Con el nombramiento de Salvador Illa, el Ministerio de Sanidad se ha vuelto a convertir en un artículo de compensación política. En este caso, para que el Partido Socialista Catalán (PSC) tenga su cuota de poder en el nuevo Ejecutivo de coalición de Pedro Sánchez.
De ahí que, en la historia de la democracia, sea relativamente habitual ver a ministros o ministras del área de Sanidad con escasa o nula experiencia de gestión sanitaria, como es el caso de Illa. De hecho, fuentes del sector sanitario ya mostraban este lunes su disgusto por esta faceta del catalán, que contrasta con su predecesora, María Luis Carcedo, médico de profesión.
Sin embargo, esto no tiene por qué conducir a que su labor sea negativa o disfuncional. Más importante es el equipo del que se rodea a responsable de la sanidad nacional, sobre todo, el secretario general de Sanidad, cuyo nombre a día de hoy se desconoce.
Los casos de Jiménez y Alonso
De hecho, junto con Carcedo, dos son los ministros que mejor sabor de boca han dejado en el sector sanitario en los últimos tiempos: Trinidad Jiménez y Alfonso Alonso, del PSOE y del PP, respectivamente. Con gran bagaje parlamentario pero escasa o cero experiencia sanitaria, pero con gabinetes que fueron clave para poder gestionar las crisis con las que se encontraron.
A la ministra socialista le tocó lidiar con la crisis sanitaria del momento: la gripe A. Logró gestionar la situación gracias a las alianzas que logró forjar, más allá de los colores políticos, con las comunidades autónomas.
Clave también fue su mano derecha en esta situación: José Martínez Olmos. Bueno, en realidad fue la mano derecha de casi todos los ministros de Sanidad del PSOE del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero: Elena Salgado, Bernat Soria, la ya citada Jiménez y Leire Pajín.
La crisis popular
Con todos ellos, fue el responsable 'en la sombra' de la política sanitaria del país. Solo dejó su posición para ser diputado en el Congreso y luego senador. A día de hoy está retirado de los avatares parlamentarios.
Otro caso es el de Alfonso Alonso. El por entonces portavoz parlamentario del PP en la Cámara Baja llegaba al Ministerio en sus horas más bajas. No en vano, sucedía a Ana Mato, tristemente célebre todas las polémicas que protagonizó al frente del departamento... y fuera.
Fue la responsable de llevar a cabo los recortes en la sanidad pública española y aplicar el polémico Real Decreto-Ley 16/2012, que puso fin a la universalidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) recuperada por el PSOE. También fue célebre su pobre manejo del primer caso de contagio de ébola en Europa, concretamente en España, más exactamente en Madrid.
Con todo, el final de su etapa no llegó hasta 2014. Fue entonces cuando dimitió tras haber sido considerada por el juez Pablo Ruz "partícipe a título lucrativo" en la trama Gürtel. Con ella caería también Pilar Farjas, secretaria general de Sanidad por entonces, quien no dejó buen poso en el sector sanitario.
Hepatitis C: la oportunidad
Su sustituto en 2014 fue un Alonso cuya primera labor fue un 'marrón': abordar la financiación de los nuevos medicamentos antivirales (ahora ya no tanto) contra la hepatitis C. En aquel momento, la presión social para que estas terapias estuviesen en la Cartera de Servicios del SNS era extrema, pero el precio que exigía Gilead era prohibitivo.
Apoyándose en Rubén Moreno, sucesor de Farjas, y en Agustín Rivero, director general de Farmacia por entonces, la crisis se convirtió en oportunidad. Se construyó una estrategia contra la hepatitis C que permitió que el SNS pudiera suministrar estos medicamentos (aunque esta prestación tuvo un severo impacto en el déficit de 2015, según dijo el ministro de Hacienda de entonces, Cristóbal Montoro) y abaratar su coste año a año, gracias también a la aparición de nuevos productos que permitieron obligar a Gilead a bajar precios.
Alonso, además, construyó con Moreno los cimientos de un convenio de la Administraciones Públicas con Farmaindustria que es clave para la prestación farmacéutica nacional actualmente.
Gracias a este acuerdo, el alza del gasto en medicamentos innovadores no puede superar una referencia generada a partir del crecimiento del PIB, lo cual se ha traducido en que la industria farmacéutica deberá aportar en este 2019, por primera vez, unos 150 millones al SNS.
A la espera de escuderos
Queda saber quiénes serán los escuderos de Illa en esta andadura. Lo único que se sabe es que el director de Gabinete ya tienen nombre y apelllido: Germán Rodríguez Sánchez. Cero experiencia también en Sanidad.
Se desconoce quién será el subsecretario (antes secretario) de Sanidad. Por lo pronto permanece Faustino Blanco, mano derecha de Carcedo. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, Illa todavía no ha dado pistas al respecto. Habrá que esperar al correspondiente Consejo de Ministros de la próxima semana.