Alejandro Rojas Marcos (Sevilla, 1940), el que fuera alcalde de la capital andaluza de 1991 a 1995, rememora "un año mágico" en el que se puso en marcha la primera Línea de Alta Velocidad (AVE) entre Madrid y Sevilla. Pasaba por Ciudad Real, Puertollano y Córdoba y contaba con más de 470 kilómetros.
Con motivo del 30 aniversario de la llegada de la alta velocidad a Andalucía, EL ESPAÑOL-Invertia entrevista al alcalde apodado como Alejandro 'Kodak' Marcos por la gran cantidad de fotos que se hizo durante su legislatura. Hay que recordar que, en 1992, Sevilla fue sede de la Exposición Universal y recibió una importante inyección económica.
Para acoger el hito de la llegada del AVE, Sevilla tuvo que reordenar su movilidad. Fueron tantas las obras en la ciudad que al alcalde pre-Expo, Manuel del Valle, se referían coloquialmente como Manolo 'del Bache'. Se construyó la actual estación de trenes de Santa Justa, que pasó a centralizar el sistema ferroviario, y se levantaron puentes y se reforzaron las conexiones por carretera.
¿Cómo resumiría el impacto tuvo para la ciudad la llegada del AVE en 1992?
Al año 1992 los sevillanos llegaron de sorpresa en sorpresa. A la Exposición Universal se la veía venir, se imaginaba que era algo muy importante. Los ciudadanos la veían con ilusión y con inquietud, derivada de algo desconocido. La llegada del AVE formaba parte del 92. Era como un año mágico. Desde el punto de vista político, como alcalde, me pareció una decisión del Gobierno de Felipe González, a quien hay que reconocérselo y agradecérselo. Una decisión polémica porque desde el poder, desde el Gobierno, era una decisión discutible el por qué en Sevilla. Todo el mundo hubiera imaginado que lo propio hubiera sido Barcelona como ciudad más potente.
¿Por qué entonces Sevilla? Barcelona también acogía aquel año una gran cita: Los Juegos Olímpicos.
Me parece que fue una decisión acertada. No oculto que pudiera intervenir el factor de que Felipe González era andaluz. El PSOE era muy fuerte en Andalucía, también intervendría ese factor seguro. Pienso que, aunque no hubiera sido así, Andalucía se merecía un cañonazo de ese tipo por su propio subdesarrollo, que justificaba el que no siempre se desarrolle lo ya desarrollado. Creo que fue un acierto y luego un éxito. Está muy claro: fuimos un modelo en Europa y en el mundo.
Hablemos de lo económico y lo social. ¿Qué supuso realmente para los ciudadanos sevillanos tener esa conexión con Madrid?
La conexión con Madrid en España siempre ha estado asegurada. Era uno de los grandes defectos de nuestra comunicación social y económica: la comunicación radial. Es decir, para Andalucía hablar con nuestros vecinos de Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia o Valencia era complicado. Incluso para los sevillanos comunicarnos con Almería, Granada o Málaga era complicado. Por tanto, la novedad no estaba en la facilidad de conexión con Madrid. La novedad no estaba en traer Madrid a Andalucía, sino llevar a Andalucía al resto de España. Esa fue la ventaja y el valor económico y social del AVE.
La novedad no estaba en traer Madrid a Andalucía, sino llevar a Andalucía al resto de España
De 1992 a 1997, casi cinco millones de viajeros se desplazaron en el AVE entre Madrid y Sevilla. ¿Aumentó el interés por invertir en Andalucía?
No se trataba de acercar a la gente a Andalucía, sino acercar Andalucía al resto de España y Europa.
Más allá de la llegada del AVE, en el 92 se hizo una fuerte inversión por Sevilla. Actualmente, la actividad en la Isla de la Cartuja, donde se ubicaba la Expo, representa el 7,8% del PIB de la provincia de Sevilla y el 1,9% del PIB de Andalucía. Allí se ubican más de 500 empresas con más de 23.000 trabajadores. ¿Cree que se relegó a otras capitales andaluzas?
El haber escogido a Sevilla automáticamente significó que se iba a hacer un esfuerzo de inversión muy grande, diferente del que se hacía en otras ciudades. A partir del 92 las inversiones en Sevilla no han sido privilegiadas, sino más bien todo lo contrario. Ha estado bastante olvidada en relación con otras zonas de Andalucía. También es verdad que hay otras zonas que han hecho sus deberes mejor que la ciudad de Sevilla.
¿A qué se refiere?
