Cambio climático: hace falta más valentía en España
La presión regulatoria es fuerte, pero vamos tarde y es necesario acelerar la estrategia.
A finales de mayo la compañía Shell fue condenada por un tribunal neerlandés que le obligó a reducir sus emisiones de CO2 a casi la mitad para el 2030. Es solo un ejemplo más de la judicialización derivada del cambio climático, porque solo en EEUU se han iniciado más de 1.000 demandas judiciales en los últimos años, especialmente contra compañías de combustibles fósiles, aunque también encontramos a gobiernos denunciados por no actuar con suficiente determinación en la transición hacia una economía sostenible.
Todos estos procesos crean un nuevo concepto de responsabilidad y derechos climáticos de la ciudadanía y muestran que la exigencia social en este gran desafío es imparable.
A este hecho se suma la presión regulatoria creciente y el importante acicate que ejerce el sector financiero e inversor y el universo de las finanzas sostenibles. Los riesgos ESG [conocidos en España como ASG] y, específicamente, los riesgos climáticos, deberían ser hoy en día una de las principales preocupaciones de las compañías de todo el mundo. Pero no solo debemos enfocarlo desde los riesgos, sino plantearlo como una auténtica oportunidad para las empresas de ser más competitivas y afrontar mejor los retos de un entorno más incierto que nunca, hacerse más atractivas para inversores y mercados y consolidar el apoyo y confianza de sus accionistas o stakeholders.
La exigencia social en el gran desafío climático es imparable
Si nos centramos en España, ¿cómo están respondiendo las empresas al reto de la descarbonización y transición ecológica?
ECODES y el Pacto Mundial de Naciones Unidas presentaron a principios de junio el Anuario de acción climática empresarial, un informe que analiza la evolución de las compañías a partir de su reporte y su presencia en las principales iniciativas vinculadas a acción climática.
La conclusión es que el ritmo de las empresas españolas es lento y que pocas participan activamente en las grandes iniciativas mundiales, especialmente si nos fijamos en pymes. En general, todas deben elevar la ambición de sus objetivos, que en su mayoría no recogen, por ejemplo, las emisiones de alcance 3 que son aquellas que provienen de toda la cadena de valor de una empresa.
Se han desarrollado estándares internacionales y normativas con foco en fomentar la transparencia sobre los riesgos climáticos a los que están expuestas las organizaciones; transformar el modelo productivo para cumplir con los objetivos fijados de reducción de emisiones de gases efecto invernadero; y además se está desarrollando una regulación específica para el sector financiero que nos lleva a una economía verde.
Pero si nos referimos a iniciativas y plataformas de compromisos voluntarios la proliferación es vertiginosa. Solo por nombrar algunas de las más relevantes encontramos CDP (Carbon Disclosure Project, una organización sin ánimo de lucro que recopila la mayor base de información de empresas sobre su actuación en cambio climático); Race to Zero (Campaña internacional de la ONU), Climate Ambition Accelerator (creada por el Pacto Mundial de Naciones Unidas), Objetivos Basados en Ciencia (Science Based Targets- SBTi, liderada por CDP, Pacto Mundial de las Naciones Unidas, World Resources Institute, WWF y We Mean Business) o Climate Pledge (lanzada por Amazon para adelantar los compromisos de emisiones cero a 2040)
Cabe preguntarse si sobran plataformas e iniciativas y falta ambición real. El cambio climático está en el centro de las decisiones económicas, políticas, empresariales y de las expectativas sociales. Todos estamos llamados a la acción; pero vamos tarde y las empresas tienen que asumir su rol determinante con valentía.
Cabe preguntarse si sobran plataformas e iniciativas y falta ambición real
Las compañías deben comenzar por plantearse con honestidad las siguientes preguntas: ¿Entiendo y anticipo las expectativas en la lucha contra cambio climático de mis clientes y grupos de interés?; ¿Tengo un posicionamiento activo en Transición Ecológica que minimiza mis riesgos y maximiza la confianza de mis stakeholders?; ¿La gestión y gobernanza del desafío climático y criterios ESG está elevada al máximo nivel de decisión de la compañía?; ¿Mi desempeño ESG me va a seguir permitiendo mi financiación o la permanencia en el capital de mis inversores?
En definitiva, sea como parte de iniciativas multilaterales y globales o en solitario, considero más necesario que nunca que las empresas se planteen desde el primer nivel ejecutivo apostar firmemente por políticas de lucha contra el cambio climático ligadas a su estrategia empresarial, con claros indicadores de gobernanza y gestión, con un plan muy tangible y con una comunicación, diálogo y transparencia que les permita de verdad que los grupos de interés mantengan la confianza a futuro.
*** Almudena Alonso es directora senior de Stakeholders Management en LLYC.