No despegan en España las tecnologías renovables térmicas, como es el caso de las bombas de calor, cuyo objetivo es sustituir a las calderas de gas convencionales. En un año, de 2021 a 2022, el crecimiento ha sido de un escaso 8%, y desde 2016, apenas ha podido duplicar su capacidad, según el "Estudio del Impacto Macroeconómico de las Renovables" presentado por APPA Renovables.
"Llevamos años reclamando incentivos de desarrollo de una de las palancas de la electrificación de la economía, las bombas de calor, que junto con el vehículo eléctrico, son la clave para que aumente la demanda eléctrica", ha dicho José María González Moya, director general de la patronal del sector renovable.
"Y lo que está frenando esta tecnología es el sistema para dar las ayudas de los PERTEs en España. Primero el consumidor tiene que pagar el total del importe, y luego ya, con el tiempo, se le reembolsa la ayuda. Así no puede funcionar", ha añadido.
Es el mismo modus operandi que en la compra de vehículos eléctricos en nuestro país. "Por eso, la venta de estos coches se está disparando en Portugal y aquí vamos muy lentos", ha destacado González Moya.
En 2016, el consumo de las bombas de calor sumaba unos 500 kept (tonelada equivalente de petróleo) y en 2022 apenas llegaban a los 1.160 kept. "El Gobierno tiene que cambiar el diseño para impulsar este sector", ha indicado el mismo experto.
Tope a la TUR
Otro de los factores que está desincentivando la instalación de bombas de calor por nuestra geografía, en opinión del responsable de APPA Renovables, "es la medida de subvencionar la tarifa doméstica de gas, la TUR".
El 14 de septiembre de 2021, con los precios de la energía desatados por las medidas preguerra de Rusia, como el recorte de su oferta del gas natural, el Gobierno aprobó un real decreto ley en el que establecía un límite de subida trimestral para los consumidores con tarifa de último recurso (TUR) del gas.
Con ello, no se podía subir su precio más del 5% de media cada trimestre. De no haberse aplicado esta medida, el gas se habría incrementado casi un 38% en 2022, cuando la materia prima dobló, e incluso triplicó, su valor en meses concretos.
"Si se subvenciona el gas, no se despierta el interés de instalar otro tipo de tecnologías que no dependen de las importaciones de terceros países, como es el gas natural", ha puntualizado.
Biomasa y biogás
El consumo final de energía procedente de energías renovables térmicas en 2022 no consiguió despegar. La suma de todas ellas, biomasa, biogás, geotermia, bombas de calor, solar térmica y residuos renovables, fue de 7.384 ktep, pero apenas ha variado en la última década.
La evolución positiva, y no por mucho, ha sido gracias al leve incremento de las bombas de calor. La geotermia sigue anclada en los 0,2 ktep, y los residuos renovables han pasado de 6 ktep a 9 ktep. El biogás ha experimentado un leve crecimiento, de los 83 ktep a los 104 ktep, y la solar térmica, de los 293 ktep a los 349 ktep.
La biomasa es la única tecnología que destaca entre todas, pero en su evolución ha ido a menos en los últimos años. De los 4.011 ktep de 2016 a los 3.743 ketp del año pasado, una caída del 7%.
Así pues, comparando entre fuentes renovables térmicas, la más consumida en nuestro país fue con gran diferencia, la biomasa con el 70% del total. Detrás se situó la bomba de calor, con el 22%; seguida por la solar térmica, con el 6,5%; el biogás, con el 1,9%; los residuos renovables, con el 0,2%, y la geotermia, que no alcanza el 0,1%.
En definitiva, si no hay un interés real en impulsar estos sectores, será difícil que la tendencia cambie. Y debería hacerlo si se pretende alcanzar los objetivos renovables marcados para 2030.