La ciudad de Málaga es un ejemplo. Sus tareas las ha hecho brillantemente. Málaga ha pegado un salto espectacular. Sevilla me parece que ha vivido mucho de las rentas. Es una ciudad maravillosa por su arte de vivir, que muchas veces se ensimisma. Es muy potente la inercia, que es una enemiga de la política ambiciosa y de la vida de las personas.
Se lo preguntaba porque recientemente en Huelva, en Granada y también en Jaén, han surgido movimientos sociales para demandar más infraestructuras, sobre todo ferroviarias, para estar mejor conectados con el resto de provincias de Andalucía y también con Madrid.
Tienen mucha razón. La comunicación horizontal y transversal en Andalucía ha sido un verdadero desastre. La comunicación radial en España estaba propiciada por el centralismo político que había y eso tenía sus efectos de no facilitar las relaciones de unos con otros. No sólo ha pasado sobre Andalucía. Las relaciones entre Valencia y Cataluña, por ejemplo, han sido siempre un problema. Ha sido una cuestión de todo el Estado español y, en el caso de Andalucía, como es muy grande, la falta de comunicación transversal ha tenido efecto muy negativo.
La comunicación radial en España estaba propiciada por el centralismo político que había y eso tenía sus efectos de no facilitar las relaciones de unos con otros
¿Qué opina sobre la liberalización del tren? Iryo (Ilsa) llegará a Sevilla en el primer trimestre de 2023.
La liberalización ferroviaria me parece un acierto. Creo que la liberalización de los transportes es inevitable. Lo mismo que ha ocurrido con el tráfico aéreo, pues acabará surgiendo. Y esa competencia será beneficiosa para los ciudadanos.
¿Cree que el tiempo le ha dado algo de razón a los detractores del AVE y de la Expo?
Lo entiendo, la Expo es una feria monumental y de relaciones públicas impresionante. Pero ojo, el dinero debe ir a relaciones públicas cuando no hay carencias vitales. Por lo tanto, yo entiendo la crítica a la organización de una expo universal. Para Sevilla y para España fue extraordinario: se zarandeó a la opinión pública mundial y se le puso los ojos en España porque era una operación de relaciones públicas del país. Que se escogiera Sevilla supuso un lanzamiento turístico de conocimiento del mundo de esta ciudad. Respeto a los que lo critican porque las necesidades en la misma Andalucía eran tremendas en aquel momento.
Alcalde, ¿recuerda a qué dedicó su intervención pública en la inauguración de la Expo?
En el discurso de apertura de la Expo, ante jefes de Estado, del Gobierno, de los diplomáticos y de los comisarios del resto de países, me felicité como alcalde pero la decisión de la Expo no se debía a mí ni mucho menos al Partido Andalucista, que en ese momento gobernaba la ciudad de Sevilla. Se debía al Gobierno y a la jefatura del Estado que había tomado la decisión de que fuera en Sevilla. En ese discurso hablé de que en Sevilla no era todo oro lo que relucía: había paro y marginación de barrios. Era una parte de la realidad que a lo mejor no era bonito mostrar, pero que era ineludible resolver.
En Sevilla no era todo oro lo que relucía: había paro y marginación de barrios
30 años después lidera el ranking de los barrios con menos renta: tres de los cuatro barrios más pobres de España están en Sevilla. ¿Cómo cree que se puede hacer frente a esa realidad?
Eso ya es meterme en la política actual. Soy de la política pasada, no quiere decir que no me interese la política hoy. Me interesa, pero la llevo por dentro. Tengo la tesis de que los que fuimos, los que estuvimos, debemos ser muy prudentes y muy discretos a la hora de dar lecciones a los que están. Seguro que tenemos unas ideas maravillosas, pero nos falta legitimidad. ¿Hasta qué punto el ciudadano no lo recibe como un mensaje de que yo lo haría mejor que el que está hoy? No, yo no lo voy a decir. No quiero hacer lo que hace Felipe González ni lo que hace José María Aznar.
No quiero hacer lo que hace Felipe González ni lo que hace José María Aznar
Algo podrá decir.
Es un problema muy serio. En las sociedades occidentales, y debido al sistema capitalista y no a otra cosa, existen realidades chocantes entre el gran desarrollo y el subdesarrollo. ¿Cómo se puede entender que en esta Sevilla esplendorosa exista esa realidad? La culpa no está en los gobernantes sevillanos ni en los andaluces, pero son los que lo tienen que resolver. Soy un político, he sido y sigo siendo andalucista, por tanto, de izquierda. Esa es una lacra del sistema capitalista, hay que luchar contra ella y hay que vencerla. El sistema lo facilita y no soy antisistema.
