Según el INE, el dato adelantado para la inflación de junio es del 10,2%. ¡Más de dos dígitos! Con una inflación subyacente del 5,5% creciente. Las más alta desde hace años. Por eso aumenta la sospecha de que la dimisión de Juan Rodríguez Poo, presidente del INE, ha sido un adelanto a un cese esperado. Se trataba de matar al mensajero, para que no se leyera el mensaje.
Si a la subida de los precios se le llama inflación y cuando sube de tres puntos se califica de "galopante" y con cuatro dígitos, "hiperinflación". ¿Cómo llamarla cuando se superan los dos dígitos? Denominarla "superinflación" puede malinterpretarse porque el apelativo "super" suena a excelencia. Por eso la nombraré como sobreinflación.
España ha entrado en la sobreinflación. Un término económico complejo porque tiene consecuencias graves para la economía en general y los ciudadanos en particular.
Con cifras de inflación superiores a 10 puntos los ciudadanos ven cómo sus ahorros monetarios se deprecian. Los inversores buscan refugio. En principio invierten en activos físicos como los inmobiliarios. Lo que se puede tocar tranquiliza a su poseedor. Los inmuebles empiezan a subir ante la depreciación psicológica de los activos líquidos en dinero.
Las personas ven limitada su capacidad adquisitiva. Sus ingresos se quedan cortos. Los sindicatos piden aumento de sueldos. Esto que se llama inflación de segunda ronda que vuelve a presionar los precios porque las empresas al ver aumentar sus costes (salariales entre otros). Los suben para sobrevivir.
Los Bancos Centrales, tarde o temprano, tienen que aumentar los tipos de interés para reducir la masa monetaria del sistema. Los créditos son más caros. Las inversiones productivas menos rentables y las especulativas más. El dinero pasa de las primeras a las segundas.
La competitividad de la economía respecto a otros países con menor inflación disminuye. Las exportaciones se resienten y las importaciones sustituyen a productos nacionales de precio excesivo.
Con todo ello, se tiene el peligro de un estancamiento o un crecimiento bajo del PIB. Cuando confluye la sobreinflación con ese parón de la producción se llama: estanflación. La peor de las situaciones posibles. Los ahorros se volatilizan porque pierden capacidad adquisitiva y los ciudadanos necesitan gastarlos para sobrevivir.
¿Entonces qué hacer? Los Gobiernos no tienen más remedio que tomar medidas para evitar que la economía caiga en el precipicio. Pero a veces es tarde.
¿Por qué el BCE no ha tomado medidas más fuertes? ¿Por qué no ha subido ya los tipos de interés, cuando lo ha hecho la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra? ¿Por qué el Gobierno de España, el del presidente Sánchez, no ha empezado a tomarse en serio la inflación? ¿Por qué Nadia Calviño, ministra, y eurócrata en excedencia, no ha avisado de la que se nos venía (o se nos ha venido) encima?
Todo lo que hacen son "parches" sociales que a la larga ceban la inflación, digan lo que digan.
Todo lo que hacen son 'parches' sociales que a la larga ceban la inflación, digan lo que digan
Las medidas quirúrgicas contra la inflación son la subida de tipos de interés (BCE) y la reducción del gasto público (Gobierno Español). Lo demás son movimientos espasmódicos de reacción a datos políticos y económicos. Algunos de esos movimientos tienen rasgos histéricos.
Esta semana la OTAN nos ha tenido entretenidos jugando a estrategas mundiales. Hemos sido los anfitriones de los líderes del occidente. Pedro y Begoña (Sánchez) han atendido a Joe y Tracy (Biden). Durante los dos meses siguientes, julio y agosto, las vacaciones nos harán olvidar las penas. Otoño traerá la caída de la hoja y la congoja. Las cigarras se encontrarán desprovistas de comida (La Fontaine) y las hormigas les cerrarán la puerta del granero.
Entonces Lagarde empezará a tomar medidas arrastrada por la Reserva Federal y la inflación. Subirán los tipos de interés.
Calviño seguirá hablando de que España es el país que más crece. Las elecciones están a un año vista y no es cuestión de hacer discursos heroicos.
Nuestros ahorros se habrán pulverizado. La economía entrará en atonía.
¿Hemos de esperar a que sea evidente el deterioro? No se puede estar impasible ¡Hagan algo, por favor, hagan algo! Al menos Zapatero convocó elecciones.
*** J. R. Pin es profesor del IESE.