El gobierno español y la Comisión Europea están encantados jugando a vender la piel del oso antes de cazarlo. En este caso el oso tiene forma de empresas de gas y electricidad (para la Comisión) y de un híbrido de esas empresas y de la banca para el presidente del gobierno español. Un oso con apariencia de "hombres del puro", como muy bien los describe Pedro Sánchez en el mitin de cada tarde, tras haberse fumado un habano con ellos en el desayuno de media mañana.
León Trotsky se hubiera pasmado al comprobar que sus acusaciones a los líderes de la socialdemocracia alemana de utilizar el "programa mínimo" los días de diario y dejar para los días de fiesta el "programa máximo" hubieran cogido tal velocidad de giro, de la mañana a la tarde...
Siempre resulta admirable la "cabeza borradora" del presidente Sánchez, eliminando durante la noche la memoria de lo dicho el día anterior. Cada día es un mundo nuevo el que se despliega ante él. Pero lo que ya resulta sensacional es que exhiba esa misma capacidad a la hora de la siesta (que no sabemos si duerme, según la costumbre, admirable, también, establecida con desenvoltura por el presidente norteamericano Ronald Reagan) en la que, al parecer, el borrado de lo de la mañana no perdona.
En la Comisión Europea la señora Von der Leyen exhibe otras capacidades no menos dignas de admiración, que consisten en conseguir, como decía maliciosamente Cervantes de Lope de Vega, "arrojar libros de sí como si fueran buñuelos".
Esa capacidad creativa de la Comisión Europea tiene a los mercados en un sinvivir pues cada día que pasa hay un sobresalto: un día es un "falso tope" al precio del gas, imitando la excepción ibérica, y olvidando que esa excepción se justificaba porque la península era una "isla energética" (¡Cielos! ¡Ahora las penínsulas son ínsulas!) pero que no era aplicable al resto de la Unión Europea. Al aplicar el mismo criterio a toda la UE, no es ya que las penínsulas se conviertan en islas, sino que es todo un continente el que se transforma en isla también.
Al aplicar el mismo criterio a toda la UE, no es ya que las penínsulas se conviertan en islas, sino que es todo un continente el que se transforma en isla también
¡Siempre se es la isla de alguien! Otro día es querer quitarle a la plataforma holandesa TTF de negociación del precio del gas el "privilegio" de que se la tome como referencia, dado que la formación de los precios de allí no complace a la presidenta Von der Leyen, como si de un INE levantisco se tratara.
Para almorzar, una propuesta de que no se permita contratar un seguro a los petroleros que transporten combustible ruso pagado por encima de un determinado precio, como si para penalizar a los propietarios de esos barcos (en su mayoría griegos) fuera necesario establecer un precio máximo.
Para la hora de la merienda, ordeñar a las empresas del ramo imponiéndoles una tasa sobre los beneficios extraordinarios, solo para, un rato después, darse cuenta de los apuros por los que pasan muchas compañías del sector e impulsar que, a las "pobrecitas", no les exijan tantas garantías para poder operar en las plataformas de negociación en las que, a juzgar por la Comisión, se atiborraban de beneficio extraordinarios.
Y es aquí donde se le ven las costuras al frenesí regulatorio de la Comisión Europea: ellos saben que muchas empresas eléctricas y gasísticas están quebradas o al borde de la quiebra, pero quieren hacer populismo también con los hombres del puro.
La prueba de esas dificultades la muestra sin tapujos el sector en Alemania, donde el gobierno ya ha nacionalizado prácticamente la empresa Uniper y está a punto de nacionalizar otras dos más (VNG y la antigua Gazprom de Alemania). O en Finlandia, donde la empresa Fortum se ha visto arrastrada por los problemas de Uniper y por los problemas generales del sector. O, igualmente, alguna empresa en peligro en Suiza y en Suecia o la francesa EDF, nacionalizada ya al 100%.
Suele causar perplejidad el solo hecho de advertir de los problemas de las eléctricas y gasísticas a la vista de los "beneficios caídos del cielo" que se supone que todas acumulan.
Saben que muchas empresas eléctricas y gasísticas están quebradas o al borde de la quiebra, pero quieren hacer populismo también con los hombres del puro
Pero no se tiene en cuenta que las mismas, o diferentes, empresas a las que les llueven beneficios del cielo pueden estar incurriendo en pérdidas por otro lado. ¿Y por qué las pérdidas? El caso de Uniper lo deja muy claro: Uniper tenía contratos de largo plazo de suministro de petróleo con la rusa Gazprom a precios muy por debajo de los actuales.
Al dejar de recibir gas ruso ha tenido que ir a comprarlo en el mercado spot o de contado diario a precios mucho más caros (algo que era obligado para poder seguir suministrándoselo a sus clientes). De ahí las pérdidas cuantiosas: el plan de rescate asciende, de momento, a 19.000 millones de euros, casi lo que el rescate de Bankia.
¿Qué piensan ustedes que les va a pasar a las empresas que reciben gas licuado de Rusia (entre ellas las españolas) si ese flujo se cortara por iniciativa de Rusia o de Europa? Pues algo muy parecido.
No sería de extrañar que los bonitos y suculentos ingresos con que cuentan los gobiernos europeos (140.000 millones de euros) tras las tasas aplicadas a las empresas energéticas se terminen aportando a un fondo de garantía (como el de depósitos de los bancos) para que las empresas sanas rescaten a las enfermas del sector.
Finalmente, el día 14 de septiembre la Comisión Europea ha incluido entre sus propuestas de posibles medidas para adoptar una que sugeríamos aquí la semana pasada: establecer cortocircuitos que detengan la negociación del precio del gas natural por unos minutos, horas o para el resto del día, siempre que las subidas o bajadas superen un determinado porcentaje dentro de la misma sesión.
En cuanto al impuesto a los bancos, los asesores de Sánchez no le han recordado que con la recesión aumentará la morosidad y la ejecución de los avales
Es una medida de suspensión temporal de la cotización que ya se aplica en bolsa desde hace muchos años y que reduciría enormemente la volatilidad y los ataques de pánico entre los operadores del gas y de la electricidad. Es mucho más fácil de aplicar que las otras que baraja la Comisión y es muy extraño que no lleve ya seis meses en vigor.
En cuanto al impuesto del gobierno español a los bancos, hay un olvido imperdonable de los asesores de Sánchez, que no le han recordado que con la recesión aumentará la morosidad y la ejecución de los avales (entre ellos los del ICO para la pandemia, lo que distribuirá las pérdidas entre los bancos, del 20% al 40%, y el Estado, entre el 80% y el 60%...).
En fin, que las tasas o impuestos (los galgos o podencos) de la Comisión Europea y del gobierno español se van a convertir si hay mala suerte en el cuento de la lechera Von der Leyen y el lechero Sánchez. ¡Dios nos ampare!