¿Quiere decir que mientras tengamos un sistema como el actual no se podrá acabar con la pobreza de esos barrios?
No, no. Hay que luchar contra ello y se puede. No es solo en Sevilla donde hay esa diferencia abismal entre zonas desarrolladas y subdesarrolladas. El desequilibrio y la desigualdad forman parte del sistema. Pero no nos quita nuestra obligación de luchar contra ello y tratar de redimirlo.
La Expo fue una decisión tomada en Madrid... Allí decidían dónde había que poner un puente
¿Sería posible organizar hoy un evento como la Expo del 92? ¿Diría que fue un prodigio de colaboración institucional?
Fue un mal ejemplo. Aquello fue una decisión tomada en Madrid. La idea surgió del rey Juan Carlos de infausta memoria. Pero la realidad hay que reconocerla y la idea partió de él. La primera autoridad que lo apoyó incondicionalmente fue el alcalde de Sevilla entre 1979 y 1983, Luis Uruñuela, que era andalucista. Ese es el origen, pero la decisión de la Expo es del gobierno de Felipe González. Fue una decisión muy beneficiosa para Sevilla particularmente y también para el resto de Andalucía. Su desarrollo, su ejecución, la forma de hacerlo, las decisiones... Todo venía hecho de Madrid. De allí venían los proyectos y en Madrid decidían dónde había que poner un puente. Hay grandes errores.
¿Cómo cuales? Pónganos algunos ejemplos.
El puente del V Centenario tendría que haber sido un puente metropolitano y no un puente municipal. Un disparate absoluto. Antes de llegar a la alcaldía, era concejal del Ayuntamiento de Sevilla, estaba en la oposición y denuncié esto un día y otro, un día y otro. No se contaba con Sevilla para nada en relación con la Expo. El alcalde Manuel del Valle [de 1983 a 1991], con todos mis respetos, porque era un hombre personalmente magnífico, no mandaba. Quien lo hacía era el PSOE de Madrid. Aquí quien mandaba era el presidente del Gobierno, Felipe González, y el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. El Ayuntamiento de Sevilla no pintaba nada, hasta el punto de que en el plan de la Cartuja se hablaba de que era algo extraño a la ciudad. No utilizan la palabra extraña, pero me parece que decía exógena o similar. Quiere decir que era al margen de Sevilla. Fue un ejemplo de no colaboración.
Para bien y para mal, la Expo fue una operación del Gobierno de Madrid
Yo como alcalde llego, me encuentro con esa situación y tuve choques con el gobierno central y con la Diputación provincial, que estaba en manos del Partido Socialista. Estaban en el silencio más absoluto. Para bien y para mal, la Expo fue una operación del Gobierno de Madrid. Si hubiera una nueva Exposición Universal en cualquier sitio del mundo, yo recomendaría otra colaboración institucional. El día que acaba la Expo, esa autoridad que ha estado decidiendo se va y aquí quedan muchos problemas con la herencia.
En el tema de las entradas llegó un momento en el que yo me tuve que plantar como alcalde porque no había entradas para los sevillanos. Tuve que hacer un pregón y hacer una manifestación para lo que llamamos la toma de la Cartuja. Delante de la manifestación va el Ayuntamiento en pleno y las autoridades de la Expo asustadas porque íbamos a entrar en la Cartuja que no estaba inaugurada. Fue la toma de la Cartuja por el pueblo de Sevilla. Miles de personas nos paseamos por las obras porque entendíamos que había que casar la ciudad con la Expo.
¿Y se consiguió?
Sí, sí... (dubitativo). Hubo un entendimiento y los responsables últimos de la Expo que estaban en Madrid se dieron cuenta de que se salvó gracias a los sevillanos. Se habla de los millones que vinieron de fuera, pero si se ven las entradas en la Expo era Sevilla diariamente entrando en la Expo un día y los mismos sevillanos un día y otro día y otro día. Es decir, estamos en la ciudad más callejera del mundo. Da igual que suene un tambor como una sevillana o un partido de fútbol. La manifestación más importante que se ha hecho fue cuando un club sevillano tuvo un problema serio económico. Basta ver cómo la gente toma la calle y qué comportamiento tan ejemplar tiene cuando lo hace.
¿Cuál es la asignatura pendiente de Sevilla 30 años después de la llegada del AVE?
Sin yo criticar la situación actual, históricamente e incluido en mi tiempo, en Sevilla hay que renunciar a vivir de las rentas. Hay que renunciar a comportarse como si no tuviéramos en las manos una joya como la que hay en Sevilla, sino como una joya que hay que crear y que hay que hacer.