Bruselas

En tiempo de descuento, la Unión Europea podría dar marcha atrás en su polémica decisión de prohibir la venta de nuevos coches diésel, de gasolina e híbridos desde 2035. Un vuelco inesperado que se explica por el cambio de postura de última hora de Alemania y de Italia, países a los que les han entrado dudas sobre el impacto de esta decisión en la industria y los usuarios en una fase extremadamente tardía de un largo procedimiento legislativo.

De hecho, la propuesta original de la Comisión data de julio de 2021. Tras 15 meses de negociaciones, los Gobiernos europeos y la Eurocámara alcanzaron un acuerdo sobre el veto a los vehículos de combustión en octubre del año pasado. El pacto fue ratificado por los embajadores de los Veintisiete el 16 de noviembre de 2022, con la única oposición de Polonia y la abstención de Bulgaria (equivalente a un no). El pleno del Parlamento Europeo aprobó la norma (por 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones) el pasado 14 de febrero.

El último trámite sería la adopción en un Consejo de Ministros de la UE, que está programada para el próximo martes 7 de marzo. Un paso que en teoría constituye una simple formalidad confirmatoria. La sorpresa ha saltado con el anuncio de que Berlín y Roma podrían cambiar ahora su voto, que sumado al rechazo de Polonia y Bulgaria (y probablemente también de Hungría) sería suficiente para tumbar la prohibición.

[La Eurocámara prohíbe los coches de gasolina, diésel e híbridos desde 2035 con el voto en contra de PP y Vox]

La primera señal del cambio de postura de Alemania la dio este lunes el secretario de Estado de Transporte, Michael Theurer, durante una reunión de ministros de la UE en Estocolmo. Allí, Theurer pidió a la Comisión Europea una propuesta para que los coches de combustión puedan seguir funcionando con combustibles sintéticos (o e-fuels), que según destacó son climáticamente neutros, más allá de 2035.

"Estamos convencidos de que el coche eléctrico es el camino a seguir, pero necesitamos otras opciones. Para nosotros, la neutralidad tecnológica es importante, así que necesitamos la tecnología del hidrógeno y también e-fuels, especialmente en vehículos pesados", alegó.

Su jefe, el ministro de Transportes federal, Volker Wissing, va un paso más allá: ha amenazado este miércoles con bloquear la prohibición de los coches de gasolina, diésel e híbridos porque Bruselas no ha presentado ningún plan sobre los e-fuels. Wissing asegura que cuenta con el respaldo de la Asociación Alemana de la Industria Automovilística. También se escuda en el elevado precio de los coches eléctricos. "No todo el mundo puede permitirse un coche caro", ha dicho en una entrevista en la cadena pública ARD.

En todo caso, el Gobierno alemán está internamente dividido sobre esta cuestión. Mientras que los liberales de la FDP (partido al que pertenece el ministro de Transporte) rechazan el reglamento sobre vehículos de emisiones cero, los verdes lo apoyan. De la posición final que adopte la coalición semáforo dependerá la suerte de esta norma europea.

Por su parte, Italia ya ha dicho claramente que votará en contra del reglamento que prohíbe los coches de combustión desde 2035. Su ministro de Transición Ecológica, Gilberto Pichetto, argumenta que la UE no puede apostarlo todo a la carta del coche eléctrico, sino que debe dejar espacio a otras opciones.

"El uso de combustibles renovables, compatibles con los motores de combustión, contribuirá a una reducción de las emisiones sin exigir sacrificios económicos inalcanzables a los ciudadanos", ha dicho Pichetto en un comunicado. Se trata de "evitar repercusiones negativas para el país tanto en términos de empleo como de producción".

"La transición a vehículos de cero emisiones es absolutamente necesaria con el fin cumplir nuestros objetivos climáticos para 2030 y 2050", responde el portavoz de la Comisión Europea, Stefan de Keersmaecker. Pese a los llamamientos de Berlín, el Ejecutivo comunitario no desvela si presentará una propuesta sobre e-fuels ni cuándo podría hacerlo apelando a la necesidad de preservar su derecho de iniciativa legislativa.

Lo cierto es que la prohibición de coches de gasolina, diésel e híbridos desde 2035 ha generado dudas en todas las instancias de la UE desde el mismo momento en que se llegó a un primer acuerdo provisional. Pese a que la iniciativa tiene su origen en la Comisión Europea, el propio comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, apeló a reconsiderar "sin tabúes" este veto aprovechando la cláusula de revisión que incluye el reglamento para 2026.

En una entrevista con Politico que levantó una enorme polvareda, Breton dijo que el cambio hacia el coche eléctrico podría destruir hasta 600.000 puestos de trabajo en Europa. El comisario de Mercado Interior apuntó además a la falta de infraestructuras de recarga y a los problemas de suministro de materias primas como principales obstáculos para llevar a cabo esta transición en un plazo tan corto como 2035.

"Necesitaremos 15 veces más litio para 2030, cuatro veces más cobalto, cuatro veces más grafito, tres veces más níquel. Tendremos un enorme consumo de materias primas, y necesitamos estudiar todo esto", dijo Breton.

Por su parte, el Partido Popular Europeo (el más grande de la Eurocámara y del que proviene la presidenta Ursula von der Leyen) votó en contra del reglamento, aunque no logró reunir apoyos suficientes para tumbarlo. "La decisión de prohibir los motores de combustión hará que los coches nuevos sean más caros, costará miles de puestos de trabajo y conducirá al declive de una industria europea fundamental", dijo el portavoz del PPE, Jens Gieseke.

"Socialdemócratas, liberales y verdes ha impuesto su peligrosa línea anti-innovación. Su promesa de que se crearían nuevos puestos de trabajo no se está cumpliendo. Al contrario, se están estableciendo nuevas plantas de baterías en Canadá y Estados Unidos y ahora centenares de miles de puestos de trabajo están en riesgo en Europa. Además, su argumento favorito de la rentabilidad de los coches eléctricos ya no se sostiene debido a los altos precios de la luz", alegaban los populares europeos (y también los españoles).