Christine Lagarde ha dado la camapanada. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado el aviso que todo el mercado estaba esperando: "Viendo el contexto actual, es probable que a final del tercer trimestre estemos en posición de abandonar los tipos negativos".
Según sus planes, que ha detallado en un post el blog del BCE, es probable que veamos un "despegue de los tipos de interés en el mes de julio", en línea con las orientaciones que hasta ahora venía dando el regulador.
Justifica la decisión por la evolución de los precios en Europa en los últimos meses, porque "la próxima etapa de normalización de la política monetaria debería estar guiada por las perspectivas de inflación a medio plazo. Si se estabiliza en el 2% será apropiada una mayor normalización de los tipos para llegar a tasas de interés que sean neutrales".
Fin de los estímulos
Ahora bien, el ritmo "no puede determinarse ex ante", concluye la presidenta del BCE, que espera que las compras de activos en el marco de su programa habitual de estímulos (el llamado APP) terminen "a principios del tercer trimestre".
"Si la economía de la zona euro se sobrecalentara como consecuencia de un shock positivo de demanda, tendría sentido subir los tipos de interés secuencialmente por encima de la neutralidad. Esto nos aseguraría que la demanda se reduce en línea con la oferta y ceden las presiones inflacionarias", dice Lagarde.
Con todo, considera que la situación a la que se enfrentan actualmente "es complicada por la presencia de shocks de oferta negativos". "Esto crea más incertidumbre sobre la velocidad en la que las presiones de precio disminuirán, sobre la evolución del exceso de capacidad y sobre la medida en la que las expectativas de inflación continuarán ancladas a nuestro objetivo", añade.
La presidenta del BCE insiste, además, en que la evolución de la política monetaria en la zona euro va a estar marcada por tres elementos: gradualidad, opcionalidad y flexibilidad.
Impacto en el consumo
A lo largo de su extenso post, Lagarde reflexiona sobre que aún no se tienen "indicaciones claras" sobre cómo está afectando al consumo la situación de elevada inflación.
"Pero los indicadores de confianza han reaccionado: las expectativas de las familias sobre su futuro financiero cayeron en marzo a su segundo nivel más bajo registrado y se mantuvieron cerca de ese nivel en abril", advierte Lagarde.
Mientras, "los elevados costes de la energía y los shocks de oferta están empezando a sentirse en la producción industrial, que se contrajo en casi todas las grandes economías en marzo".