A pesar de que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha endurecido su discurso en prácticamente cada una de sus intervenciones públicas, el mercado contempla que la institución será todavía más dura. De esta forma, los futuros sobre los tipos de interés en la eurozona dan una posibilidad superior al 50% a que el organismo incremente su tasa de referencia -facilitad de depósito- en 0,5 puntos en julio, lo que supondría dejarla ya en el 0%.
Por ahora, y a pesar de la fuerte inflación que sufre el bloque del euro -en el 7,4% en abril- el BCE ha mantenido el tipo de interés de las operaciones principales de financiación en el 0%; el de la facilidad marginal de crédito -por el que presta el dinero a un día- en el 0,25%, y de la facilidad de depósito -por el que remunera el dinero a un día- en el -0,50%. Este, su principal instrumento en lo que a tasas se refiere, ha estado por debajo de cero desde 2014, mientras el banco central luchaba contra una inflación demasiado baja.
Según señaló el lunes Lagarde, en el contexto actual es probable que a finales del tercer trimestre “estemos en posición de abandonar los tipos negativos", tras iniciar las subidas en julio, en línea con las declaraciones que algunos de los miembros de su Consejo han ido vertiendo en las últimas semanas.
Los comentarios más extremistas han sido los del presidente del Banco de Holanda, Klaas Knot que, partidario de subir los tipos en un 0,25 puntos porcentuales en la reunión de julio, mantuvo la puerta abierta a una subida mayor si los datos económicos que se vayan conociendo muestran que las presiones inflacionistas se amplían o se acumulan.
El guion establecido contempla que el BCE dé por concluida la compra de activos de su programa habitual de compra (el conocido como APP, por sus siglas en inglés ) en la reunión del 9 de junio y que eleve las tasas en la cita del 21 de julio. Una vez resuelta la incógnita del cuándo, la incertidumbre se mantiene sobre la cuantía de la subida.
25 o 50 puntos básicos
En un reciente informe, los analistas de Bank of America ya advertían de que “lo más probable es que el ruido se mueva más en la dirección de las subidas de 50 puntos básicos” que de los 25 que ellos siguen esperando y advierten de que “la narrativa del BCE gira en torno a las expectativas de inflación”, mientras que los riesgos de crecimiento pasan "a un segundo plano", por lo que, en su opinión, “existe una gran probabilidad” de que un banco central más duro “provoque daños colaterales”.
De hecho, muchos son los bancos, casas de análisis o gestoras de fondos que creen que la institución monetaria no podrá avanzar mucho en la normalización de su política monetaria. “La falta de solución a la fragmentación es un problema importante, e Italia ya está sintiendo algo de dolor”, subraya Gilles Moëc, economista jefe de Axa Investment Managers.
En la firma solo contemplan dos aumentos este año, “seguidos de una larga pausa una vez que la tasa de depósito vuelva a cero”. “No creemos que la zona del euro pueda escapar de unas condiciones macroeconómicas mucho más duras en la segunda mitad del año”, explican. Mucho más agresivos son en el banco de inversión estadounidense, ya que sus analistas esperan cuatro alzas de tipos en la eurozona en 2022, tal y como también anticipan los inversores: en julio, septiembre, octubre y diciembre.
A la espera de que el BCE mueva definitivamente ficha, después de que ya lo hayan hecho en varias ocasiones la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, el interés exigido a la deuda de la eurozona se mantiene en niveles no vistos en varios años y el bono español a 10 años supera el 2% por primera vez desde 2015. Mientras que en bolsa algunos bancos, gracias a la expectativa de una mejoría en sus negocios, registran importantes rentabilidades.