Se viene avisando por muchos expertos desde hace tiempo. Una cosa es que vengan los 140.000 millones de euros de la Unión Europea y otra es que se apliquen bien. Una cosa es que sirva para que el Gobierno se apunte un tanto y otra es que de verdad lo consiga.
De momento llegan con cuenta gotas, menos de los anunciados siempre, aunque el Gobierno los venda con eslóganes similares a "somos el primer estado de la UE en recibirlos". En la Hacienda española se han recibido muchos menos de los 26.000 millones que, según las previsiones, deberían haber ingresado ya en sus arcas. Pero todo se andará y cada vez que llegue un euro el Gobierno lo utilizará como su gran aportación a la economía española.
Mientras, lo que es evidente es que con inflaciones del 5% y subidas de sueldo del 2/3% la clase media y trabajadora española irá viendo como sus rentas pierden poder adquisitivo este año (electoral y previo a los dos siguientes también electorales). Por tanto, la oposición lo tiene fácil; su eslogan: "los fondos de Next Generation sólo sirven para que se lucren los amigos del poder".
Y cada vez que llegue un euro el Gobierno lo utilizará como su gran aportación a la economía española
Y va a ser difícil de defenderse de esa acusación por varias razones.
La primera es porque el Gobierno cometió la imprudencia de asumir en su Consejo de Ministros la distribución de fondos. Eso le da poder, pero le quita imagen de imparcialidad. Si hubiera nombrado un comité de expertos independientes para hacerlo probablemente podría haberse disimulado la imparcialidad de alguna manera. Pero la tentación de tener la 'bolsa' y repartirla a su antojo era demasiado grande para rechazarla. Por eso, ahora cada vez que haya un error se le inculpará.
De momento, ya ha saltado la liebre y los galgos se han puesto a perseguirla.La Sra. Ayuso, el Sr. Nuñez Feijó y los que se le van añadiendo (hasta 140 ayuntamientos de momento y creciendo) acusan al ejecutivo de parcialidad en el reparto de los fondos europeos a las diferentes autonomías y municipios. Algo muy peligroso en estos años electorales en una España donde el 'victimismo' se rentabiliza electoralmente. Sólo le faltaba al Consejero de Hacienda de Madrid, el liberal Sr. Fernández-Lasquety, que le dieran cuerda para denunciar el "injusto reparto" que beneficia a las autonomías donde gobierna el PSOE. Y, aunque el Gobierno contesta que no es así, el ciudadano pensará: ¡y qué iba a decir!
De manera que no se sabe, ni se sabrá nunca, si de verdad son injustos o no. Seguro que habrá forma de decir una cosa y la contraria. Los números siempre son muy sufridos y, como ya dije en otras ocasiones, "convenientemente torturados dicen cualquier cosa".
Lo que es cierto, es que el reparto de las Next Generation se van a convertir en materia de discusión política electoral. Máxime en las comunidades gobernadas por el PP que se van a convertir -lo están haciendo ya- en la oposición más eficaz al Gobierno de coalición.
Como pasa en los sistemas de retribución en las empresas, la clave no es que sean, o no, justos, sino que parezcan justos. Por eso lo que podría ser un triunfo electoral para el Gobierno de coalición y, en particular, para su presidente Sánchez, se puede volver en un tema "políticamente espinoso" en estos años de carrera electoral.
Las elecciones de mayo pasado en Madrid supusieron un empujón para el PP (y también para VOX). Si pasa lo mismo en Castilla-León y se repitiera en Andalucía, el centro-derecha y la derecha llegarían a las autonómicas y locales de 2023 con moral de victoria y la izquierda con preocupación. El resultado final en las elecciones generales de 2023/2024 ya se vería.
Pero lo que sí parece es que, o el Gobierno rectifica y calma las aguas en el reparto de los fondos Next Generation, o lo que podía ser un arma electoral a su favor se puede convertir en un peso muerto que le va a requerir explicaciones continuas y farragosas.
Tener la bolsa da poder. Pero en democracia también se exige responsabilidad, prudencia e imagen de equidad en el reparto.
*** J.R. Pin Arboledas es profesor del IESE.