La norma que prohíbe los coches de combustión en la UE a partir de 2035 está a punto de descarrilar en la fase final de su tramitación legislativa. Los embajadores de los 27 han decidido este viernes aplazar indefinidamente la votación definitiva del reglamento (que estaba prevista para el 7 de marzo) por el giro de última hora de Alemania e Italia, que amenazan con tumbarlo si Bruselas no les concede las excepciones que reclaman, en particular para los combustibles sintéticos.
Los embajadores "han decidido posponer la decisión sobre el objetivo de emisiones de los coches en 2035 desde el 7 de marzo a una reunión posterior", según ha informado la presidencia sueca de la UE. De momento no se ha fijado ninguna nueva fecha para votar el reglamento: los embajadores volverán a discutirlo "a su debido tiempo".
En Berlín celebran el aplazamiento porque consideran que así habrá una última oportunidad de desbloquear la legislación. Alemania todavía ve posible que la Comisión de Ursula von der Leyen le conceda pronto la exención que pide para los e-fuels, que según destaca son climáticamente neutros. Von der Leyen tiene previsto reunirse con el canciller Olaf Scholz el domingo.
La portavoz de Von der Leyen, Dana Spinant, ha explicado que la Comisión está en contacto con las autoridades alemanas para entender exactamente cuáles son sus preocupaciones. A partir de ahí, decidirá si puede tomar alguna medida para aplacar las dudas de Berlín, aunque tampoco hay ningún calendario para hacerlo, ha dicho la portavoz.
En Bruselas ha provocado estupor que Berlín haya esperado hasta el último minuto para plantear sus objeciones. De hecho, la propuesta original de la Comisión data de julio de 2021. Tras 15 meses de negociaciones, los Gobiernos europeos y la Eurocámara alcanzaron un acuerdo sobre el veto a los vehículos de combustión en octubre del año pasado.
El pacto fue ratificado por los embajadores de los Veintisiete el 16 de noviembre de 2022, con la única oposición de Polonia y la abstención de Bulgaria (equivalente a un no). En aquel momento, ni Berlín ni Roma dijeron nada. El pleno del Parlamento Europeo aprobó la norma (por 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones) el pasado 14 de febrero.
La primera señal del cambio de postura de Alemania la dio este lunes el secretario de Estado de Transporte, Michael Theurer, durante una reunión de ministros de la UE en Estocolmo. Allí, Theurer pidió a la Comisión Europea una propuesta para que los coches de combustión puedan seguir funcionando con combustibles sintéticos más allá de 2035.
"Estamos convencidos de que el coche eléctrico es el camino a seguir, pero necesitamos otras opciones. Para nosotros, la neutralidad tecnológica es importante, así que necesitamos la tecnología del hidrógeno y también e-fuels, especialmente en vehículos pesados", alegó.
Su jefe, el ministro de Transportes federal, Volker Wissing, fue un paso más allá y el miércoles amenazó con vetar el reglamento. Wissing asegura que cuenta con el respaldo de la Asociación Alemana de la Industria Automovilística. También se escuda en el elevado precio de los coches eléctricos. "No todo el mundo puede permitirse un coche caro", dijo en una entrevista en la cadena pública ARD.
Por su parte, Italia anunció también esta semana que votará en contra del reglamento que prohíbe los coches de combustión desde 2035. Su ministro de Transición Ecológica, Gilberto Pichetto, argumenta que la UE no puede apostarlo todo a la carta del coche eléctrico, sino que debe dejar espacio a otras opciones.
"El uso de combustibles renovables, compatibles con los motores de combustión, contribuirá a una reducción de las emisiones sin exigir sacrificios económicos inalcanzables a los ciudadanos", ha dicho Pichetto en un comunicado. Se trata de "evitar repercusiones negativas para el país tanto en términos de empleo como de producción".