propuesto, y el resto del mundo ha aceptado, los dos pilares de la OCDE. El segundo de ellos es el que más les interesa, y que entrará en vigor el año que viene, también en Europa. Según este acuerdo, el país donde esté la sede de un grupo multinacional establecerá un impuesto adicional sobre los beneficios mundiales consolidados de los grandes grupos, para que estos tributen un mínimo del 15%. Obviamente, el país más interesado es el que tiene las sedes de las mayores multinacionales.
El dato más curioso es que las multinacionales norteamericanas habían declarado en Luxemburgo unas ganancias cuatro veces superiores al total de la actividad económica allí desarrollada, de su PIB
España tiene importantes multinacionales que obtienen buena parte de sus beneficios fuera de nuestras fronteras. Hasta ahora esto no era relevante a efectos de impuestos. Sin embargo, desde 2021, los dividendos procedentes del exterior ya no están exentos al 100% sino bonificados al 95%. Esto quiere decir que se obtiene algo de tributación por los beneficios del exterior de las multinacionales. Pero, además, si estas multinacionales no pagan un 15% sobre sus beneficios mundiales, el resto hasta completar esta cifra lo tendrán que pagar… en el estado donde tenga la sede la matriz del grupo a partir del año que viene.
En estas cuestiones, también hay quejas sobre la seguridad jurídica. Así, algún director fiscal de una multinacional española ha comentado públicamente que este 5% podría tener efectos imprevistos. Si una subholding, es decir, una empresa que tiene participaciones en filiales de otros países, pero que a su vez está participada por la matriz española, recibe dividendos, estos importes podrían estar sujetos al régimen de transparencia fiscal internacional. Esto es complejo de explicar, pero se traduciría en que estos dividendos cobrados por una empresa extranjera podrían acabar tributando, otra vez, en su integridad, y no sólo en un 5%, aunque los beneficios de los que provienen ya hubiesen tributado en el país en el que se hubiesen obtenido.
Todo esto son cuestiones fiscales, pero, antes y ahora, tener centros de decisión económicos y financieros es una cuestión relevante, por imagen de país, y sobre todo, porque si se decide desde España, acaba habiendo más inversión y riqueza en nuestro país. Por eso, las cuestiones fiscales, y también las que afectan a las grandes empresas, hay que analizarlas con cuidado.
Eso trato de hacer, en mi nuevo libro en este entorno tan turbulento y con una competencia fiscal despiadada, también entre los Estados. Es un libro de economía para adultos y con datos. Por ejemplo, según los últimos datos disponibles, en 2018, las 122 grandes multinacionales españolas pagaron un tipo medio efectivos sobre su resultado contable del 18,3%. Hay muchos españoles que pagan más porcentaje en el IRPF, pero la competencia de las multinacionales españolas no son los ciudadanos de a pie, sino otras multinacionales como las norteamericanas, que ese año pagaron una tasa efectiva del 10,03%, un 80% menos.
*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda.